Cruce de destinos - Capítulo 2 -: Un despacho en Recursos Humanos

Y llegó el día de la entrevista.Su compañera de piso Coraleen le había dejado un traje de chaqueta color gris, un poco más juvenil que el que ella eligió en un principio. Sujetó su cabello  con un pasador a la nuca y  un ligero toque de maquillaje, cogió el bolso y se dispuso a marchar en busca de su primer empleo. Iba con tiempo suficiente para no llegar tarde y templar sus nervios en el camino. Estaba contenta, pero muy nerviosa; mentalmente se repetía el tipo de preguntas que le harían y dibujaba en su mente el rostro del jefe que le miraría inquisitivo como adivinando si había alguna mentira en su curriculum o había escrito toda la verdad.

- Será un señor sesudo, con gafas, traje oscuro e imponente figura que me pondrá nerviosísima a propósito para ver si guardo las formas o me exaspero. Pero no lo va a conseguir, no señor.

Llegó al impresionante edificio de trazos modernistas y enormemente grande, lo que le dio la medida de la clase de empresa a la que estaba a punto de pertenecer.
El amplio vestíbulo estaba repleto de gentes que iban y venían de un lado a otro, de grupos esperando los ascensores y de chicas que venían corriendo porque llegaban tarde a su turno de trabajo.
Le extrañó que todos los ascensores estaban ocupados menos uno, y hacia él se dirigió pues prefería esperar a que le esperasen además en su primera entrevista no podía llegar tarde.


- Debe ser que cada ascensor va a una planta determinada-.   Se extrañó pero no le dio demasiada importancia.

Si se fijó que ante el ascensor también esperaba un hombre alto, bien trajeado y de porte distinguido. No le podía ver la cara porque estaba de espaldas esperando,  como ella,  a que el ascensor llegara.
Se abrieron las puertas y el hombre penetró en el ascensor y detrás iba Christine que tuvo que darle un ligero empujón para que le dejase entrar.

-Perdón- dijo ella.

Entonces el hombre ladeó ligeramente la cabeza y esbozó una leve sonrisa como respuesta.
El ascensor no paraba en ninguna planta, lo que llegó a impacientarla y educadamente preguntó a su compañero de viaje:

-Perdone, este ascensor ¿ por qué no para en ningún piso, sabe usted?

Entonces el hombre se giró y sonriendo más ampliamente le dijo:

- Es que va directamente al despacho del Director.
- Oh, Dios mio. Entonces ¿ cómo voy a ir a donde debo?
- ¿ A dónde va usted ?
- A Recursos Humanos. Es una entrevista de trabajo y no puedo llegar tarde.
-¿ A qué hora tiene que estar?, creo que llegará con tiempo suficiente
- Si, ¿ pero cómo explicar mi presencia en el despacho del director? Ni siquiera le conozco. He comenzado con muy mal pie.
- No se preocupe. Cuando lleguemos se baja y da la vuelta. Deberá tomar cualquier otro ascensor que paran en todas las plantas. Recursos Humanos creo que es en la quinta.

Llegaron a su destino y al abrir la puerta del ascensor apareció ante sus ojos un amplio vestíbulo con el mostrador de Recepción al lado izquierdo y una gran mesa al frente con una atractiva secretaria aunque algo madura.
Dirigiéndose a Recepción preguntó a la señorita del mostrador por dónde podía bajar hasta la planta quinta que era su destino.

-Tendrás que ir al vestíbulo de la entrada y allí tomar cualquier ascensor, pero no éste.¿Cómo es que has subido en él. Es el particular del director y no permite que nadie suba.
-Pues, menos mal que no me ha visto, de lo contrario me hubiera llevado la primera bronca, sin siquiera trabajar aquí. Bueno me voy; muchas gracias por la información.

Y a paso ligero se dirigió a realizar lo que le habían indicado. Por fin tras los avatares sufridos, llegó a la famosa planta  quinta. Era grande, pero más pequeña que la que acababa de abandonar. De nuevo un mostrador a la izquierda y un sin fin de mesas con personas que se incorporaban a su trabajo. En lugar de una mesa con una secretaria, habian dos puertas, una al lado de la otra. En una había un cartel con un nombre : Clive Hutchinsons, Director de Recursos Humanos.

Dio su nombre a la señorita de Recepción y ésta le dijo que esperara un momento, enseguida le recibirían, como así fue.  El despacho era grande con muebles clásicos .

-Demasiado clásicos,- pensó ella- . Debe ser un vejestorio el director porque un hombre joven no tendría estos muebles tan oscuros, pero son buenos, muy buenos.

Dentro del despacho había otra puerta que se abrió de golpe dando paso a un hombre joven , bien parecido y muy elegante

-¿ Quién sería, el jefe? No puede ser es muy joven para desempeñar un cargo tan importante, pero claro siendo hijo del jefe....Bien, a ver qué pasa.

Y efectivamente sería su jefe más inmediato, la persona cuyo nombre señalaba la puerta de su despacho.
Su semblante era relajado, sin tensión y afable. A Christine le pareció el hombre más guapo del universo, y encima era simpático.  Su conversación versó sobre sus conocimientos, su papel a desempeñar y por último su sueldo y la fecha de incorporación.  Las condiciones de trabajo eran un poco acaparadoras: tenía que viajar a cualquier lugar del mundo donde fuera requerida su actuación en conflictos laborales, pero su salario era muy, muy grande y cumplía con creces sus expectativas. Trabajaría directamente con él y tendría para  ayudarle a Carmeen, que junto con ella llevarían el departamento de Recursos Humanos internos y externos, por eso es que tendría que viajar y mientras estuviera fuera sería Carmeen quién se ocuparía de los asuntos de trabajo en Londres.

Tendría el despacho contiguo al de Clive. Los dividiría una puerta que solamente el jefe se encargaría de abrir cuando lo creyera conveniente. Eran normas bastante estrictas, pero gracias a eso la multinacional funcionaba como un reloj.  Le acompañó hasta el despacho y quedó en incorporarse al día siguiente.
Cuando llegó a su puesto de trabajo , ya tendría su nombre en la puerta.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares