COMO TE QUISE TE QUIERO / Capítulo décimo






La situación era violenta, ninguno de los dos se atrevía a decir algo con lo que pudieran romper el hielo. Alberto miraba a su mujer como si fuera la primera vez que la viera, sus sentimientos hacia ella seguían intactos. No importaba el tiempo transcurrido, ni la ofensa, ni nada que ella le hubiera podido hacer. No dió ningún paso hacia ella. Ignoraba los sentimientos de Almudena respecto a él y no quería presionarla. Ella le miró fijamente sin decir nada. Se dió la vuelta ocultando la congoja que  atenazaba su garganta. No quería llorar delante de él, secó las lágrimas y se giró para mirarle de frente
-Tengo que pedirte perdón por todo lo ocurrido, por todo el sufrimiento que hayas podido pasar. Quiero que sepas que estoy muy arrepentida de lo que te dije y te hice aquella aciaga noche, la que hubiera debido ser la más feliz de mi vida  ¿ En qué demonios estaba pensando ?  Estuve ciega durante mucho tiempo, tenía en mi mente una figura totalmente idealizada. Estuve enamorada de “ mi príncipe azul “ y resultó ser un  “sapo “. Es un ser egoísta engreído, estúpido que después de casarse ha sido  capaz de abandonar a su mujer y sus hijos, por ganar renombre en Madrid.  Se me cayó la venda que tenía en los ojos, pero ya era demasiado tarde. No sabía ni tu dirección, ni dónde estabas ni siquiera sabía tu teléfono. De haberlo sabido te hubiera pedido perdón antes. Ahora todo está solucionado. Yo llevaré esta culpa toda mi vida. Lo que deseo es que por fin recobres la paz que te he robado, y que algún día encuentres la mujer que te mereces y formes una familia que te haga feliz, porque te lo mereces. Eres un buen hombre, honrado, educado, paciente. . . 
En fin, ahora aspiro a que me perdones y me olvides, que olvides esa etapa de tu vida tremenda.
Almudena rompió en un llanto suave pero desgarrador. Alberto la miraba sin entender muy bien que significaban las palabras de ella. O mejor dicho, no quería entenderlas; no quería hacerse ilusiones. ¿ Por qué la desilusión de ella, qué le había ocurrido para desengañarse de esa forma?

-Anda, cálmate. Lo pasado, pasado está y no se puede dar marcha atrás. Explícame que te pasó para pensar de  que Luis era el ser más perfecto, al más ruin. Si quieres explicármelo, claro.
Almudena relató con todo lujo de detalles su encuentro con el abogado en un día lluvioso. Detalló la forma ruin de su proceder queriendo ligar con ella, a pesar de haber dejado a su mujer con un hijo de corta edad y otro que venía en camino.

-Pude haber sido yo… Si ha sido capaz de hacérselo a su esposa,  hubiera podido hacérmelo a mí. ¡ Por ganar prestigio ¡ abandona a su familia sin importarle absolutamente nada.  Sabía que era un Don Juan, y me trajo por la calle de la amargura dándome celos cuando éramos unos críos, pero nunca le creí capaz de tener tanta ambición.  Yo le había dedicado mi adolescencia y había perdido por él al hombre que verdaderamente me amaba y en media hora que estuvimos en aquella cafetería, ví cómo era en realidad. Estuve ¡ tan ciega ¡ Yo tan ecuánime me volví totalmente estúpida y perdí mi sentido  común por tratar de que se enamorase de mi  Esas personas son tan egoístas que sólo se quieren a sí mismos.
-No te sientas culpable, no eras tú la egoísta. Cuando uno se enamora ves por los ojos de la persona que amas y haces infinitas locuras que nunca sospecharías ibas hacer.
-Si, pero eso no es excusa para mi estupidez. De nuevo te pido perdón; me porté fatal contigo y te hice daño, mucho daño, por eso yo soy tan culpable como él
-Yo también te pido perdón. No debí marcharme de tu lado. Te había prometido paciencia y tiempo, pero lo hice mientras estábamos solteros. Te respeté hasta el último momento y soñaba con  nuestra noche de bodas, por eso mi reacción fue tan nefasta. Esperaba otra cosa, había estado soñando con aquel momento desde que te conocí.  Me sentí ¡ tan fracasado ¡, pero eso ya no tiene arreglo. No nos torturemos más, porque los dos lo hicimos muy mal

Almudena rompió a llorar, pero esta vez era un llanto convulso, desgarrador y no cesaba de pedirle perdón
-Ven aquí, ven aquí, le dijo Alberto

La abrazó y con una mano la daba golpecitos suaves en la cabeza para tratar de calmarla.  Ella reclinó su cabeza en el pecho de él y con sus manos se aferraba fuertemente a la chaqueta de Alberto, nerviosa, desesperada y sin consuelo.  El percibía el perfume que normalmente ella usaba y de nuevo le envolvió la ternura que sentía por ella.  Tomó su rostro entre sus manos mirándola a los ojos y secando las lágrimas que corrían sin cesar por sus mejillas.  Besó sus labios con suavidad y unas palabras largamente esperadas por Almudena brotaron de sus labios

Al día siguiente se levantaron muy contentos. Por fín habían solucionado todos sus problemas, había sido una mala pesadilla. Mientras desayunaban felices, se acariciaban, se besaban, se tomaban de las manos. Tenían que recuperar el tiempo perdido.  Era veintirés de Diciembre, y entonces acordaron reunir a toda la familia, a los padres de ambos y anunciarles la buena nueva. Serían las Navidades más felices de sus vidas

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