DESENCUENTROS / Capítulo SEXTO
Paró el coche en la
plaza de Belchite, frente a la iglesia y contigua al Ayuntamiento. Cogió su agenda y decidida entró en el
consistorio para indagar sobre alguna pista
del hecho que le había llevado hasta allí.
--Señorita, por
favor ¿puede atenderme?
--Si, como no.
Dígame
--Vengo buscando
información sobre una persona fallecida durante la guerra civil, más
exactamente durante el bombardeo. Necesito saber el lugar en dónde se procedió
a su enterramiento
--¿Tiene nombre,
apellidos o algún otro dato ?
-- Le agradezco
mucho la información, pero por favor con independencia de que yo indague en la
iglesia, si es tan amable búsqueme los datos que pueda. Es muy importante.
-- Descuide, ahora
mismo me pongo con ello. El cura, aunque muy mayor, es de aquella época. Estaba recién salido del seminario cuando
llegó aquí. Seguro que él sabe a quién se refiere.
-- De nuevo muchas
gracias. ¿ Cuando puedo volver?
-- Aún no estamos
informatizados, por lo que tendré que ir al sótano y buscar los libros. Creo que un par de horas los habré
localizado.
--¿Le parece después
de comer, como a las cuatro?
-- Perfecto,
quedamos a las cuatro.
-- Hasta luego, pues
Se dirigió a la
iglesia y preguntó por el sacerdote que la chica del Ayuntamiento le había comentado
--¿Se refiere a don
Felipe?, la dijo el sacristán que la atendió
-- Pues la verdad no
se cómo se llama, pero debe ser él si es que estaba aquí durante la guerra
-- Venga, está en la
parte de atrás
Ambos se dirigieron
al pequeño jardín trasero de la parroquia y allí, sentado bajo el porche, se
encontraba el anciano sacerdote dormitando
-- Hoy no hace muy
buen día, apostilló el sacristán
--Cuando salí de
Madrid, estaba medio lloviendo…
-- Don Felipe, don
Felipe. Esta señorita pregunta por usted
--¿ Eh, cómo dices ?
-- Está algo sordo,
tendrá que hablarle alto, pero no se preocupe tiene una cabeza que para mi la
quisiera yo cuando llegue a su edad. Le solicitan unos datos de cuando el bombardeo. .
- Pregunto por Lolita, fué muerta en el bombardeo en Bilchite Viejo. . . Resulta que era novia de un chico americano que fue herido junto a ella
aquel día. Es el abuelo de un buen amigo mio. Nunca ha olvidado aquel suceso y
antes de morir querría saber dónde está enterrada y poner unas flores en su
tumba. Me han dicho que la madre aún
vive
-- Si, si . La vida no fue justa con ellos. Eran buena gente que no hicieron daño a
nadie, al contrario, ayudaban a todos los que les necesitaran. La niña murió, al padre le detuvieron a los
pocos días de la muerte de su hija, le encarcelaron y falleció en prisión de
tuberculosis. Dolores, la madre, , se quedó sola y sin dinero. Ahora está en una residencia esperando que
llegue su hora. ¡ Ay Señor, lo que tuvimos que ver en aquellos días ¡ La niña está enterrada en el Viejo, junto a
su padre, pero está todo derruido.. Yo iba antes a visitar a todos los amigos
que allí yacen, pero ya no lo hago. Se me encoge el corazón contemplar aquellas
ruinas, aquel lugar que estuvo lleno de vida. Eran mis amigos; bauticé a sus
hijos, casé a algunos de ellos y ahora dicen que está todo embrujado y que por
la noche se oyen los lamentos de los que allí vivieron Sólo pude rezar por ellos.
--Padre,
no le molesto más. No quiero que le atormenten los recuerdos. No sabe el favor
que me ha hecho y lo agradecida que estoy. Desde América le van a bendecir.
--
¿ Por qué no vino antes, el americano, a indagar todo esto?
--Como
ya sabrá quedó herido y traumatizado por la muerte de Lolita, pero nunca la
olvidó. Pasado un tiempo se casó, tuvo hijos, en fin el tiempo pasó. Un nieto
de ese hombre es escritor, ha escrito un libro sobre la peripecia de su abuelo
y le prometió que averiguaría el paradero de Lolita. Dentro de unos días vendrá personalmente a ponerle
las flores que prometió a su abuelo. Yo
le estoy facilitando los trámites
--
Está bien, hija, está bien. Que venga por aquí cuando llegue. ¿Se lo dirás ?
--Desde
luego vendremos los dos. Muchas gracias de nuevo. Hasta pronto
--
Ve con Dios, hija
Decidió
dar una vuelta por el Viejo y visitar el lugar de los acontecimientos. Se había convertido en un pueblo fantasma .
Ella
no tenía miedo; se le había encogido el corazón cuando el sacerdote relató la
tragedia de los padres de Lolita. Estaba muy apenada y a punto de saltársele
las lágrimas. Desde que se quedó viuda,
cualquier cosa la hacía llorar. Antes era una chica risueña incapaz de apenarse
por nada, pero la ¡cambió tanto la vida!, que ahora se emocionaba hasta cuando en Navidad ve los anuncios de
turrones.
Era
un paisaje apocalíptico, solitario, pero en sus fachadas derruidas estaba
escrita con sangre la vida de aquellos que en su día fueron sus moradores y
ahora los pocos que quedaban, ni siquiera paseaban por sus calles: no querían recordar, no querían ver la
destrucción de lo que antaño fueron sus hogares, era su vida, sus hijos, sus
mujeres, sus casas.
Se
dirigió hacia las afueras del pueblo en donde creía podría estar el cementerio.
Consultó el reloj.
-- Mejor lo dejo para la tarde. Iré a comer y
después al Ayuntamiento. Haré noche en el pueblo y mañana trataré de ver a la
madre de Lolita. No puedo irme de aquí sin visitarla
Puso
rumbo al pueblo nuevo. Buscó un sitio en dónde comer y reposar hasta la hora de
ir al Consistorio. Tenía que asimilar todo lo que había vivido aquella mañana
nublada e intensa.
Pidió
información al camarero que le servía la comida de algún lugar en el que poder
pasar la noche. La indicó que estaba cerca y que era una pensión limpia y
económica. Apuró el café de la sobremesa y esperó a que fuera la hora de
recoger los datos que la facilitarían en el Ayuntamiento. Habían pocas cosas que hacer en el pueblo,
sólo contemplar el paisaje de un pueblo construido hacía poco. Le faltaba la solera que tenía el pueblo Viejo.. Recogió la documentación solicitada y
nuevamente agradeció a la funcionaria el servicio prestado. Deambuló por la zona, pero para una persona
que vive en una gran ciudad, pronto recorrió el terreno y cansada y aburrida
optó por encerrarse en la habitación de la pensión.
Compró un bocadillo para cenar y una botella de agua .
encendió el televisor de su habitación. Se quitó la ropa y se puso el pijama.
Tenía mucho sueño y es probable que se quedara dormida rápidamente, como así fue
Los
“silencios”” de los pueblos fueron los que la despertaron en una hora muy temprana. Se desperezó y se
quedó mirando al techo de la habitación. Pensaba en lo vivido el día anterior y
en lo que le aguardaría en el día presente.
La habitación tenía un baño, pequeño, con plato de ducha, pero a ella le
daba igual
-- Lo importante
es que esté limpio… Y eso lo estaba en demasía
Lucía
en la calle el sol mortecino del otoño, pero al menos no llovía. Se vistió con
unos pantalones y un jersey de cuello alto. Se recogió el pelo en una trenza.
No se maquilló y se dispuso a salir.
Desayunó, abonó su cuenta y se introdujo en el coche rumbo a la
residencia de ancianos. Trataría de ver primero a la madre de Lolita y posteriormente iría al cementerio después de comprar unas
flores, pero no sabía dónde. Preguntaría en la residencia.
Llegó y en recepción solicitó la
entrevista con Dolores
-- Están
desayunando. Habrá de esperar hasta que terminen.¿ A quién digo que ha venido a
verla ?
-- No, ella no me conoce. Vengo en
nombre de alguien que la conoció hace tiempo
-- Está bien, aguarde un momento, ya no
tardarán mucho
Estuvo dando vueltas por el vestíbulo.
Se fijaba en los cuadros que colgaban en la pared, hasta que una señorita
empujando un carrito con una anciana llamó su atención
--Señorita, aquí está Dolores
La empleada dejó el carrito delante de
Perla. La anciana levantó la mirada y la fijó en la muchacha con
curiosidad. Con voz trémula le preguntó
--Perdone, señorita, ¿ la conozco ?
-- No señora, pero tenía mucho interés
en hablar con usted
--¿Conmigo y por qué ?
-- Vine a visitar el pueblo. Hace años
vivió aquí el abuelo de un amigo mio y me encargó venir y averiguara si vivía
alguien de aquella época
Perla narró lo que estimó que no iba
causar dolor a la anciana de manera que los tristes recuerdos no la
atormentasen. Una vez explicado, muy por
encima, el motivo de su visita a Belchite, se iba a despedir cuando Dolores
cogiéndola de la mano la dijo:
-- Empuje el carrito. Vamos a mi
habitación, quiero enseñarle algo que es un tesoro para mí. Los primeros patucos que hice a mi hija cuando
supe que venía en camino.
Entraron en el ascensor siguiendo las
instrucciones de Dolores. llegaron al
segundo piso y
de allí a la habitación que
ocupaba la anciana. Del armario extrajo
una caja de cartón, por la que el tiempo había pasado y de su interior extrajo
un par de patucos color rosa.
-- Hice otros azules por si era niño, pero esos los perdí
jun to con mi casa. Era una niña
preciosa, y buena como nadie
En ese momento Dolores se derrumbó y rompió a llorar
amargamente. Perla se abrazó a ella con
los ojos llenos de lágrimas. Comprendía perfectamente el dolor de aquella mujer
viviendo únicamente de sus recuerdos. La anciana prosiguió
--Tenia novio ¿sabe ? Se conocían hacía poco tiempo y
¡ eran tan jóvenes ¡ Él era un chico americano que vino con las Brigadas
y estaban juntos cuando ocurrió
--Dolores, de él es mi encargo
-- ¡ Dios mio, no la ha olvidado ¡
-- No Dolores. Nunca la olvidó y a su primera hija le
puso el nombre de lolita. Ella está siempre en su pensamiento
Trató de calmar la emoción de la anciana y su propia
emoción. Al cabo de un rato una vez hubo calmado a la mujer, pudo despedirse de
ella con la promesa de volver junto con Jeff.
Dio un beso en la frente a aquella venerable mujer y salió de la
residencia llorando como una criatura.
Dentro del coche se dio cuenta de que no había
comprado las flores y frenó de nuevo entrando en la residencia e indagar allí
por una floristería.
Compró un ramo de flores varias, alegres como era la
niña que las tendría sobre su lápida y dirigió el coche hacia el cementerio
Viejo dispuesta a dar con su tumba. No le costó gran esfuerzo, a pesar de que
las inscripciones estaban medio borradas, pero dio con la de Lolita. En silencio rezó un padrenuestro y depositó las flores
en el suelo, enjugando las lágrimas que brotaban de sus ojos.
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