VOLVER A LOS DIECISIETE - Capítulo DECIMO



El tiempo había transcurrido y la situación en nada había cambiado. Ni sus hijas habían vuelto a tener comunicación con la madre y por consiguiente no  había vuelto a ver a sus nietos.  Esto la mortificaba; no entendía la actitud de Raquel y de  Alicia:  habían conseguido romper con su relación ¿ qué más querían ? Sin embargo Ramón y Luis la llamaban de vez en cuando y hasta iban a verla a escondidas de sus mujeres.  Les preocupaba Carmina. Había adelgazado considerablemente y se la veia apagada y triste. Manoli no les daba buenas noticias

--Se pasa en la cama la mayor parte del día. Sólo se levanta para comer y cenar; alguna tarde consigo que se quede en el salón conmigo, pero no habla.  Tiene la mirada perdida en no se sabe dónde...

Aquél día, mientras comian, Carmina le dijo a Manoli

-- Me voy a ir de viaje ¿ me acompañas?

--¿ Dónde te vas?

--No sé, a cualquier sitio lejos de aquí

-- Si, te acompaño. No tengo otra cosa que hacer

La verdad es que a Manoli la preocupaba dejarla sola por eso decidió que iriían juntas a donde fuera.
Quizás un cambio de aires las viniera bien a las dos, de cualquier forma nadie venia a visitarlas... Adolfo, en horas que comprendía poder hacerlo, llamaba a Manoli para saber cómo iban las cosas. Para tranquilizarle y no causar más alarma de la debida, le mentía y le confirmaba  que estaba bien  y más tranquila, cosa que estaba lejos de ser real. Irían por carretera. En su actual situación, Manoli creía que no era lo más acertado.  Carmina tenía la cabeza en otras cosas y el circular por carretera  conduciendo ella,  no le gustaba nada

-- Iremos despacio, no te preocupes. Si se nos hace de noche pararemos en cualquier sitio y seguiremos a la mañana siguiente.  Conduzco bien.  No nos va a pasar nada, miedica....- Fue la primera mueca de sonrisa que Carmina hacía en mucho tiempo.

A la hora de la salida del colegio de los niños, acudió a verles, a despedirse de ellos.  En la puerta estaban sus hijas, por las que fue saludada, sólo al cabo de unos instantes Alicia corrió hacia su madre y la abrazó, pero Raquel la miró con dureza sin dirigirle la palabra


--Mamá ¿estás bien?- le preguntó Alicia

-- Sí tesoro. He venido a ver a los niños. Nos vamos de viaje y quiero despedirme de ellos

-- ¡Ja...! se van de viaje...

-- No Raquel,  Manoli y yo nos vamos de viaje, nadie más...

Unos diablillos llegaron corriendo y gritando contentos de volver a ver a su abuela, a la que se abrazaron apretando sus caritas contra la de Carmina, que no pudo evitar emocionarse.  La comunicación duró el tiempo justo.  Raquel cortó el abrazo

-- Venga niños. Tenemos que irnos

-- ¡ Raquel !,- gritó Alicia.- Espera un poco. Déjales que estén con ella siquiera unos instantes. Estoy empezando a pensar que me equivoqué al darte mi apoyo.  Mira qué delgada se ha quedado; no es ni su sombra de la de hace unos pocos días.  Estamos siendo injustas con ella.  Yo desde luego la voy a llamar a menudo, lo siento, pero no estoy de acuerdo contigo.  Han roto su relación  ¿qué mas quieres ?



--¿ Que qué más quiero ?  El sólo hecho de haberla empezado ha sido humillante. ¿ Qué pensaría papá?

-- Dudo mucho que a él le importara lo más mínimo

--¡ La adoraba !

-- ¿ Estás segura de eso ?

-- ¿ Qué quieres decir ?

-- Nada, no quiero decir nada

La conversación quedó interrumpida al acercarse Carmina dando la mano a los niños

-- Bueno tengo que irme. Me he alegrado de veros.  Adiós

-- Espera mamá- le dijo Alicia-,   dame un abrazo

Ambas mujeres se fundieron en un abrazo y los niños rodearon las piernas de las mujeres con sus bracitos.  Mientras Raquel presenciaba la escena con gesto duro; le costaba dar su brazo a torcer y reconocer que no se estaba comportando correctamente.

El poder sentir el cariño de los pequeños lejos de consolarla, la entristeció aún más.  Se marchaba lejos, no sabía dónde, pero estaba segura de que tardaría en verles. Necesitaba salir de allí, tratar de olvidar en otro lugar que no le recordara tanto a Adolfo. Le echaba de menos, sus mimos, la dulzura de sus ojos cada vez que la miraba, el contacto de su piel....  Había renunciado a él por aquellos seres diminutos que ignoraban el sacrificio que hacía su abuela y que nunca lo conocerían.

 Cada mujer se metió en su vehículo y Carmina las vió partir con tristeza.  Hubiera dado cualquier cosa por una palabra amable de su hija mayor, pero Raquel era fria y dura como el acero y sabía que jamás la perdonaría lo que ella interpretaba una traición a su padre.

Carmina llegó a casa y se sentó en el sillón para descansar. Se sentía cansada, muy cansada y débil

-- ¡ Claro, apenas comes !  ¿ Por qué no nos vamos en tren?

-- ¡ Manoli ! no es cansancio físico, sino moral. No te preocupes.  No tenemos prisa y lo mismo nos da tardar dos o tres dias en llegar a nuestro destino

-- Y ese destino ¿ cuál será ? ¿ en qué dirección iremos ?

-- Luego extenderemos un mapa, cerraremos los ojos e iremos hacia donde algún dedo nos señale

-- ¡ Muy bien, muy bien ! ¡ Estupendo !

--¿Sabes que te estás volviendo muy gruñona ?

-- ¿ Siii ?, pues qué bien. ¡ Vaya par que nos juntamos !

-- No tengo ganas de hablar.  He visto a los niños y a mis hijas

-- ¡ Qué bien !¿ no ?

--Bien por Alicia y los niños que se abrazaron a mi. Pero mal, muy mal por Raquel.  Nunca me perdonará; no volverá a ser como antes. De nada servirá mi renuncia, estoy segura.

-- Pues si estás segura, vuelve con Adolfo.

-- No puedo, no puedo. He de esperar aún más

--¿ Esperar a que una lagartona se cruce en su camino y recoja sus pedazos rotos? Humm...

-- Lo sé, lo sé, pero he de esperar a ver qué sucede.  Quizás...  Raquel ...  Alicia, se que me ha perdonado y ella se ha mostrado entrañable como antes, pero Raquel....  es inflexible.  Sólo deseo que algún día no tenga que arrepentirse de su actitud y la pesadumbre la acompañe toda su vida.  Porque sé que algún día, tarde o temprano, la verdad saldrá a la luz y entonces...   Pero no seré yo quién le diga nada.  Ni tú tampoco ¿ me oyes ?,  ni tú tampoco

-- Sigo opinando que eres tonta, demasiado buena.  Y así te van las cosas.

-- Ya Manoli, ya por favor

-- Tienes razón. No hacemos más que mortificarte cuando eres la más inocente de todos. Dame un abrazo y perdóname

-- ¡ Ay, Manoli ! ¿ qué sería de mi si no te tuviera?

-- Pero me tienes. Eres como una hermana para mi y nunca,  nunca te dejaré sola. Este es mi hogar, y él está dónde tú estás.

--  Y ahora voy a preparar la cena.  ¿ Te sirvo un Jerez ?

-- No, gracias.  No me apetece

-- ¡ Ah ! y no vuelvas a pedir perdón a nadie ¿ me oyes ? Nadie, absolutamente nadie, y en ello incluyo a tus hijas, tienen nada que perdonarte. ¿ Me has entendido ?

-- A veces pienso que eres muy parcial por el cariño que me tienes

-- Naturalmentte que te quiero, pero además no soy ciega y veo las cosas

-- Anda, ve a la cocina.  Yo tomaré sólo unas galletas

-- Ni hablar, cenarás lo que te prepare.  Soy mayor que tú y debes obedecerme

-- ¿ Mayor que yo? ¡ Sólo dos meses !

-- Bueno,  pero soy mayor ¿ no?, pues eso...




Manoli se encaminó a preparar la cena y Carmina se quedó a solas con sus pensamientos.  Siempre era lo mismo:  su obsesión ¿ qué estaría haciendo Adolfo ?  Seguramente estaría cenando en algún restaurante acompañado de una espléndida mujer.  Los hombres tenían mayor capacidad para el olvido, y además su círculo vital era más amplio que el de ella.

Lo que Carmina ignoraba es que la vida de Adolfo ya no era la misma. . Sus únicas salidas eran de casa al trabajo y viceversa. Su único pensamiento se centraba en una sola mujer:  en ella.  No había vuelto a saber nada. llamaba, hablaba con Manoli lo justo para saber cómo estaban y colgaba.
En la última llamada, le comunicó que salían de viaje . Al no conocer el destino no le pudo decir dónde irían, de manera que le iba a ser difícil poder hablar con él.  Estarían todo el día juntas...

Sin prisas, despacio Carmina se levantó, se aseó y se vistió para emprender el viaje.  Dilataba al máximo su partida. Sabía que cada kilómetro que recorrieran las alejaría de Madrid, de Adolfo, a pesar de que ya estaban suficientemente distantes aún permaneciendo en la misma ciudad.  Manoli ya había preparado el desayuno y la esperaba algo impaciente.  Iban a estar casi todo el día en la carretera y el viajar la ponía nerviosa. ¡Si al menos supiera dónde iban...!

Desayunaron tranquilas y una vez recogido el servicio, Carmina extendió un mapa de carreteras sobre la mesa, y dijo a Manoli

-- Bueno, sé tú la primera.  Cierra los ojos y gira la mano alrededor .  Cuando te parezca te detienes  y señalas un lugar

--¿ Por qué no lo haces tú ?

--No, da igual. Hazlo tú

Manoli no quiso contrariarla. La notaba más triste que habitualmente. Sabía lo que la costaba emprender este viaje.  Iba a alejarse de lo que más quería: su familia, su amor, su casa...

-- No he podido despedirme de mis hijas, ni de los niños...  ¿ Por qué todo esto, por qué ?  Llamaré a Ramón y a Luis antes de salir...Anda elige ya

Manoli siguió las instrucciones que le diera Carmina y su dedo se detuvo en Asturias, en un pueblecito de pescadores.

-- Nos ha tocado Asturias.  Es un lugar de ensueño, pero en invierno,  y en una zona donde llueve a menudo, no sé si va a ser el mejor sitio para levantar el ánimo

-- Asturias es maravillosa.  Cualquier lugar es bueno, estaremos bien.  Voy a llamar a los chicos. Mientras ve quitando el gas, cortando el agua,...  La temporada va a ser larga...

Manoli se la quedó mirando  ¿ es que no pensaba volver?  Le extrañó que la elección no la diera ni frio ni calor.  Ella era amante del sol, no le gustaba la lluvia. La confundía la conformidad con el lugar.  Claro, no era una situación normal...

Instaladas en el coche partieron rumbo a Asturias.  Manoli, con la mirada, dio su adiós a la casa. Faltarían durante mucho tiempo y eso le apenaba.  Carmina no miró atrás, no hizo ningún comentario.  Los músculos de su rostro estaban tensos y sus manos se aferraban fuertemente al volante del coche.  Quería cerrar una etapa , otra más, en su vida.  De nuevo partiría de cero en un lugar nuevo, en una nueva casa, con nuevas gentes y lejos de sus seres queridos. Debía hacerlo aunque se le rompiera el alma en ello.






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