VOLVER A LOS DIECISIETE - Capítulo DUODECIMO



  Con las primeras luces de la mañana, llegaron Raquel y Ramón. Su desplazamiento había sido toda una odisea. Había puertos cerrados con uso de cadenas. Les nevó en algunos tramos, etc. Ramón recriminaba a su mujer el no haber aceptado el ofrecimiento de Adolfo


-- Estoy harto de aguantar tus estupideces. No es ocasión para andar con remilgos.  Ojalá y lleguemos a tiempo, porque si no es así te lo vas a estar reprochando toda la vida. ¡ Eres increible, no te entiendo




  Raquel callaba porque en su interior pensaba que su marido tenía razón.  No eran momentos para andar con remilgos. Durante todo el trayecto pensaba en su madre; se sentía responsable por haberla empujado, sin quererlo, a exiliarse en aquella población tan alejada de su familia, sometida a una soledad que ella no deseaba.

Por fin divisaron la silueta del hospital y sus corazones se aceleraron.  Estaban  deseando llegar y al mismo tiempo lo temían. A lo largo de la noche habían mantenido contacto con Alicia y Manoli, por ello,  sabían que tenían que seguir esperando, pero deseaban saberlo de primera mano. Dejaron el coche en el aparcamiento y con paso acelerado se introdujeron en el hospital.  Preguntaron en recepción y allí les indicaron el lugar en donde aguardaban los familiares de la paciente.

En la salita estaban todos.  Los hombres charlando y dando paseos por la habitación, las mujeres calladas, llorosas cogidas de la mano.  Raquel fué la primera en entrar y abrazarse a su hermana


-- Decidme ¿ qué sabéis?
-- La hemorragia está controlada, pero  aún no ha vuelto su consciencia.  El médico dice aguardar unas horas y si la hemorragia no se reproduce, trasladarla a planta con los cuidados requeridos , pero en la que sus más allegados puedan hablarla, para tratar de que recupere la normalidad

-- ¡ Dios mio, qué terrible !, exclamó Raquel

Ramón entretanto se unió a Luis y Adolfo requiriendo todas las últimas noticias.  Como si de repente se diera cuenta, Raquel miró en dirección a los hombres y fijó su mirada en Adolfo

-- ¿ Qué hace él aquí?

-- ¡ Cállate, por favor !, la replicó Alicia.  Tenemos que hablar de algo muy importante que no admite demora, así que dentro de un rato nos iremos tú y yo al jardín, y allí tranquilamente te contaré algo que cambiará  por completo tu forma de ser...

--¿ Qué ocurre ?  ¡ Me he perdido ! ...

-- Ya, ya... contestó Alicia.

Pasados unos instantes, las dos hermanas se alejaron en dirección al jardín.  Tardarían más de una hora en regresar.  Raquel venía con el rostro demudado y muy callada.  Alicia por el contrario se había quitado un peso de encima y su rostro se veía relajado

-- Ya está todo aclarado.  No es necesario seguir fingiendo...

Raquel se sentó al lado de Manoli a la que miraba fijamente...

-- ¡ Todos lo sabíais y nadie me dijo nada !

-- Tu madre nos lo prohibió.  No quería daros ese disgusto ni que la memoria de tu padre se viera empañada por nada

-- Pero ...  Debistéis decirlo cuando ha surgido el problema con Adolfo...  No podré mirarle a la cara. ¡ Qué vergüenza !

-- No te preocupes por él.  Lo comprende y aunque nunca ha estado de acuerdo con ello, ha callado por Carmina.  Ahora comprenderás muchas cosas...

-- Si a mamá la pasa algo, yo me moriré de remordimiento.  La quité  los niños... fuí mala y  perversa con ella, no sentí lástima por el daño que la hacía, y sin embargo ella nunca me dijo nada...

-- Así es tu madre, Raquel.  Nunca se queja de nada, sufre en silencio, y creeme cuando se enteró de lo de tu padre...  Se portó mal con ella, muy mal... pero bueno... ya pasó todo y en lo que debemos pensar ahora es en que se recupere pronto.

Con ojos llorosos, Raquel dirigió su mirada hacia Adolfo que en silencio contemplaba la escena. Se levantó y se dirigió hacia él



-- ¿Puedes venir conmigo ? Tengo que hablar contigo

-- Desde luego...

En el exterior del hospital brillaba el sol, pero no era un día templado, sino todo lo contrario, al atardecer posiblemente helaría de nuevo.

-- No sé cómo empezar....- titubeó Raquel

-- En lo que a mi se refiere te  comunico que no me moveré del lado de tu madre.  No tienes ni idea de lo importante que ha sido para mi el conocerla.  Creo- dijo sonriendo-  que he llegado a esta edad soltero porque la esperaba desde que nací.  Tiene unos valores difícilmente encontrables en otras gentes, y lo más importante:  sois lo primero en su vida.  Os ama entrañablemente, sin importar los sacrificios que tenga que hacer para conservaros a su lado...

-- Lo sé. Acabo de enterarme y lo que deseo, en primer lugar, es que ella se ponga bien, pedirla perdón y darla un enorme abrazo con las gracias por su sacrificio.  En segundo lugar pedirte perdón por todo lo injusta que he sido. Seguro que me odias  y no te falta razón.  No entendía nada, pero ahora todo ha quedado meridianamente claro.  No sé qué hacer...

Se tapaba la cara con las manos y lloraba desconsoladamente...   Adolfo conmovido, comprendía el remordimiento que debía sentir, sintiéndose culpable de lo ocurrido.  Fué hacia ella y la abrazó con ternura; poco a poco Raquel se fué calmando bajo los brazos amables de Adolfo

-- En lo que a mi se refiere, está todo olvidado.  Lo doy por bien empleado si tu madre se recupera y todo vuelve entre vosotros a la normalidad. ¡ Cómo no iba a perdonarte, si eres su hija. Eres carne de su carne !...

-- Eres generoso y bueno.  Otro en tu lugar...

-- Calla, calla. Lo que importa ahora es Carmina; todo lo demás es secundario, carece de importancia...

-- Gracias Adolfo.  Te estaré eternamente agradecida y me sentiré muy honrada si formas parte de mi familia

--  Raquel, en estos horribles dos días, es lo mejor que me has podido decir...  Te doy las gracias por ello. Anda ahora vamos dentro no te vayas a enfermar tú también.

La tomó del brazo y ambos entraron para reunirse con el resto del grupo que les miraba expectantes.  Raquell fué la encargada de anunciar que todas las hostilidades habían cesado y que ahora Adolfo sería uno más en la familia.  Era la única buena noticia que recibían en muchas horas, porque el tiempo pasaba y no había novedades.  Todos guardaban silencio, tenso, cada uno con sus pensamientos.  Fué Adolfo el que trató de relajar la situación

-- Bueno, es muy pesada la espera, pero también es buena señal de que no va a peor.  Ya nos advirtieron que sería larga...  Por favor, no podemos perder el ánimo ahora. Ella nos necesita
y debemos mostrarle nuestra mejor cara, lejos de dudas y preocupaciones.  Ya tendremos tiempo de comentar todo, cuando haya pasado el mal rato.  Creo que debíamos planificarnos para pasar la noche. A nada conduce estar todos aquí, sin descansar.  Cuando la trasladen a planta nos va a necesitar y no podemos perder las fuerzas

-- Estoy de acuerdo con Adolfo,- dijo Ramón-. Creo que deberíamos establecer turnos y pasar la noche en algún hotel

-- Yo me quedo. Haré el primer turno-  dijo Raquel

-- Bien, pues yo te acompaño, así la vela se hará más llevadera-  replicó Adolfo

El resto protestó pues todos querían quedarse. Manoli impuso su criterio



-- Chicos, chicos. Todos queremos quedarnos, pero Adolfo tiene razón. Vamos a necesitar conservar las fuerzas para ayudarla. La estancia en el hospital puede ser larga. Creo que debemos hacer lo que dice Ramón. Mañana les reemplazaremos temprano y así estableceremos turnos. A lo mejor al mediodía  la trasladen a planta.  Así que dentro de un rato debemos ir a cenar para que Raquel y Adolfo lo hagan a nuestro regreso y posteriormente irnos al hotel. Aquí no hacemos nada

Refunfuñando, todos aceptaron pues vieron que era lo más lógico y la mejor manera de ayudar a Carmina.  Por fín al cabo de dos horas quedaron en la salita Raquel y Adolfo.  La muchacha comenzó una conversación intrascendente, pero no veia otro camino para terminar de romper el hielo, ya que a veces se producian silencios muy violentos. Raquel fué la que pidió a Adolfo

-- Cuéntame cómo os conocísteis. Quiero saberlo todo, no por cotilleo, sino por conocerte mejor...

-- Pues todo fue muy extraño, ocurrió en Jockey, en el restaurante... 

  Adolfo fué desgranando la forma de su primer encuentro y las casualidades de los siguientes...

-- No fué un flechazo, pero tampoco tardé mucho en enamorarme.  Tu madre es de una manera muy especial.  Nunca había tratado con una mujer con la que poder hablar tan abiertamente de cualquier cosa.  No se escandalizaba por cruda que fuera la conversación.  Sonreía y escuchaba.  Nuestro primer "contacto" ocurrió, como casi todo lo nuestro, casualmente, sin buscarlo, pero...  nos unió para siempre.  Ella estaba falta de cariño, no del vuestro, sino del cariño que un hombre puede dar a una mujer.  Yo estaba saturado de frivolidad, y entonces ocurrió....  saltaron chispas:  habíamos nacido para estar juntos y ser una misma persona.  Luego, todo fue sencillo, había amor entre nosotros, nada más.  No nos guiaba otra cosa que el estar juntos y amarnos... Después...  , ya conoces el resto...

--  Adolfo, ha pasado mucho tiempo desde que os separasteis ¿ la sigues amando como al principio? 
-- ¡ Ay Raquel ! más que al principio. Se convirtió,  de una relación normal, a un imposible y eso hacía que mi vida se parase  en el momento en que se fue de mi lado.  Yo que había sido un poco golfo, recobré la serenidad real de mis años y comprendí que sin ella era peor persona.  No volví a las andadas. Ya no. Era imposible estar con alguien que no fuera Carmina.  Y si, daría  mi vida por tu madre...

-- Gracias por amarla de ese modo. Lo merece. Ahora ya lo sé todo y comprendo lo que debió sufrir al sentir los desaires de mi padre hacia ella. ¡ Una mujer joven, en plenitud, y tan bonita !  ¿Cómo pudo hacerla eso ?

-- Creo que lo mejor que puedes hacer es olvidar el tema. Afortunadamente todo se ha aclarado y tendrás ocasión de que ella te lo explique.  No deseaba por nada del mundo, empañar la memoria de tu padre. En definitiva lo que ocurriera entre él y tu madre, sólo les incumbe a ellos. Es su vida y ese episodio es agua pasada. Nadie, ni siquiera yo, puede interponerse.  El siempre será tu padre y debes quererle y respetarle como a tal. Era el marido de Carmina, un lugar totalmente distinto al de padre. Si no supieron, no pudieron o no quisieron solucionarlo, solamente ellos lo saben. Él ya no está aquí para dar explicaciones, además se amaron al principio, fuísteis concebidas por amor, y eso es lo que debe quedar en tu memoria.

Raquel reclinó la cabeza en el hombro de Adolfo, y le dijo

--Gracias, eres un buen hombre. Tus palabras han sido un bálsamo para mi espíritu tan dolorido.  De nuevo gracias

-- Bueno, pues entonces descansa un poco. Trata de dormir. Mira ven a este sillón, parece cómodo.  Descabeza un sueño; si hay noticias te despierto inmediatamente.

Y así lo hicieron. La vigilia, el viaje, los nervios y la pesadumbre , vencieron a Raquel que durmió durante dos horas.



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