POR CASUALIDAD - Capítulo 11 / EL RETORNO

 
El tiempo transcurría y poco a poco Else se iba recuperando en casa de sus padres. Aún sentía molestias y tenía alguna pequeña dificultad para moverse, pero todo marchaba según lo previsto. Hacía reposo más,  por no oir las regañinas de su madre, que por necesidad.  Le agradaba tener cerca a sus padres y aceptar los mimos que ellos la dispensaban.
 
Albert tenía todo preparado para su regreso a casa. En cuanto llegase el médico  que debería ocupar su lugar, regresaría con Freddy  a Nueva York.  Durante el tiempo transucrrido, había hablado un par de veces con el padre de Else, y un corto y protocolario saludo con ella.
 
Hacia mediodía recibieron una llamada de la Organización avisándoles de que ese mismo día, llegaría la persona que ocuparía el lugar de Albert.  Philip estaba contento por su amigo, pero a la vez triste por su partida. Le echaría mucho de menos. Todas las penalidades y alegrías las habían compartido ambos desde hacía mucho tiempo.  Ahora llegaba alguien nuevo y todo sería distinto.  Tal y como avisaron hacia las cuatro de la tarde, llegaron un par de jeeps y dejaron a la nueva doctora. Porque sí, era una mujer .  Se miraron los dos amigos y los ojos de Philip se iluminaron por unos momentos.  Le complacía sobremanera tener una compañera en lugar de otro hombre.
 
Una mujer joven y muy guapa se bajo de uno de los jeeps y con paso firme se dirigió hacia los dos amigos que estaban expectantes. 
 
- Buenas tardes, soy Amanda Holmes. La  nueva médica

Amanda Holmes
 
 
- ¡ Hola ! soy Philip y Albert a quién viene a reemplazar
 
-Encantada. Bien ¿ me pueden indicar dónde me acomodo ?
 
- Desde luego, dijo Philip solícito, indicándole el pabellón de Albert que ahora sería de ella
 
- Perdone, dijo Albert.  Los bultos son mi equipaje y en un par de días me los llevaré, cuando me vaya
 
- ¿ Y este niño tan lindo ? dijo Amanda
 
- Es Freddy, mi hijo, respondió Albert. Se viene conmigo
 
Los dos amigos dejaron que Amanda se instalara e hicieron los comentarios de rigor sobre lo atractivo de la muchacha.
 
Y llegó el momento de la despedida. Emocionados Albert y Philip se fundieron en un emocionado abrazo.  Philip alzó del suelo al niño y le abrazó con infinito cariño
 
- No dejes de escribirme y llámame algún día, gritaba Philip mientras veia como el coche de Albert tomaba el camino de la ciudad.
 
-  Llevan mucho tiempo juntos ¿, verdad ? preguntó Amanda
 
- Casi desde la universidad. Es como un hermano para mi.  Si no fuera por su hijo, no se hubiera marchado., pero el niño necesita otro tipo de vida

Philip
 
 
- ¿ Y su mujer ?
 
- Ella falleció hace tiempo, al nacer el niño
 
- ¿ De parto ?
 
- No. La detectaron un tumor cuando estaba embarazada, espero a dar a luz para ponerse en tratamiento, pero llegó tarde.  Vivió tres meses después de tener a su hijo.  Desde entonces cuidamos del niño entre todos, pero ha llegado el momento de organizar sus vidas.
 
- Lo siento. ¡ Parece tan triste !
 
- Si, cierto. Lo es. .  Bueno ahora comencemos el trabajo Amanda. Hoy nos visitan los lugareños. Pero antes te invito a un café ¿ vale ?
 
- Hecho, dijo sonriendo Amanda. Presiento que nos vamos a llevar bien ¿ no crees ?
 
- Más nos vale. Ésto es muy duro.  ¡Cómo para tener problemas! . . .  Y ambos romperon a reir. 
 
Albert y Freddy ya estaban acomodados en sus respecivos asientos. El niño en el lado de la ventanilla; estaba nervioso e impaciente por la novedad que suponía para él su primer viaje en avión y el conocer a su familia de América, y ver el lugar en dónde nació su padre.  Dieron las órdenes oportunas para que los pasajeros se abrocharan el cinturon para iniciar el despegue.  En unas horas estarían en casa.  Albert ´sentía un nudo en el estómago: ´Tenía distintos sentimientos: ver a sus padres, que conocieran a su hijo. . .  y tener la posibilidad de volver a ver a Else ¿ Qué pensaría ella ?  Hasta entonces sus cortos diálogos habían sido amistosos y sin demostrar ningún síntoma de afecto que no fuera el amistoso.

 
 
Freddy disfrutó de una película hasta la hora de la comida, después se quedó dormido hasta que Albert le despertó unos minutos antes de aterrizar en Nueva York.
 
Allí estaban sus padres, tio John y Tia Rosalyn. La emoción era profunda cuando se abrieron las puertas que dan acceso al vestíbulo después de recoger el  equipaje.  Freddy iba como asustado agarrado al brazo de su padre.  Fué Mildred, la madre de Albert,  la primera que corrió al encuentro de su hijo y nieto. Se abrazó al primero para después abrazar al pequeño que la miraba tímidamente sonriendo. El padre esperó su turno sin poder evitar que unas lágrimas empañaran sus ojos al contemplar las figuras de los recién llegados.
 
- Hijo mio ¡ cuánto tiempo ! Pero al fin habéis llegado. ¡¡ Mi nieto, mi primer nieto !! decía Stephan apretando contra sí al niño. 
 
Una vez que todos se abrazaron y saludaron se dirigieron a sus respectivos coches, que les llevaría hasta su casa. Todos estaban contentos y emocionados. Albert no podía contener su emoción y miraba a su hijo que asombrado veía la escena sin apenas pronunciar palabra alguna.

Stephan Williamson, padre de Albert

Mildred, madre de Albert
 La comida en casa de los Williamson estaba presidida por la armonia y cariño existente entre todos los componentes de la familia. Hubo brindis por los recién llegados siendo el principal homenaje para Freddy que estaba encantado de ser el centro de atención de todos ellos.
 
En la sobremesa y mientras Mildred y Rosalyn mostraban al niño su habitación, que antes había sido del padre, los hombres mientras tomaban un café,  se interesaban por saber todo lo ocurrido en la vida de su hijo
 
- Presiento que no ha sido fácil, ¿ verdad hijo mio ?
- No papá. Han ocurrido muchas cosas en ella y no todas buenas. Por eso pensé que debía venir de nuevo a casa; Freddy necesita una vida con más medios que los que allí tenemos. Hemos dejado buenos amigos y aquellas personas , que nos quieren y nos ayudaron mucho.  Sobretodo las mujeres. Cuando Karen murió, yo no sabía qué hacer con el bebé, y gracias a ellas y una en especial que lo amamantó, pudimos salir adelante.
 
Permanecieron en silencio durante un rato hasta que fué interrumpido por las carreras del niño que venía a contar a su padre que tenía su habitación, con infinidad de juguetes de cuando él era pequeño.  El padre le miraba con ternura y le sentó en las rodillas.
 
A media tarde pensó que debía llamar a Else y anunciarla que ya estaban en casa
 
- Si dígame
- Los señores McDermon, por favor
- ¿ Quién les llama ?
- Dígales que soy Albert
- Un momento
 
Al cabo de unos instantes, una vozarrona fuerte se puso al teléfono
 
- ¡ Albert, muchacho. Qué alegría de oirte ! ¿ Dónde estás ? Te escucho  estupendamente, sin interferencias
- Thomas estoy en casa, en Nueva York.  Hemos llegado hace unas horas
-Mañana ven por aquí. Te quedarás a comer. Tengo ganas de darte un abrazo
- No Thomas, y espero que me comprendas. Mis padres han conocido hoy a su nieto. Quiero dejar que pase unos días con ellos para que desfruten ambos
- Muy bien, pues yo pasaré a verte en la tarde. Dame la dirección, anda
 
Albert le facilitó la dirección. Al día siguiente vendría a visitarles. Tenía que hablar a sus padres de esa familia y de Else, aunque a ella ya la conocían por referencias hechas por Albert cuando aún era estudiante.

Hogar de los Williamson

 
 
 
Un lujoso automovil paró frente a la casa de los padres de Albert. Éste salió a recibir  a Thomas McDermon, que venía acompañado de su esposa y de . . .  Else, wque c on alguna dificultad se apeó del coche en último lugar.
 
El encuentro fué cálido sobretodo entre los dos hombres. Siempre tenían presente su vivencia en el accidente de Else.  Detrás de Albert estaban sus padres con Freddy, que después de las presentaciones corrió hacia los brazos de la muchacha
 
- ¡ No se ha olvidado de mi !, dijo ella abrazándole.
 
Todos entraron en la casa, pero Else y Albert se quedaron fuera uno frente al otro, sin pronunciar palabra, sólo mirándose.


 
 
 


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