LA CAMPIÑA CUBIERTA DE BREZOS / Capítulo 3º


Charles, había reservado mesa para dos en un restaurante de lujo.  Ni en su mayor fantasía, Lola hubiera podido imaginar que la llevaría  a cenar a un lugar como aquel:  refinado y lujoso.  Se alegraba de haber elegido aquel vestido, que en un principio creyó estaría fuera de lugar.  Muy al contrario, si hubiera sido de más vestir, hubiera encajado perfectamente.

El maître conocía a Charles por su apellido, lo que la hizo comprender que era asiduo de aquel lugar.  ¿ Con quién iba a cenar ? ¿ Qué clase de personaje era ?  Lo explicaba porque era  un médico muy conocido, pero...  creía percibir que no sólo por su profesión era notable.

El maître corrió la silla para que Lola tomara asiento, desdobló su servilleta que depositó con sumo cuidado sobre su falda.  Ella no es que estuviera acostumbrada a tanto protocolo, pero sabía adaptarse a las circunstancias:  no le dejaría en ridículo.

Charles eligió el vino para cenar y una botella de champán de la mejor cosecha, sin importar el precio.  Lola estaba atónita con tanto despilfarro... ¡ y ella le había dicho de ir a una hamburguesería !.  Este pensamiento la hizo sonreir, por lo que Charles la preguntó al respecto

- ¿ De qué te ríes ?
- Por nada en especial.  Por el ridículo tan espantoso que he hecho al aconsejarte un restaurante barato.  ¡ Es increíble ! ¿ Quién eres en realidad?
- Soy Charles McKenzie, ya lo sabes. Cirujano del Derriford- respondió él
- Eso ya lo sé, pero... ¿ eso es todo?
- ¿ Puedo pedirte un favor?

 Lola asintió con la cabeza, mientras sorbía un poco de vino

- Déjalo estar. Sólo ocúpate de pasarlo bien. ¿ Brindamos ?
- De acuerdo. Me has dejado claro que es un terreno resbaladizo. No lo olvidaré, y perdona mi indiscreción
- No tengo nada que perdonarte.  Por nuestra reconciliación - dijo alzando su copa y chocándola con la de Lola

La cena transcurrió con charla amena por parte de Charles.  Lola estaba violenta, no terminaba de encajar en aquella cita.  La seguridad de Charles la ponía nerviosa y la perturbaba.  De vez en cuando le miraba de frente y se abstraía de la conversación que durante toda la noche era conducida por el médico.  " No está nada mal, hasta diría que es guapo.  Tiene una charla interesante, aunque me aburro mortalmente.  No sé de qué hablar con él.  No sé exactamente qué tipo de cirujano es, de qué especialidad.  Dónde vive, cuál es su familia, sus gustos, no sé nada... ¿ Cómo voy a mantener una charla ?  Es todo un monólogo"

Algo debió figurarse Charles, porque de repente interrumpió su conversación  y quedándose callado, comprobó que Lola estaba totalmente ausente de lo que decía.  Se le había borrado la sonrisa que dibujaba mientras hablaba.  Lola se quedó cortada, al darse cuenta de que había terminado bruscamente su charla

- ¿ Qué pasa ? - se la ocurrió decir, como si estuviera atenta a lo que decía
- Pasar, no pasa nada...  Te estoy aburriendo ¿ verdad ?
- Charles de verdad, no lo tomes a mal, pero es que no sé de lo que hablar contigo...
- ¿ No sabes ?
- Noo.  No te conozco, ignoro tus gustos.  Si te gusta el cine, el teatro, los conciertos... Qué tipo de lectura te interesa... si estás casado... si tienes hijos... es que no sé nada...
- Te lo estaba explicando. Claro, pero la señorita estaba pensando en las musarañas-dijo de mal humor
- No te enfades... discúlpame.  Por favor... repítemelo de nuevo
- No, ni hablar.  Tendrás que averiguarlo tú misma. ¿ Quieres quedarte dormida ?
- Está bien.. Creo que deberías llevarme a casa- dijo Lola, contrariada por la discusión.

Charles tomó su mano que estaba encima de la mesa agarrando la copa de champán que había comenzado a beber a los postres

_ No estoy enfadado, pero...  me molesta que no  hayas dicho ni una sola palabra en toda la noche.  No pensé que fuera tan aburrido, y esta cita,  tan desagradable para ti...
- Estás sacando las cosas de quicio- replicó Lola
- Está bien, dejémoslo. ¿ Quieres que vayamos a bailar ? es muy pronto para regresar a casa.  Son algo más de las diez y es nuestro día libre
- Bien, me parece bien- dijo cabizbaja.  No se atrevía a rechazar esa oferta, después del resbalón de no haberle hecho caso.

Charles se daba cuenta, de que se encontraba incómoda, y para infundirla confianza, pasó su dedo índice suavemente por su mejilla, al tiempo que la decía:

- ¡ Eh ! ¡ no ha sido nada, no tiene importancia ! No te disgustes, por favor, no merece la pena.  Ya nos iremos conociendo.  Es nuestra primera cita
- ¿ La primera cita ? ¿ Es que piensas que...?
- Exacto es lo que pienso...  Repetiremos. Anda vamos, verás que en la discoteca lo pasamos mejor.  La culpa ha sido mia... la cena ha sido demasiado solemne...  pero quería lo mejor, lo más selecto para ti
- ¿ Por qué ? Soy de gustos sencillos, y además no tenías ningún compromiso conmigo
- Me gustas mucho Dolores. Estoy a gusto contigo, pero a veces me desconciertas
- ¿ Yo ? ¿ Te desconcierto yo ? Ja, ja, ja
- Si,  tú.  Te noto que estás conmigo por compromiso, a disgusto, no sé..,. Dímelo ahora...
- No, no estoy a disgusto, pero me sobrepasas... Eres ordeno y mando.  No das un respiro.  Me desconciertas un poco.
- Está bien. Trataré de rectificar. Y ahora ¿ vamos a bailar?

Algo más confiada, le sonrió y aceptó.  Esta vez iba complacida.  De repente se había vuelto cariñoso y amable con ella, y hasta le había dicho que le gustaba ¿ tan pronto ? Hacía pocos días que se habían visto por primera vez, pero ella también le miraba con otros ojos ¿ qué ocurría ?

Quizá era un hombre solitario y buscaba la complicidad de alguien que le siguiera la corriente, aunque con el carácter que había demostrado tener, no creía que ese fuera el problema.



Todo en él era derroche y lujo.  Todo se le hacía poco para obsequiarla, y al igual que en el restaurante, también era conocido en la discoteca

- Debe tener una activa vida social- pensó Lola.

La llevó a un lugar acogedor, intimista en la que un piano desgranaba dulces notas de las dulces melodías que interpretaba.  Podías estar charlando perfectamente sin que la estridencia de la música alterara tu conversación, que era en voz baja y casi susurrante.
Después de pedir las bebidas, se acomodó al lado de Lola.  Quería estar lo más cerca de ella, sin "espantarla". Debía tener mucho cuidado para que no ocurriera algo que hiciera terminar aquella velada, tan esperada, en un auténtico desastre.

Reclinó su brazo sobre el respaldo del asiento, muy cerca del hombro de ella.  Al contrario de lo que podía pensar, Lola, no estaba nerviosa, sino más bien relajada.  De vez en cuando sus miradas se cruzaban, sin pronunciar palabra.  Solamente sus ojos expresaban lo que sus labios callaban.  La mirada de Charles, intensa. La de Lola examinadora.

Una plataforma giratoria, dio paso a una orquesta que reemplazó al pianista.  La música estridente y de alto volumen, llenó la estancia y la pista de baile de cuerpos que se movían al compas de las notas, de las canciones de la actualidad.  Elevaban sus brazos  y sus cinturas se contorsionaban en movimientos absurdos, algunos de ellos con falta de ritmo.

- ¿ Bailamos ?- dijo Charles, tomándola de una mano
- No, mejor que no. No sé bailar... y menos estos ritmos super modernos. Haría el ridículo. Lo mío no es esto
- ¿ Y qué es lo tuyo? Dolores- dijo Charles
- ¿ Por qué me llamas Dolores?
- Porque ese es tu nombre ¿ no te gusta?
- Si, claro que me gusta. Pero es que todo el mundo me llama Lola, porque es más corto y más fácil para vosotros
- ¿ Para quienes ?
- Para vosotros, los anglosajones. A propósito, hablas muy bien el castellano ¿ Dónde lo aprendiste?
- En Ibiza y Marbella...  cuando era joven
- No me digas que eres de esos niñatos ingleses que vuelan hasta las Baleares para poder emborracharse...
- Pues si.., ya ves.  Tuve mis correrías por tierra hispana.  Pero de eso hace mucho tiempo.  Cuando era joven
- ¿ Cuando eras joven? ¡ Vaya ! no me había dado cuenta de que eres un carcamal. Ja, ja, ja
- No desvíes la conversación y respóndeme ¿ qué es lo tuyo?  Yo tampoco sé nada de ti y quiero saberlo todo
- ¡ Oh ! es una cursilada, lo reconozco pero a mi me gusta.
- Pues dímela. Estoy impaciente por saberlo. Me pica la curiosidad
- Pues verás:  las baladas que hablan de amor, de amores contrariados, de amores felices por el hecho de estar juntos...  Cuando sale una pareja a bailar una música lenta, dulce, el hombre abraza a la mujer por la cintura.  Ella le abraza poniendo el brazo sobre su hombro. Juntan sus mejillas y él la susurra al oído palabras cariñosas... ¡ ay !- suspiró
- ¿ Eso es lo que te gusta ? Efectivamente es una cursilada...
- Bueno, a ti te gusta esta música que cuando bailan, parece que les esté dando un ataque.  Sobre gustos, los colores- dijo Lola algo contrariada, pensando que Charles se había reído de ella.

Permanecieron en silencio durante unos instantes.  Lola molesta sorbió un poco de su copa, mientras Charles no dejaba de mirarla con sonrisa algo irónica.  Dolores, como él la llamaba, respondía exactamente a como se la había imaginado: una romántica empedernida.  Leería novelas de amor, lloraría en películas como Tu y yo, al ver a Devorah Kerr sentada por siempre en una silla de ruedas, y a Cary Grant descubrir que su gran amor, si había acudido a la cita que habían concertado en el Empire State.  Esa era " su" chica.  Sensible, tímida, pero con carácter.  Cada minuto que pasaba le gustaba más.

Media hora, era el tiempo que la orquesta estridente debía actuar. Y de nuevo giró la plataforma dando entrada a otra nueva, que ya desde dentro hacía su entrada tocando la música de "Tal cómo éramos"

Sin darse cuenta, Dolores sonrió y Charles dirigió su mirada hacia ella, al tiempo que la tomaba de la mano y casi la arrastraba hacia la pista

- No sé bailar, no sé bailar- protestaba sin parar tratando de frenarle
- No importa, sólo muévete al compás.  Yo te llevaré

La enlazó por la cintura y la colocó el brazo sobre su hombro.  Se miraban sin pestañear

- Es así como te gusta ¿ no?
- Pues... no sé.. Me corta un poco esta situación
- ¿ Por qué ? Así lo has descrito tú ¿ no es así, falta algo?
- No, no.  Es perfecto
- Dolores, eres muy tímida... Sólo es un baile

Siguieron moviéndose al compás de la música.  Una especie de calambre recorrió la espalda de Lola, cuando Charles subió su mano hasta rozar el escote del vestido y arrimó su cara hasta juntar las mejillas de ambos.  Lola no se retiró, muy al contrario, entornaba los ojos.  No sabía lo que la ocurría; quizá había bebido más champán de la cuenta y sus vapores ascendían por su cabeza.  Lentamente él movió su cara hasta rozar con sus labios la mejilla de ella y comenzó a relatar:  el hombre abraza a la mujer. Ella pone su brazo en el hombro de él juntando sus mejillas, susurrando palabras como: " siempre, estaré a tu lado, quiero protegerte, cuidar de ti, amarte y que me ames."..  ¿ Qué decía ?  Ella no había pronunciado esas palabras.  Quería retirarse, pero la presión ejercida sobre su espalda,  por Charles, se lo impedía.  Él inició el corto camino desde la mejilla hasta la boca de ella.  Apenas la rozó   Fue un beso  suave, dulce, casto...  Pero a Dolores la transportó a otra galaxia, y de repente se dio cuenta de que Charles le importaba más de lo que ella quisiera.  El la miraba.  Tenía los ojos entornados y la boca entreabierta, como para decir algo, pero no llegó a pronunciar palabra.  Cuando la música terminó, él tuvo que llevarla hasta la mesa.  Estaba como sonámbula.

Se acomodó en su asiento y sorbió el champán sin apenas mojarse los labios.  Tenía la boca seca y no podía hablar.  Él la miraba , serio, comprendiendo lo ocurrido entre ellos,  hacía unos instantes.  Se sentó más cerca de ella y poniendo su mano en la nuca de Lola la besó largamente.  Ella no opuso resistencia, sólo le miraba a los ojos.






No podrían decir ninguno de los dos, el tiempo que permanecieron mirándose, sin pronunciar palabra.  Al cabo de un momento, fue Charles el que rompió la magia, diciendo:

- Vámonos, Dolores
- ¿ A dónde ?
- A mi casa, ó ¿prefieres un hotel?

En ese momento, Lola bajó a la tierra.  Sus mejillas se encendieron por la vergüenza. Se retiró inmediatamente de la cercanía de Charles, empujándole con ambas manos

- ¿ Qué has dicho ? ¿ A tu casa ó a un hotel? ¿ He entendido bien?
- Si, perfectamente. Creí que como...
- Como ¿ qué? Me he dejado besar, ¿ es eso? Claro ya pensaste que era pan comido. La he besado y ella no me ha rechazado.  Lo siguiente acostarnos juntos ¿ verdad? Los hombres siempre estáis pensando lo mismo. Ni siquiera se os ocurre, ni pensáis, que las mujeres no deseamos ir más allá... sólo cuando nosotras lo decidimos.  Por favor quiero salir de aquí
- Perdona, yo creí... no hiciste ninguna señal de rechazo. Dí por sentado que.. ¡Caramba! somos adultos y sin obligaciones.  No cometemos delito alguno... Pero está visto que no son esas tus opiniones.  Está bien. No volverá a ocurrir, te lo prometo
- Naturalmente que no volverá a ocurrir. ¿ Sabes ? no soy ninguna estrecha, que es lo que primero nos reprocháis, pero no me iré a la cama contigo ni con nadie al segundo día de salir. Me iré cuando yo lo decida... si es contigo, pues muy bien... y si es con otro también... Pero sólo yo lo decidiré.  Estás acostumbrado a que se rindan a tus encantos, pero eso no va conmigo. ¡ Claro  !, por eso el restaurante caro, la pista de baile... Ahora lo entiendo todo. Tenías un plan pre concebido: te ibas a correr una juerga a mi costa.  Quiero irme de aquí... Ahora

Charles, no dijo nada, salió detrás de ella y cogieron el coche.  Encaminaron la dirección del domicilio de Lola, al llegar frente a su puerta, ella se bajó de un salto, y con un " buenas noches", se dirigió precipitadamente hacia la puerta de entrada, sin esperar a que Charles la acompañara.  Él permaneció de pié junto al coche, tratando de comprender lo que había ocurrido. Quizá se precipitó un poco al pedirla se acostaran. Efectivamente, era la primera vez que salían juntos y hacía pocos días que se habían conocido.  Creía que sentía por él, lo mismo que él por ella, y estaba visto que no era así.  No era una chica fácil, no era como las que frecuentaba, deseosas de que las insinuara algo, para caer rendidas a sus pies.

Había tenido romances con alguna de las enfermeras del hospital, siempre fuera del recinto.  El trabajo era sagrado.  Sin duda gustaba a las mujeres: era bien parecido y no tenía escrúpulos en hacer grandes y costosos regalos.  Dolores era distinta. La había conocido de una forma extraña y extraña era su relación.

Pensaba que ya no volvería hablar con ella.  Suponía que no querría verle.  La había ofendido, sin quererlo, pero había ocurrido, y no se imaginaba de qué forma podría arreglarlo.  Sentía mucho interés por ella, quizá porque era distinta a todas las que había tratado.

Cuando ocurrió el incidente de la sonda a Benjamín, al ver la forma de actuar de Lola, cumplió lo que había anticipado " la quiero en mi equipo".  Ese mismo día habló con el gerente solicitando su traslado desde la planta en que trabajaba Lola, hasta su equipo en quirófano.  El gerente fue reticente al principio

- Déjame estudiarlo.  Acaba de llegar y aún no sabemos la experiencia que tiene en quirófanos
- Me da igual la experiencia que tenga. Yo haré que la adquiera inmediatamente. Presiento que es buena en su trabajo. La quiero en mi equipo.

Se había olvidado por completo de su petición.  A los dos días del incidente con Lola, el gerente le dio la conformidad para el traslado

- No sé si es buena idea- le dijo, pensando en su disgusto con ella
- Por Dios Charles, he tenido que mover a medio personal de la planta para complacerte,  y ahora me vienes con que no es oportuno. Podías haberme avisado
- Si, tienes razón. Pero es que precisamente tuve una discusión con ella hace poco, y ni siquiera nos dirigimos la palabra
- Pues tendrás que apañártelas, porque ya lo he comunicado al personal. Así que tu verás

Charles contrariado, salió del despacho tratando de buscar una fórmula para hacer las paces con ella.  Tarea harto difícil por el tema a tratar.  Ella había rechazado su traslado el día del incidente.  Lola esquivaba el encontrarse con él.  No bajaba a la cafetería por no coincidir a la hora de la comida.  Salía rápidamente del hospital, para no coincidir.  ´Sentía rabia.  Estaba furiosa y decepcionada.  No quería volver a tener trato con él.  Ni siquiera le había enviado una nota de disculpa, dándola una explicación de lo ocurrido.  Quizá fuera un malentendido, en fin, algo que justificase su aptitud respecto a ella.  Pero el silencio fue todo lo que recibió.

 Habían pasado varios días y en ese fin de semana, la tocaba guardia nocturna en urgencias.  En la planta cuarta estaban Mary y la enfermera trasladada desde quirófanos.  Por orden expresa del gerente las guardias las haría, de ahora en adelante en urgencias, para que se habituara al manejo del quirófano.  Ignoraba que su traslado se debía a una petición de Charles.

Las noches y madrugadas de los sábados, en urgencias, suelen ser complicadas: borracheras, accidentes de tráficos, operaciones inesperadas, etc.  Hay que trabajar a ritmo acelerado, no sólo con los pacientes, sino con los familiares, que muertos de angustia recaban información constante sobre sus seres queridos

- Tranquilos. Les informaremos en cuanto sepamos algo. Hay que esperar, le están haciendo pruebas y después ira al quirófano.  Les prometo que en cuanto sepa algo, yo misma les informaré. Vayan a la cafetería y tómense algo, tranquilos que está bien-, repetía Lola una y otra vez a los familiares de los que ingresaban
- No sé cómo tienes tanta paciencia...
- Comprendo la angustia que sienten. Alguien tiene que calmarles...

En uno de los quirófanos, operaba Charles.  Ambos ignoraban que les había tocado la guardia al mismo tiempo. En uno de los controles, sonó el altavoz directo desde quirófano.  Una voz escueta, fría retumbó, mientras las enfermeras tomaban un café en uno de los escasos momentos de tranquilidad: " A ver enfermeras, que suba alguna a tranquilizar a los familiares que están hechos un mar de lágrimas.  Necesito que me den tiempo hasta que pueda terminar.  Pero que sea para hoy, vamos"

- Dios mío, es el ogro- dijo la compañera de Lola
- ¿ A quién te refieres?- dijo Lola que entraba en ese momento y no había escuchado la voz de Charles
- A quién va a ser si no: A McKenzie.  Lleva una temporada insufrible. No sé qué demonios le habrá pasado, pero está inaguantable.  Te pido por favor que seas tú la que subas.  Yo no tengo el cuerpo para aguantar más por hoy-, le pidió a Lola
- Pero... es que yo...  No me llevo bien con él, he discutido... y no nos soportamos..-, respondió Lola
- Lo entiendo, pero por favor... Tengo las piernas que no me sujetan.  Tú tienes mucha mano izquierda y se te da bien hablar con la gente... Por favor... te estaré muy agradecida, de veras

Lola no sabía cómo esquivar el encargo.  Al fin se decidió a acudir al quirófano y cumplir con las órdenes del cirujano jefe en persona.

Decidió entrar e informarse de cómo estaba la situación, para mejor atender a la familia.  Se quedó pegada a la pared, sin habla, cuando estaba frente a Charles, que con cara de enfado preguntaba a su anestesista



- ¿ Qué hace aquí esta mujer ?- dijo refiriéndose a Lola
- No sé Charles, has llamado tú solicitando una enfermera
- Pero , quiero que salga de aquí inmediatamente.  Me desconcentra de lo que estoy haciendo.  Se parece a la mujer de Lot, es una estatua, pero no de sal, sino de hielo.

Lola sabía perfectamente que se estaba refiriendo a ella y porqué lo hacía.  Sin pronunciar palabra, dio media vuelta y salió a informar a los familiares de la persona que estaban operando.  A duras penas, pudo calmarles.  Ella también necesitaba calmarse.  Nunca hubiera imaginado una reacción semejante.  En definitiva la  ofendida había sido ella, claro, que él no estaba acostumbrado a que le rechazaran en la forma que ella lo hizo.

Cuando cumplió con su misión, se dirigió nuevamente a su puesto en urgencias.  Y de nuevo otra remesa de accidentados hizo que no tuvieran ni un segundo de descanso. Por eso su compañera no advirtió que estaba roja y a punto de saltársele las lágrimas.

Fue una noche larga, tensa, de mucho trabajo. La mayoría fueron salvados por la pericia de los médicos , sin embargo también tuvieron un fallecido. Justo por el que ella había acudido a consolar a los familiares. 

A las ocho de la mañana entraba el turno de día.  A esa hora, a pesar de que la temperatura era desapacible y lluviosa, salió al exterior.  Necesitaba tomar el aire y respirar la brisa mañanera.  La dolían tremendamente las piernas.   El calzado clínico era duro e incómodo, después de haber pasado toda la noche de acá para allá, corriendo las mayoría de las veces.  Recostada en un murito, sacó los pies de aquel calzado torturador, y puso los pies en el suelo para aliviarse. Estaba tomando un vaso con café, y miraba al horizonte repasando mentalmente el trabajo nocturno.  Ya no estaba tan segura si su mayor ilusión sería enfermera de quirófano.  La muerte de aquel hombre y el desconsuelo de su familia, le habían dejado el corazón encogido.  Pero no fue sólo eso.  También el rechazo de Charles, era lo que más la dolía.  Le había echado de menos, hasta había llorado por él.  Se había dado cuenta un tiempo después del incidente, que significaba para ella, más de lo que pensaba.




Una sombra alta se puso a su lado, y como de costumbre ¿ la regañaba, ó simplemente la protegía?

- Haces mal en poner los pies en el suelo. Puedes resfriarte. Y además has salido sin una chaqueta y hace frio.  Seguro que estás hasta sudando.  Mañana tendrás fiebre, seguro

Era una voz muy conocida para ella. No era desagradable como horas antes, más bien, cariñosa y dulce.  Giró la cabeza para comprobar que no eran imaginaciones suyas, que Charles estaba a su lado.  Le miró sin pronunciar palabra, pero dos lagrimones corrían por sus mejillas.  Tenía la cara inexpresiva, sosteniendo la mirada de él. No rechazó cuando Charles enjugó sus lágrimas con la mano suavemente, se inclinó hacia ella y la besó, suavemente, dulcemente, como si entre ellos no hubiera ocurrido nada.

No quería hablarle.  La había dolido extremadamente su comportamiento en el quirófano. lo de "esa mujer", había sido como una puñalada, y no entendía el porqué de su conducta.  Charles comenzó hablar, lo que seguramente sería una disculpa, cuando una voz melosa de mujer, se aproximó hasta ellos, llamando la atención del médico

- Charly, mi amor, llevo horas esperándote y resulta que tú estás aquí de charla con esta señorita



Lo había dicho despectivamente.  Era una mujer muy atractiva, estupendamente vestida y no había duda: tenía algo con el médico.  Charles la dirigió una mirada furibunda.  Había perdido la oportunidad de hablar con Lola

- Bueno, es tarde y estoy cansada. Hasta mañana Charles. Buenos días señora- dijo Lola dirigiéndose a la mujer que venía en busca de Charles.

McKenzie, por el tono, sabía que Lola había devuelto la indirecta a  Terry, y no pudo evitar una sonrisa.  Eran como dos gatas arañándose.  Pero debía reconocer que su novia Terry, no había sido muy oportuna.

 Lola entró en los vestuarios desconsolada.  Definitivamente había cerrado la puerta a su reconciliación.  La entrada en escena de Terry, había sido inoportuna, pero le había dado la ocasión de conocer los tejemanejes del hombre del que se había enamorado equivocadamente..  Salió a la calle y agradeció el fresco de la mañana.  Iría a casa dando un paseo.








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