Miranorte - Capítulo 15º / Vida de casados


Fué una noche para el recuerdo. Alba estaba nerviosa y Paul dulce, tierno, y excitado.  Se sucedían las caricias, las palabras tiernas de amor, los besos y al final la posesión del uno al otro.  Había sido  tal y como Alba había soñado.  Era noche de amor perfecto, de pertenencia para siempre  . Y siempre sería así.   Nada cambiaría .  Ella había experimentado el amor  más puro, durante tanto tiempo esperado.  El había sentido el placer infinito de poseer a la mujer amada y deseada desde hacía tiempo. Amaba la simplicidad de ella, su inocencia , su inexperiencia.  El la conduciría por el placer del amor.  Haría que se sintiera amada cada día, cada noche durante toda su vida.  Ella era especial, y la adoraba como nunca se había imaginado amar a una mujer. Nunca había sentido nada parecido, con ninguna de las mujeres con las que había estado. Lo que sentía era verdadera pasión, amor incondicional. Lo otro había sido sólo placer.  Notaba que la amaba más que unas horas atrás y ese amor había sido correspondido totalmente por ella. Aquello era el cielo en la tierra. 


Alba dormía plácidamente reclinada la cabeza sobre el pecho de él. Paul abrazaba su cintura y acariciaba suavemente su cabello.  Una sonrisa se dibujaba en su rostro.  Admiraba los dulces rasgos de la piel de su amada.  Recorría con la mirada sus ojos dormidos, su nariz, su boca...  No quería despertarla, pero debía hacerlo.  Era  la hora  para que acudiera al instituto.  De no haber sido así, tranquilamente se hubiera pasado el día con ella en la cama, disfrutando de su amor, contemplando su querido rostro.

Depositó un suave beso en sus labios, que hizo que ella se revolviese, abriendo lentamente los ojos

- Humm... buenos días amor- dijo acariciando la cara de Paul
- Buenos días, cielo.  Hora de levantarse No sé  porqué  demonios tienes que ir a trabajar
- Porque tengo que hacerlo.  Entiéndelo.  Igual que  cuando tu tienes que hacerlo.  No protestes y déjame ir, o llegaré tarde y ese no es un buen ejemplo para una profesora
- No lo se, no lo se. ¿ Qué voy hacer solo aquí?
- Duerme.  Esta noche no lo hemos hecho mucho
- ¿ Insinúas que no te he dejado dormir?
- No lo insinúo, lo afirmo.  ¿ O es que has estado en otro planeta?
- He estado en el cielo con la persona que más amo- respondió él mientras la besaba
- Para, por favor, para.  He de irme por mucho que me cueste

Se levantó de un salto, antes de que su seductor novio la envolviera en su magia e hiciera que no cumpliera con su puntualidad debida.  Mientras se duchaba sonreía.  Era feliz, total y absolutamente feliz.  Todas las dudas, las  preocupaciones, se habían  relegado.  No quería pensar demasiado en ello.  "No ahora", pensaba.  Soy demasiado feliz.  Para cuando salió arreglada, Paul tenía el desayuno preparado y puesto en la mesa



- Así da gusto levantarse- comentó Alba
- No se a qué te refieres.  Suelo hacer muy buen café ¿ es por eso que lo dices?
-Ya sabes porqué lo digo.  Y si, tu café es excelente.
- Yo te llevaré al instituto. Mientras desayunas,  me ducho y me visto.  Llegarás antes que yendo en el autobús

El día se le iba hacer interminable hasta que se reunieran nuevamente. Optó por ir a visitar a su abuela y hablar con ella.  ´La quería entrañablemente.  Siempre había estado de su parte y le había dado sabios consejos, que Paul, retenía en su memoria y aplicaba cada vez que era necesario.  Fue la única de toda su familia, que le apoyó cuando decidió dejar una carrera universitaria por el arte dramático.  Para poder hacerlo, su padre le impuso  no pagarle los estudios de arte, por lo que tendría que trabajar para costeárselos.  Aquella noche tuvieron una gran discusión, y el enfado le duró varias semanas, y como en otras ocasiones su abuela había intervenido para aplacar los ánimos.  Paul volvió a casa de sus padres, pero en lo que no cedió el señor Montgomery, fue en lo de costearle la carrera que había elegido.

Tuvo suerte y en cuanto terminó y se hizo actor profesional, enseguida empezó a trabajar.  En un papel pequeño, como era natural, pero lo hizo tan bien, que enseguida le contrataron para otro secundario.  Y así poco a poco se consolidó como actor, siendo el orgullo de su familia. 

Meredith vivía con ellos al quedarse huérfana de sus padres. Era hija de un primo hermano del padre de Paul muy querido por Alex, su padre,  y  se acostumbró a tenerla en casa.  Era otra hermana para él, aunque ella le miraba con otros ojos.  Durante algún tiempo, no muy largo, tontearon como dos adolescentes, pero Paul conoció a otra chica, y el tonteo con Meredith, se esfumó, pero ella nunca se lo perdonó

Sin darse cuenta,  había llegado al domicilio de la abuela que estaba entretenida, en el jardín, leyendo la prensa diaria.

- ¡ Paul ! ¿ cómo tu por aquí? . le preguntó extrañada la anciana
- Buenos días abuela.  Alba está en el instituto, y me pareció que era una buena ocasión para visitarte.
- ¡ Menos mal que alguien se acuerda de esta vieja !
- Abuela sabes que siempre me acuerdo de ti. Y vengo a verte cada vez que tengo tiempo libre
- Si, ya lo se. ¿ Como está Alba ?  Es una buena chica y te quiere de verdad. Cuídala
- Procuro hacerlo, abuela, porque yo también la quiero...  mucho

Siguieron charlando de los trabajos de él, de sus planes para con Alba, y de un montón de cosas de la vida cotidiana.  Sin darse cuenta la hora de recoger a su novia  se acercaba y Paul se despidió de su abuela, no sin antes prometer que volvería con ella  y pasarían el día juntos.

Rosalyn, la abuela
La vida seguía  y la hora de su matrimonio estaba próxima.  Alba estaba nerviosa. Además el curso estaba próximo a finalizar y los nervios se le instalaban en el estómago, o eso es lo que ella creía.  Pero terminó el instituto y seguía con la misma excitación de días atrás.  Y por fin  llegó el día de su enlace con Paul.  Desde España habían llegado Mila y su marido, sus amigas de Miranorte, y nadie más por parte de ella, ya que no tenía ni más amigos ni más familia.  Recordaba a su madre y el pesar hacía que un nudo se le agarrara a la garganta.  Durante la ceremonia, no pudo reprimir alguna lágrima, y sin embargo era feliz, muy feliz.  Pensaba en cómo había comenzado su historia con Paul, y a pesar de estar casándose, le parecía vivir un sueño, del que nunca querría despertarse.

Tendrían una luna de miel corta, de a penas una semana, ya que él comenzaba un rodaje en poco menos de quince días.  Tendría que acostumbrarse a sus ausencias.  Pero por fortuna éste se rodaba en estudio, y no habría desplazamientos a exteriores, hasta bien avanzado la filmación  en que tendrían que viajar a Nueva York.  A pesar de ser sólo una semana, Paul quería que le acompañara y ella encantada accedió, aún a sabiendas de que estaría metida en un hotel. Volvería a esa ciudad y visitaría nuevamente lo que no hacía tanto tiempo visitó.  ¡ Cómo había cambiado su vida desde entonces !.  Viajó a Nueva York, huyendo de él, para no encontrársele  a su regreso de las vacaciones de Navidad, y sin embargo ahora, se había convertido en su esposa, y la quería, y ella adoraba a Paul y todo estaba bien, aunque las relaciones con la familia eran algo tensas.  Al menos la madre la trataba con deferencia, la abuela si,  la quería, pero Meredith,...  era otra cuestión.

Meredith
Notaba que no le era simpática ¿ por qué, si casi no la conocía ? ¿Habría algo más que ella ignoraba?.  Normalmente caía bien a la gente cuando la conocían.   Pero desde un principio, Meredith la mostró su rechazo, hasta convertirse en algo que ambas sintieron.  Alba evitaba lo más que podía acercarse a la prima, y Meredith nunca se quedaba a solas con ella.  La antipatía era manifiesta.

Una noche, mientras se preparaban para dormir, después de pasar el día en familia, Alba se decidió a preguntar a Paul, algo que llevaba  mascullando desde hacía tiempo

- ¿ Puedo preguntarte una cosa ?- dijo a su marido
- Por Dios, ¡ Claro que si ! Soy tu marido.  Debes saber todo de mi, ail igual que yo de ti se todo
- Es que ..., me es un poco violento... Bah, no importa
- Si, si importa.  Si tienes alguna duda, debes decírmelo
- Es que me es violento, porque creo pertenece a tu vida anterior a mi, y eso es algo que no me compete
- ¡ Claro que te compete ! Debemos tener confianza mutua.  Así evitaremos malos rollos entre nosotros. A ver, dime ¿ qué ocurre ?
- Es Meredith. Me tiene una antipatía atroz, y pienso que tiene algo que ver contigo
- ¿ Meredith ?  Siempre ha sido algo rara...  rencorosa..., pero no creo que yo tenga nada que ver con ella
- Entonces ¿ por qué me tiene tanta manía ?  Nos hemos conocido hace poco tiempo.  No hemos tenido ningún roce, pero tampoco ni siquiera hemos cruzado más que un par de frases.  Normalmente caigo bien a la gente, pero lo de ella...
- Ven aquí cielo - la dijo Paul, acomodándose a su lado
-Cuando éramos adolescentes,  ella vino  a vivir con nosotros, tuvimos una especie de romance.  No te alarmes, no fue nada serio.  Salimos a cenar alguna noche, al cine otras, a la discoteca..., en fin hicimos lo que todos los jóvenes hacen.  La besé un par de veces y eso fue todo.  Me desengañé enseguida, porque conocí a otra chica de mi clase.  Decidimos dejar la relación, no sin antes tener una bronca monumental, ya que ella se había hecho ilusiones respecto a mi.  Teníamos diecisiete años, y al siguiente curso yo iría a la universidad.  Pero Meredith, parece ser que tenía otros planes.  Por lo que fuera, esa relación fracasó.  Yo seguí mi camino y ella el suyo, sin más problemas.  Por eso es que creo que no sea la razón que me dices.



- Yo creo que si.  Las mujeres  nos conocemos mejor, y sabemos las reacciones que vamos a tener.  Creo que ella se  enamoró de ti y aún lo sigue estando. Además eres famoso...
- No, seguro que no. Nunca me insinuó nada al respecto, ni yo tampoco noté nada en especial en nuestro trato.  Yo viví en el Campus y posteriormente, al abandonar los estudios... viví con la abuela.  No nos veíamos muy a menudo
- Verás.  No quería decirte nada, pero... cuando llegamos de Londres para establecenos aquí, sorprendí una conversación con tu madre y con la abuela.  Meredith me estaba despellejando, literalmente, ante ellas.  Dijo que posiblemente iba buscando la notoriedad que tu trabajo me daría, y no sabía con qué fin.  Que debían estar alertas, porque  yo sería una trepa de las que buscan atraparte y después dejar me hagas un hijo, para posteriormente divorciarme y exigirte  una compensación cuantiosa.  Al escuchar aquello me quedé helada, no sabía qué hacer si quedarme o desaparecer de allí.  Luego tu  estuviste frio y distante durante unos días y pensé que tú...
- Que pensaba lo mismo ¿no ? ¿ Me crees tan tonto como para casarme contigo sabiendo eso?   Si estuve distante, fue porque tuve una discusión con mi familia, pero nada tiene que ver contigo, eran cosas de tiempos anteriores, pero creo que Meredith puso su granito de arena, para encizañar lo suyo.  Bueno ahora, olvida todo.  Hablaré con ella
- No por favor, no lo hagas
- Si.  Si que lo haré.  No voy a consentir que se interponga entre nosotros, ni con mi familia.  A pesar de todos nuestros encontronazos, yo quiero a mi familia.  Les doy tiempo para que te conozcan y verás como todo es más sencillo
- Seguro que si- respondió Alba
- No lo dices muy convencida- replicó Paul
- Si, si, cariño. Eso espero, al menos.
- Bien.  Pues ahora ...
- ¡ Paul !

Se amaban.  No importaba nada ni nadie.  Sólo contaban ellos, ese momento, todos los momentos que vivian juntos como el de aquella noche, como el de todas las noches que vivirían.

  Paul retomó su trabajo, y Alba al terminar el curso, permanecía sola en casa hasta que su marido regresaba de los estudios, algunas veces bien entrada la noche.  Comenzó a frecuentar la casa de la abuela, y una vez a la semana se reunía con sus suegros para comer.  Ese si había sido un gran cambio en ellos.  Sin duda Paul tuvo la conversación anunciada, y las cosas se suavizaron.  Meredith procuraba no encontrarse con ella y a Alba dejó de importarle la opinión de la prima.

Parecía que todo comenzaba a arreglarse en la familia. La madre de Paul, se mostraba más abierta y una vez a la semana iban juntas a la peluquería y a comer en un restaurante.  Esas actitudes alegraban a Alba y reconoció que la familia de Paul, no era tan estirada como parecía y comenzaban a confiar los unos en los otros.

Patricia, la madre de Paul

Una noche, Paul, llegó bastante enfadado.  El rodaje había sido complicado, largo y pesado, y lo que era peor, todo lo realizado en ese día, volverían a repetirlo a la siguiente mañana. 

Cuando entró en su casa, beso a su mujer en la frente, algo que no era habitual en él que siempre se mostraba arrebatador.  A penas hablaron durante la cena y por más que Alba insistió en saber lo que le ocurría, no hubo forma de que se lo contara.  A veces, Paul era obstinado, y en su defensa decía que no quería los problemas del trabajo, llevárselos a casa, pero lo cierto fue que ese día si se los llevó. Y en los días sucesivos, también

Alba no sabía lo qué hacer.  Comprendía que podría tener dificultades en el set, pero tantos días, no era normal que ocurriera.  Debía haber algo que no quería contarla.  Esa mañana, después de que Paul saliera, cuando a penas había amanecido, decidió que iría a charlar con la abuela.  Con ella tenía más confianza que con su suegra.  La transmitía serenidad, paz y cariño.  Con ella podía hablar sin ambigüedades y siempre encontraba una palabra de comprensión y algún consejo para darle.  Reconocía que su inexperiencia jugaba en su contra.  Paul había sido su único novio, la relación había sido extraña  y no tenía mucha experiencia con los hombres, es decir no tenía ninguna.  Por eso la costaba tanto entender a Paul, pero la abuela le conocía bien, y siempre sabía cómo orientarla.  No en vano vivieron, los abuelos, muchos años felices, hasta que se rompió la pareja por fallecimiento del abuelo.  "Algo sabría Rosalyn sobre la vida en pareja", se dijo.

Reconfortada por la visita, se dispuso a recibir a Paul de una forma, más amable, más sugerente, más femenina.  Seguro que en ese terreno él no fallaría.  Y tal y como lo había planeado, ocurrió.  Paul se sorprendió ante ese hecho y el cambio de actitud de ella, que desde que comenzara su mal humor, se había mostrado callada, interpretando que eso es lo que él necesitaba.

Y Paul acudió a su requerimiento con pasión inusitada, que hasta sorprendió a Alba.  Siempre se había mostrado altamente cariñoso en los momentos álgidos de su relación, pero aquella noche se superaron todas las expectativas.  Ella estaba asombrada de la respuesta de su marido, y aunque estaba encantada, por otro lado, hacía que se preocupara, porque nunca había estado tan amoroso.



Al sonar la alarma del despertador, Paul saltó de la cama como un resorte.  Apenas había dormido un par de horas.  Se sentía contento, pero al mismo tiempo estaba bastante cansado.  Alba se levantó también para prepararle el desayuno.  Era la única comida que harían juntos, ya que últimamente, hasta cenaba en el estudio.

- No, no te molestes.  No puedo entretenerme.  Hoy tengo sesión de maquillaje bastante pesada, así que he de irme enseguida.- dijo Paul
- Nunca me cuentas nada de tu trabajo.  No comentamos nada...- reprochó ella
- No puedo.  Está firmado en el contrato que no podemos comentar nada, ni siquiera con la familia.  Mejor así.  Eso es trabajo y lo nuestro es nuestra vida.  No deben cruzarse
- Pero tampoco me has contado porqué has estado tan malhumorado durante estos días pasados
- Lo sé, pero déjalo estar. Ya ha pasado y no quiero ponerme de malhumor recordándolo nuevamente.  Lo de noche ha sido maravilloso, y no quiero que se enturbie con nada
- Pero...
- Déjalo ya... te lo he repetido...  No puedo hablar de ello
- Está bien, no te enfades. No quiero que vuelvas a las andadas
- ¿ Volver a las andadas? No se a qué demonios te refieres.  Siempre estás buscando los tres pies al gato, y eso es francamente pesado
- ¿ Yo ? ¿ Que busco los tres pies al gato ? ¿ Cuándo, di,  cuándo?
- Déjalo ya, caramba. Me voy. Hasta la noche

Y salió dando un portazo, y dejando a su mujer perpleja, sin entender qué es lo que había hecho mal, y por qué nuevamente él se había puesto fuera de si como en días anteriores.  Algo iba mal y no alcanzaba a comprender lo que era.  No había motivos para ponerse como él se había puesto.  Se había marchado sin siquiera darla un beso de despedida, cosa que no era habitual en él.  ¿ Era una discusión de recién casados, o algo más que ella ignoraba ?



No se sentía con fuerzas para confiárselo a nadie.  No le apetecía salir de casa y era el día acostumbrado para  ir con su suegra a la peluquería.  La llamaría con cualquier excusa y no acudiría a la cita de esa semana.  Las lágrimas atenazaban su garganta. ¿ Qué ocurría, que estaba pasando ? Y tomó una decisión.  Iría al estudio a la hora de la comida.  Trataría por todos los medios de aclarar lo que pasaba.  Si eso haría.  Como era temprano tenía tiempo suficiente para ello.  Se arregló con esmero, pero informal , y cuando comprendió que tenía tiempo suficiente para llegar al plató tomó rumbo al encuentro con su marido.


 

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