Miranorte - Capítulo 16º - Tres son multitud
No conocía el camino que la llevaría hasta los Estudios en donde Paul rodaba. Decidió tomar un taxi. Y así hizo parar a uno. Al bajarse del coche, se detuvo frente a la entrada, contemplando la portada. Ni en sus mejores sueños hubiera imaginado estar frente a unos estudios cinematográficos. Se dirigió a la cabina del guarda y pidió permiso para poder acceder a su interior. Como era de esperar, le fue denegado, y por mucho que dio datos de quién era, el hombre, impertérrito, no dio su autorización.
Apartado de ellos, un periodista contemplaba la escena, y sonreía al comprobar que Alba se ponía cada vez más nerviosa al no poder entrar . Decidió salir en su defensa, pensando que si en verdad era la esposa de Paul Montgomery, alguna exclusiva podría sacar a cambio de conseguir que ella pudiera reunirse con su marido, en el plató.
-¿ Es usted la esposa de Paul?- la preguntó
-Si, si... claro - respondió ella recelosa
- Su marido es bastante amigo mio. Déjeme hablar con Peter, a ver si consigo que la deje entrar. Debería haberlo avisado su marido esta mañana, así no hubiera tenido inconvenientes
- Es que Paul no sabe que he venido. Era una sorpresa que quería darle
- Oh, bien. No se preocupe. Pasará conmigo. Yo si tengo acreditación. A propósito, soy Walter Scotchman, del Gossip Daily
- Encantada, señor Scotchman. Mi nombre el Alba Montgomery
Hechas las presentaciones, Walter se dirigió a la cabina para hablar con Peter, el guarda, y convencerle que no era ninguna intrusa, sino la esposa del actor que quería darle una sorpresa. Después de una palmada en la espalda de parte del periodista, Peter autorizá la entrada de la chica.
- No sabe cómo se lo agradezco. He venido en taxi y no se cómo podría regresar a casa- agradeció Alba
-No tiene importancia, suba - dijo indicándole su automóvil- La llevaré hasta el set.
Sólo fueron necesarios unos minutos hasta llegar al lugar, en donde Paul estaba rodando.
- Hum, hum. Piloto rojo. No se puede entrar. Están rodando. Habrá de esperar hasta un descanso. Yo tengo que ausentarme un momento, pero regreso enseguida. Tengo que entrevistar al director. Si en el intermedio sale alguien del interior, será señal que puede entrar.- informó el periodista
- No sabe cómo se lo agradezco. Muchas gracias señor Scotchman. Sin usted no lo hubiera conseguido
- Aún no lo ha hecho. Su marido está ahí dentro, pero usted debe esperar.
- Tiene razón+ respondió ella sonriendo
- Bueno, enseguida vuelvo.
Se alejó con paso ligero , y Alba se puso a un lado esperando que no tardase mucho tiempo en abrirse esa puerta. Pero esperó largo rato antes de que por fin ocurriera. Salió un grupo de operarios, charlando amigablemente, y ella asomó la cabeza discretamente. No quería interrumpir nada. Una maquilladora, al verla se acercó a ella
- ¿ Es usted periodista?
-No, no. Soy la esposa de Paul Montgomery. ¿ Puedo entrar a verle ?
- Paul está en su camerino. Tendrá que ir hasta él
- Si me indica, por favor. Es la primera vez que vengo y...
- ¡ Claro ! Vaya por esta calle, todo derecho, y al llegar a unos jardincitos, tuerza a la izquierda. Verá la roulotte de Paul. Tiene su nombre en la puerta, hay varias. Fíjese en el nombre
- Muchas gracias. ha sido muy amable.
Siguió las indicaciones de la maquilladora . El lugar indicado, no estaba lejos y tardo muy poco tiempo en alcanzar los jardines y a continuación, buscó el nombre de su marido en la puerta. Estaba cerrada por dentro, por lo que hubo de llamar para que la abrieran. Paul tardó unos segundos en hacerlo, y mostró su rostro de extrañeza, al comprobar que era su mujer
- Pero... ¿ qué haces aquí ?
-Pensé que esta mañana te habías marchado de malhumor, y quise darte una sorpresa. Veo que te la he dado
- No te esperaba, pero estoy encantado. Entra
- ¿ Por qué tienes cerrada la puerta?
- Estoy repasando el guión de la siguiente escena. Si no lo hiciera, esta roulotte, sería un paseo de curiosos, de esta forma lo controlo todo, aunque no siempre
- Lamento haberte interrumpido. Si lo hubiera sabido...
- ¿ No habrías venido ?
- Pues... quizá,... no quiero molestar
- Alba, Alba... Eres mi mujer. Tú nunca me molestas. Pero ven aquí y siéntate a mi lado. ¿ Quieres algo para tomar?
- No, no......Esto me impresiona mucho Nunca imaginé verme en un sitio como este.
Paul, rió acariciando la mejilla de su mujer. El malhumor de la mañana, parecía haberse esfumado
-¿ Cómo has podido entrar ? No tienes acreditación
- Gracias a un periodista que estaba en la entrada y habló con el guarda. De lo contrario hubiera tenido que darme la vuelta. Y dime ¿ de qué trata la película ?
- Sabes que no puedo hablar de ella. Te lo dije esta mañana
- Cierto, perdona. No me acordaba.
- Está bien
Paul se levantó despacio y volvió a echar la llave a su caravana
- Ya que estás aquí... y tenemos tiempo...
- Paul ¿ aquí ?
-Aquí
- Pero ¿ si llama alguien?
- Haremos como que no hay nadie
-Esto es muy excitante, pero no me parece bien
Paul selló sus labios con un beso y todos sus recelos quedaron relegados.
Era fin de semana y Paul estaba libre de trabajo. Sería un fin de semana sólo para ellos, para hacer lo que quisieran, pero estando juntos. El teléfono repiqueteó y fue Paul quién lo descolgó
- ¿ Halo ?- respondió
- Paul, soy Meredith. Hace mucho tiempo que no nos vemos, y se me había ocurrido que me invitaras a comer... Claro, junto a tu mujer
- Se sobreentiende, Meredith, pero... Hoy es el primer fin de semana que tenemos para nosotros solos y deseo pasarlo sólo con ella
- Vamos Paul. Coon ella estás todos los días, y yo hace siglos que no te veo
- Está bien, ven para acá.- respondió Paul de mala gana
- ¿ Quién era ?- preguntó Alba, una vez hubo colgado
- Meredith. Viene para acá para comer con nosotros
- ¡ Paul ! habíamos quedado en que sería solo para nosotros
- Ya lo se, y se lo he dicho. Pero no tienes idea de lo persuasiva y pesada que es
- ¡ Vaya ! Podías haberla dicho que no íbamos a estar en casa
- No tengo porque mentir, Alba. Se, que no te es muy simpática, pero en algo tiene razón: hace mucho que no nos vemos, y yo, perdóname la tengo cariño. Es de la familia. No te preocupes, en cuanto comamos la diré que tenemos un compromiso
- Es igual, no te preocupes. Si deseas verla, pues... que se queda más tiempo. Acabas de decirme que no te gusta mentir, así que no lo hagas. Está bien. Iré a preparar el menú
- Nada especial. Algo de carne a la plancha, ensalada y algún postre. Será más que suficiente. Ella no es de mucho comer. Siempre está pendiente de no perder la línea, y la verdad es que tiene un cuerpo perfecto
- ¡ Vaya, parece que te has fijado en ello !
- Cielo, todos los hombres miramos los cuerpos de otras mujeres. Pero el que más me gusta es el tuyo, ya lo sabes
- No estoy muy segura de ello
- ¡ Alba ! ¿ estás celosa ?
- Claro que no. Si me ha extrañado tu respuesta, porque pienso que igual oportunidad tenemos las mujeres de fijarnos en otros hombres, y a mi nunca se me ocurriría hacerlo
- ¿ Estás de mal humor ?
- No lo estaba, pero...
-Compréndelo. No he tenido más remedio que aceptar. Me era violento decir que no
- Ya... No te preocupes, no pasa nada. Voy a la cocina
- Oye, oye. No te enfades sé que no es santo de tu devoción
-Bien, dejemos esto. Es tu familia e importante para ti
- Lo más importante para mi, eres tu. Ya deberías saberlo. Y si, dejémoslo ya. Ibamos a tener un día precioso, y mucho me temo que se nos acaba de estropear. Mientras estás en la cocina, aprovecharé para repasar el guión.
Dio media vuelta y se ausentó en dirección al estudio. Había deseado pasar con su mujer ese fin de semana, el primero en mucho tiempo en que no trabajaba, en que podía dedicárselo a ella, y mira por dónde Meredith había dado al traste con sus planes, y lo que era peor, Alba se había puesto de mal humor. No se soportaban mutuamente, y él estaba en el medio tratando de aplacar los exaltados ánimos de ambas mujeres, pero tenía muy claro por quién se decantaba.
Meredith llegó desplegando todas sus artes de seducción. Con la mejor de las sonrisas, se acercó a Alba para darla de refilón un ligerísimo beso en la mejilla, que a penas rozó. Alba, guardando su malhumor en un armario, se propuso no amargar la existencia a su marido. Se mostraría cariñosa y atenta con la prima de Paul, por mucho que le costara. Debía hacer gala de su buena educación y trataría por todos los medios posibles, que su contrariedad no se trasluciera
-No la voy a dar esa satisfacción. Encima de que viene a incordiar, me tengo que mostrar sonriente. Lo haré por Paul, pero esa arpía...Viene a demostrarme que aún tiene influencia sobre él. Y Paul no se da cuenta de su juego. En fin, espero que su estancia no sea muy larga- mascullaba por lo bajo
Pero si lo fue. A la comida siguió una larga sobremesa, después un café y la merienda. No paraba de charlar. Alba percibía que dilataba a propósito su estancia en casa de ellos.
. No la soportaba, y hacía un tremendo esfuerzo para ser buena anfitriona. Los primos se enzarzaron en una charla intrascendente, pero amena. Se reían y recordaban los días de juventud . Las anécdotas se sucedían, y mantenían al margen a Alba, que cada vez más incómoda, no sabía lo qué hacer.
- ¿ Es que no se dan cuenta que me están ignorando? - repetía para sus adentros
Preparo la merienda en la cocina, lo que l.a dio unos momentos de soledad y de respiro. Se ponía nerviosa por momentos. Les observaba y notaba que ambos estaban a gusto, como dos viejos amigos que se conocieran bien. Pero ella sabía que Meredith tenía un propósito y lo estaba consiguiendo: anular por completo su preesencia. Estaba reivindicando que ella también cuenta en la vida de Paul, y se lo está demostrando. Estaba furiosa con su marido " ¿ por qué no se da cuenta de ello ?", se preguntaba. Por fín cuando todo lo tuvo preparado se dispuso a salir de su refugio. Con el carrito camarera, llegó hasta el salón en donde observó una imagen que la dejó petrificada.
Se quedó en el dintel de la puerta, incapaz de moverse. Las piernas no la respondían, y no podía apartar la mirada de la escena que se desarrollaba ante ella: Merdith abrazaba a Paul y él tenía las manos sobre los brazos de ella, respondiendo al beso, que apasionadamente ella le daba.
Haciendo un gran esfuerzo, giró sobre sus pies, y salió corriendo de allí muerta de la angustia. Por eso no pudo escuchar, lo que Paul decía a Meredith
- ¿ Qué crees que estás haciendo? ¿ Cómo te atreves ?- la decía furioso
-Sabes muy bien lo que estoy haciendo. Tu me quieres. Te he gustado siempre. Lo que no entiendo cómo te has casado con esa estúpida muchacha
- Meredith, quiero que salgas de nuestra casa ahora mismo. Debes estar loca, de lo contrario no dirías la cantidad de estupideces que estás diciendo. Nunca te he querido mas que como una hermana. El romance que tuvimos de jóvenes, duró un suspiro. Amo a mi mujer más que a nadie, y no voy a consentir que la faltes el respeto. ¡Encima en mi propia casa!. Márchate Meredith, te ruego que te vayas.
Paul salió apresuradamente de allí y subió las escaleras de dos en dos. Imaginaba que su mujer había presenciado todo. Efectivamente, Alba lloraba desconsoladamente enterrando su rostro entre la almohada de su cama
- Alba, por favor, cálmate- la dijo tratando de abrazarla
- Ni se te ocurra tocarme. Lo he visto todo. No creas que voy a creer lo que vayas a decirme. No soy ninguna estúpida, aunque vosotros creáis lo contrario. Déjame por favor, no quiero que me hables
-Estás equivocada, no has visto absolutamente nada
- ¿ Qué no he visto nada ? Me tomas por tonta. ¡ Claro que lo he visto ! He visto cómo os besabais y os abrazabais- Sólo me ha faltado veros en la cama
- ¡ Qué de estupideces estás diciendo ! Yo no la besaba, no la abrazaba. Era ella, la necia, la que lo estaba haciendo
- No quiero escuchar nada - decía tapándose las orejas para no escuchar- No voy a pasar por esto. No te lo perdono, ¡y en nuestra casa!... Nunca, óyelo bien, nunca creí que serías tan ruin y despreciable. No quiero ni pensar lo que habréis hecho cuando yo no os veía
- ¿ Quieres callarte de una vez? Estamos nerviosos y alterados por todo esto. Calmémonos y hablemos con tranquilidad, como seres civilizados ¿ Cómo puedes pensar siquiera algo así ?
- Pues lo pienso. Es lo que he visto
- No has visto nada... Cuando te calmes hablamos. Ahora es imposible razonar contigo.
Y dando media vuelta salió del dormitorio, dejándola hecha un mar de llanto.
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Apartado de ellos, un periodista contemplaba la escena, y sonreía al comprobar que Alba se ponía cada vez más nerviosa al no poder entrar . Decidió salir en su defensa, pensando que si en verdad era la esposa de Paul Montgomery, alguna exclusiva podría sacar a cambio de conseguir que ella pudiera reunirse con su marido, en el plató.
-¿ Es usted la esposa de Paul?- la preguntó
-Si, si... claro - respondió ella recelosa
- Su marido es bastante amigo mio. Déjeme hablar con Peter, a ver si consigo que la deje entrar. Debería haberlo avisado su marido esta mañana, así no hubiera tenido inconvenientes
- Es que Paul no sabe que he venido. Era una sorpresa que quería darle
- Oh, bien. No se preocupe. Pasará conmigo. Yo si tengo acreditación. A propósito, soy Walter Scotchman, del Gossip Daily
- Encantada, señor Scotchman. Mi nombre el Alba Montgomery
Hechas las presentaciones, Walter se dirigió a la cabina para hablar con Peter, el guarda, y convencerle que no era ninguna intrusa, sino la esposa del actor que quería darle una sorpresa. Después de una palmada en la espalda de parte del periodista, Peter autorizá la entrada de la chica.
- No sabe cómo se lo agradezco. He venido en taxi y no se cómo podría regresar a casa- agradeció Alba
-No tiene importancia, suba - dijo indicándole su automóvil- La llevaré hasta el set.
Sólo fueron necesarios unos minutos hasta llegar al lugar, en donde Paul estaba rodando.
Walter Sotchman (periodista) |
- Hum, hum. Piloto rojo. No se puede entrar. Están rodando. Habrá de esperar hasta un descanso. Yo tengo que ausentarme un momento, pero regreso enseguida. Tengo que entrevistar al director. Si en el intermedio sale alguien del interior, será señal que puede entrar.- informó el periodista
- No sabe cómo se lo agradezco. Muchas gracias señor Scotchman. Sin usted no lo hubiera conseguido
- Aún no lo ha hecho. Su marido está ahí dentro, pero usted debe esperar.
- Tiene razón+ respondió ella sonriendo
- Bueno, enseguida vuelvo.
Se alejó con paso ligero , y Alba se puso a un lado esperando que no tardase mucho tiempo en abrirse esa puerta. Pero esperó largo rato antes de que por fin ocurriera. Salió un grupo de operarios, charlando amigablemente, y ella asomó la cabeza discretamente. No quería interrumpir nada. Una maquilladora, al verla se acercó a ella
- ¿ Es usted periodista?
-No, no. Soy la esposa de Paul Montgomery. ¿ Puedo entrar a verle ?
- Paul está en su camerino. Tendrá que ir hasta él
- Si me indica, por favor. Es la primera vez que vengo y...
- ¡ Claro ! Vaya por esta calle, todo derecho, y al llegar a unos jardincitos, tuerza a la izquierda. Verá la roulotte de Paul. Tiene su nombre en la puerta, hay varias. Fíjese en el nombre
- Muchas gracias. ha sido muy amable.
Siguió las indicaciones de la maquilladora . El lugar indicado, no estaba lejos y tardo muy poco tiempo en alcanzar los jardines y a continuación, buscó el nombre de su marido en la puerta. Estaba cerrada por dentro, por lo que hubo de llamar para que la abrieran. Paul tardó unos segundos en hacerlo, y mostró su rostro de extrañeza, al comprobar que era su mujer
- Pero... ¿ qué haces aquí ?
-Pensé que esta mañana te habías marchado de malhumor, y quise darte una sorpresa. Veo que te la he dado
- No te esperaba, pero estoy encantado. Entra
- ¿ Por qué tienes cerrada la puerta?
- Estoy repasando el guión de la siguiente escena. Si no lo hiciera, esta roulotte, sería un paseo de curiosos, de esta forma lo controlo todo, aunque no siempre
- Lamento haberte interrumpido. Si lo hubiera sabido...
- ¿ No habrías venido ?
- Pues... quizá,... no quiero molestar
- Alba, Alba... Eres mi mujer. Tú nunca me molestas. Pero ven aquí y siéntate a mi lado. ¿ Quieres algo para tomar?
- No, no......Esto me impresiona mucho Nunca imaginé verme en un sitio como este.
Paul, rió acariciando la mejilla de su mujer. El malhumor de la mañana, parecía haberse esfumado
-¿ Cómo has podido entrar ? No tienes acreditación
- Gracias a un periodista que estaba en la entrada y habló con el guarda. De lo contrario hubiera tenido que darme la vuelta. Y dime ¿ de qué trata la película ?
- Sabes que no puedo hablar de ella. Te lo dije esta mañana
- Cierto, perdona. No me acordaba.
- Está bien
Paul se levantó despacio y volvió a echar la llave a su caravana
- Ya que estás aquí... y tenemos tiempo...
- Paul ¿ aquí ?
-Aquí
- Pero ¿ si llama alguien?
- Haremos como que no hay nadie
-Esto es muy excitante, pero no me parece bien
Paul selló sus labios con un beso y todos sus recelos quedaron relegados.
Era fin de semana y Paul estaba libre de trabajo. Sería un fin de semana sólo para ellos, para hacer lo que quisieran, pero estando juntos. El teléfono repiqueteó y fue Paul quién lo descolgó
- ¿ Halo ?- respondió
- Paul, soy Meredith. Hace mucho tiempo que no nos vemos, y se me había ocurrido que me invitaras a comer... Claro, junto a tu mujer
- Se sobreentiende, Meredith, pero... Hoy es el primer fin de semana que tenemos para nosotros solos y deseo pasarlo sólo con ella
- Vamos Paul. Coon ella estás todos los días, y yo hace siglos que no te veo
- Está bien, ven para acá.- respondió Paul de mala gana
- ¿ Quién era ?- preguntó Alba, una vez hubo colgado
- Meredith. Viene para acá para comer con nosotros
- ¡ Paul ! habíamos quedado en que sería solo para nosotros
- Ya lo se, y se lo he dicho. Pero no tienes idea de lo persuasiva y pesada que es
- ¡ Vaya ! Podías haberla dicho que no íbamos a estar en casa
- No tengo porque mentir, Alba. Se, que no te es muy simpática, pero en algo tiene razón: hace mucho que no nos vemos, y yo, perdóname la tengo cariño. Es de la familia. No te preocupes, en cuanto comamos la diré que tenemos un compromiso
- Es igual, no te preocupes. Si deseas verla, pues... que se queda más tiempo. Acabas de decirme que no te gusta mentir, así que no lo hagas. Está bien. Iré a preparar el menú
- Nada especial. Algo de carne a la plancha, ensalada y algún postre. Será más que suficiente. Ella no es de mucho comer. Siempre está pendiente de no perder la línea, y la verdad es que tiene un cuerpo perfecto
- ¡ Vaya, parece que te has fijado en ello !
- Cielo, todos los hombres miramos los cuerpos de otras mujeres. Pero el que más me gusta es el tuyo, ya lo sabes
- No estoy muy segura de ello
- ¡ Alba ! ¿ estás celosa ?
- Claro que no. Si me ha extrañado tu respuesta, porque pienso que igual oportunidad tenemos las mujeres de fijarnos en otros hombres, y a mi nunca se me ocurriría hacerlo
- ¿ Estás de mal humor ?
- No lo estaba, pero...
-Compréndelo. No he tenido más remedio que aceptar. Me era violento decir que no
- Ya... No te preocupes, no pasa nada. Voy a la cocina
- Oye, oye. No te enfades sé que no es santo de tu devoción
-Bien, dejemos esto. Es tu familia e importante para ti
- Lo más importante para mi, eres tu. Ya deberías saberlo. Y si, dejémoslo ya. Ibamos a tener un día precioso, y mucho me temo que se nos acaba de estropear. Mientras estás en la cocina, aprovecharé para repasar el guión.
Dio media vuelta y se ausentó en dirección al estudio. Había deseado pasar con su mujer ese fin de semana, el primero en mucho tiempo en que no trabajaba, en que podía dedicárselo a ella, y mira por dónde Meredith había dado al traste con sus planes, y lo que era peor, Alba se había puesto de mal humor. No se soportaban mutuamente, y él estaba en el medio tratando de aplacar los exaltados ánimos de ambas mujeres, pero tenía muy claro por quién se decantaba.
Meredith llegó desplegando todas sus artes de seducción. Con la mejor de las sonrisas, se acercó a Alba para darla de refilón un ligerísimo beso en la mejilla, que a penas rozó. Alba, guardando su malhumor en un armario, se propuso no amargar la existencia a su marido. Se mostraría cariñosa y atenta con la prima de Paul, por mucho que le costara. Debía hacer gala de su buena educación y trataría por todos los medios posibles, que su contrariedad no se trasluciera
Meredith |
Pero si lo fue. A la comida siguió una larga sobremesa, después un café y la merienda. No paraba de charlar. Alba percibía que dilataba a propósito su estancia en casa de ellos.
. No la soportaba, y hacía un tremendo esfuerzo para ser buena anfitriona. Los primos se enzarzaron en una charla intrascendente, pero amena. Se reían y recordaban los días de juventud . Las anécdotas se sucedían, y mantenían al margen a Alba, que cada vez más incómoda, no sabía lo qué hacer.
- ¿ Es que no se dan cuenta que me están ignorando? - repetía para sus adentros
Preparo la merienda en la cocina, lo que l.a dio unos momentos de soledad y de respiro. Se ponía nerviosa por momentos. Les observaba y notaba que ambos estaban a gusto, como dos viejos amigos que se conocieran bien. Pero ella sabía que Meredith tenía un propósito y lo estaba consiguiendo: anular por completo su preesencia. Estaba reivindicando que ella también cuenta en la vida de Paul, y se lo está demostrando. Estaba furiosa con su marido " ¿ por qué no se da cuenta de ello ?", se preguntaba. Por fín cuando todo lo tuvo preparado se dispuso a salir de su refugio. Con el carrito camarera, llegó hasta el salón en donde observó una imagen que la dejó petrificada.
Se quedó en el dintel de la puerta, incapaz de moverse. Las piernas no la respondían, y no podía apartar la mirada de la escena que se desarrollaba ante ella: Merdith abrazaba a Paul y él tenía las manos sobre los brazos de ella, respondiendo al beso, que apasionadamente ella le daba.
Haciendo un gran esfuerzo, giró sobre sus pies, y salió corriendo de allí muerta de la angustia. Por eso no pudo escuchar, lo que Paul decía a Meredith
- ¿ Qué crees que estás haciendo? ¿ Cómo te atreves ?- la decía furioso
-Sabes muy bien lo que estoy haciendo. Tu me quieres. Te he gustado siempre. Lo que no entiendo cómo te has casado con esa estúpida muchacha
- Meredith, quiero que salgas de nuestra casa ahora mismo. Debes estar loca, de lo contrario no dirías la cantidad de estupideces que estás diciendo. Nunca te he querido mas que como una hermana. El romance que tuvimos de jóvenes, duró un suspiro. Amo a mi mujer más que a nadie, y no voy a consentir que la faltes el respeto. ¡Encima en mi propia casa!. Márchate Meredith, te ruego que te vayas.
Paul salió apresuradamente de allí y subió las escaleras de dos en dos. Imaginaba que su mujer había presenciado todo. Efectivamente, Alba lloraba desconsoladamente enterrando su rostro entre la almohada de su cama
- Alba, por favor, cálmate- la dijo tratando de abrazarla
- Ni se te ocurra tocarme. Lo he visto todo. No creas que voy a creer lo que vayas a decirme. No soy ninguna estúpida, aunque vosotros creáis lo contrario. Déjame por favor, no quiero que me hables
-Estás equivocada, no has visto absolutamente nada
- ¿ Qué no he visto nada ? Me tomas por tonta. ¡ Claro que lo he visto ! He visto cómo os besabais y os abrazabais- Sólo me ha faltado veros en la cama
- ¡ Qué de estupideces estás diciendo ! Yo no la besaba, no la abrazaba. Era ella, la necia, la que lo estaba haciendo
- No quiero escuchar nada - decía tapándose las orejas para no escuchar- No voy a pasar por esto. No te lo perdono, ¡y en nuestra casa!... Nunca, óyelo bien, nunca creí que serías tan ruin y despreciable. No quiero ni pensar lo que habréis hecho cuando yo no os veía
- ¿ Quieres callarte de una vez? Estamos nerviosos y alterados por todo esto. Calmémonos y hablemos con tranquilidad, como seres civilizados ¿ Cómo puedes pensar siquiera algo así ?
- Pues lo pienso. Es lo que he visto
- No has visto nada... Cuando te calmes hablamos. Ahora es imposible razonar contigo.
Y dando media vuelta salió del dormitorio, dejándola hecha un mar de llanto.
á
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