Miranorte - Capítulo 17º / Si te vas..., te vas.
Alba, estaba en estado de shock. No asimilaba ni comprendía, todo lo que había visto. ¿ Qué representaba en realidad, en la vida de Paul? Era su esposa, si, pero ¿ por qué entonces hacía lo que acababa de ver? ¿ Fue en realidad Meredith el amor de su vida y estaba frustrado? ¿ Había sido cierto el relato que él había hecho de su relación con ella? ¿ O había sido Meredith la que dio por terminado su romance?
No sabía qué hacer. Daba vueltas por la habitación retorciéndose las manos. No podía seguir allí ni un minuto más, pero ¿ a dónde iría ? No podía acudir a casa de sus padres ni de su abuela. Estarían demasiado involucrados y no serían imparciales. ¡Si al menos tuviera a Mila cerca!
Regresar a España, era una idea que se colaba en su cabeza. Allí contaba con amigos, con Mila... Y lo que más necesitaba en estos momentos, era un abrazo sincero que le infundiese el valor que la faltaba. Estaba claro que Paul no la necesitaba y ella no soportaría ninguna caricia que viniese de él. No recibiría una caricia de sus manos, no después de saber lo que había descubierto. No quería oir las voces que en su interior, la gritaban "escúchale, no tomes una decisión sin hablar con Paul". Pero no tenía fuerzas para mantener una conversación de ese calibre de boca de su marido.
- Tengo que irme, tengo que irme- era su mantra, que repetía una y otra vez..
Tomó del maletero un bolsón, y comenzó a llenarlo con lo más imprescindible para un viaje a Madrid, en primer lugar. Después ya vería si involucraba a Mila ó se daba un tiempo para serenarse.
Escuchaba como muy lejanos, los golpes que Paul daba en la puerta para que le permitiera entrar en la habitación. No quería verle. No quería, siquiera, oír su voz. Su cabeza funcionaba a velocidad de vértigo. Todo había sido inesperado y debía tomar una decisión sobre lo qué hacer. Cualquier cosa, menos permanecer junto a él. Dejó de escuchar su voz reclamándola que abriera la puerta. Sigilosamente la abrió y comenzó a bajar las escaleras que la separaban de la planta baja en donde Paul, paseaba nervioso de un lado a otro de la estancia. Cuando la vio con el bolsón, imaginó inmediatamente lo que se proponía, y demudado acudió a su encuentro
- Pero ... ¿ Qué vas hacer ? No puedo creer lo que imagino. Te dije que debíamos hablar, pero veo que tu ya has tomado una decisión-dijo exasperado
- Creo que está todo muy claro. ¿ Qué vas a decirme, que no es cierto lo que vi? ¿ Esa es tu disculpa?
- ¡ No, Santo Dios ! No tengo que disculparme. No he hecho nada malo. Te lo he repetido mil veces. Ha sido ella la que lo ha provocado. Yo no he tenido nada que ver
- Tenías mucho interés en que viniese a comer con nosotros. Te recuerdo que íbamos a pasar el fin de semana nosotros solos. Pero fue suficiente que ella te llamara, para trastocarlo todo. ¿ Me quieres decir que fue también casualidad? Creo que lo teníais planeado. Lo que no entiendo por qué te casaste conmigo si la querías a ella. Yo tenía asumido que eras un imposible para mi, que te querría desde la distancia. Pero llegaste y me engatusaste con tus bonitas palabras, y ahora ... me has roto el corazón. Tengo que irme. El aire de esta casa se me hace irrespirable
-No la quiero a ella, te quiero a ti ¿ cómo no lo ves ? Ella es una pariente. Nada más. No representa absolutamente nada en mi vida ¿ Por qué haces esto ? ¿ Qué más puedo decirte para hacerte comprender que te he sido fiel, que no ha existido nadie en mi vida desde que te conocí? No puedo creer lo que estás a punto de hacer por tu cabezonería y tozudez. Te quiero con todas mis fuerzas, y te lo he repetido una y otra vez: ha sido una maniobra de ella, no mia. Pero será la última vez que lo digo. No voy a suplicarte más que te quedes, que no huyas de mi lado. Por mucho que me destroce tu decisión, si te vas, estaré siempre aquí, esperándote, pero no iré a buscarte. Habrás de ser tu la que regrese si alguna vez te convences de lo arbitraria que estás siendo. No tengo que pedirte perdón de nada, Si te vas... te vas... que lo sepas.
Por unos instantes, Alba dudó. Pero era orgullosa y se sentía herida. Le miró fijamente y sin pronunciar palabra, salió lentamente de su hogar, dejando atrás a un desconsolado y lívido Paul. Perdía al amor de su vida, pero no correría tras ella. Tendría que ser Alba la que se convenciera de que estaba cometiendo el error más grande que pudiera cometer, pero no le creería mientras no se diera cuenta de su equivocación.
Desesperado, incrédulo, vio como se cerraba la puerta y la querida figura de su mujer, desaparecía. ¿Cómo había terminado así aquel día que se prometía feliz?
Su primera intención era llamar a Meredith, abroncarla por lo que había provocado en su vida, pero en cuestión de segundos, cambiaba de opinión. La angustia que sentía no le permitía pensar con claridad. Daba vueltas por la habitación. No sabía qué hacer. Si correr tras Alba y suplicarle nuevamente que volviera, si permanecer allí sin hacer nada, retorciéndose de preocupación, ir a casa de su abuela buscando consuelo, alivio y consejo. Ella le conocía bien y sabía cómo apaciguar su ánimo. Pero de repente pensaba que no podía hacer partícipe a nadie de su problema. Por otra parte estaba tan angustiado, que no le apetecía relatar a nadie, ni siquiera a su abuela, lo ocurrido.
Las horas pasaron, pero Paul permanecía en el mismo lugar que le dejara Alba, sin reaccionar. Aún no asimilaba lo que en cuestión de minutos, había cambiado su vida.
Como ya era algo tarde, Alba dijo al taxista la llevara a un hotel cercano al aeropuerto. Llamaría a la compañía aérea para reservar un billete en el primer vuelo que saliera para España. Iría primero a su casa, y después ya vería... ¿ Ir en busca de Mila? Estaba indecisa. El problema era suyo. ¿ Cómo explicar lo sucedido? No tenía fuerzas. Sólo lloraba. ¿ Cómo es posible que la vida le jugara esa mala partida? De siempre había renunciado a su amor. Era imposible que él se fijase en ella, y sin embargo estaba casada con él. ¿ Por qué, cómo, cuando... Paul se dio cuenta de que existía?
Reconocía que siempre había estado cerca, y en miles de ocasiones le había recordado que siempre la protegería. Entonces... ¿ cómo había ocurrido aquello? ¿ Debería haber dejado que se explicara? ¿Qué es lo que iba a justificar? Era absurdo pensar que fuera Meredith la causante de todo. Algo tendría que haber hecho Paul para llegar a ese final ¿ Cómo olvidar sus caricias de los últimos días, su sonrisa, su ternura ? ¿ Qué ternura ? Había sido capaz de besar a otra mujer en su propia casa, delante de ella.
- No..., es un sinvergüenza. ¡ Oh Dios mio ! ¿ qué voy hacer ? No volveré sin antes me haya pedido persón. No me rebajaré. Yo, no. No he sido yo la que ha hecho eso
"
Ni siquiera podía pronunciar esa palabra que definía lo que había visto. " Están liados"- se repetía - ¡Cómo, si no, ella iba a hacer algo así. Por muy fresca que fuera...!
Los sollozos sellaban su garganta. Al fin y, al cabo de un rato, se decidió llamar para pedir el pasaje. Partiría al día siguiente rumbo a Madrid.
Rendida por las emociones, se quedó dormida encima de la cama, sin desvestirse. Sólo de madrugada, con el fresco que entraba por la ventana de su habitación, la hizo despabilarse. Desorientada mirada en rededor, sin terminar de ubicarse en el hotel, hasta que la consciencia volvió a su memoria. Se tapó la cara con las manos como para olvidar la enormidad de lo acontecido en su vida. Otra vez sola. Pero cada vez que sufría un dolor, se derrumbaba de nuevo incapaz de creer que podría levantarse y seguir su camino. La enormidad de la frustración por Paul hacía que se hundiera cada vez más. La imagen de él diciéndola: " si te vas... te vas ".
Era un hombre que cuando tomaba una decisión, no daba marcha atrás, por mucho que le costase, y ella sabía que lo dicho iba en serio, y que si volvía con él, habría de ser Alba la que diera el primer paso. Pero ahora se sentía demasiado dolida para hacerlo, y no sólo eso, sino que estaba en posesión de la verdad, y esta vez no cedería. No volvería a su casa con la cabeza baja, por algo que no había sido su culpa. Ella no se había besado con nadie.
Y recordó el día que conoció a su marido al salir en su defensa pensando que estaba en peligro, por su discusión con Alberto, el médico de Miranorte. Recordó que estaba loco por ella, aunque Alba sólo le viera como un buen amigo. Habían terminado su relación amistosa, de mala manera. Tampoco podía recurrir a él. ¿ Qué la ocurría, sería gafe ? ¿ Por qué todo lo que emprendía le salía mal? ¿ Sería culpa de ella ?
Aterida de frio se tapó con la colcha de la cama. Se hizo un ovillo, y trató de olvidar su recuerdo con el médico para no pensar,, de rechazo, en Paul..
Repetidas veces había llamado a su móvil, que permanecía desconectado. Se moría de la inquietud ¿dónde estaba ? Era tarde, muy tarde y se arrepentía de haber sentenciado la partida de Alba: Se había justificado ante ella, ¿ pero era suficiente ? Ella estaba nerviosa y no le creyó. "Es normal que así sea". Se repetía arrepentido de su arrebato. Pero ahora le preocupaba que anduviera sola por ahí, sabe Dios Donde. Llamó a casa de sus padres por comprobar si disimuladamente le daban alguna noticia, pero la conversación fue normal, sin dar a entender que Alba estuviera allí. Y lo mismo ocurrió con su abuela, pero ésta intuyó algo y así se lo hizo notar. Pero él desmintió todo. Tan sólo dijo: " hemos discutido, nada más ". Pero eso no calmó sus ánimos. La imaginaba en cualquier hotel, pero también pudiera ser que haya tenido algún accidente... No, desechó la idea: "de haber sido así, la policía se hubiera comunicado conmigo". Estaba desesperado, y decidió salir a la calle, no sabía muy bien donde ir, pero necesitaba hacer algo. No podía quedarse cruzado de brazos, mientras su mujer andaba perdida y desesperada.
- Seguro que se ha comunicado con Mila - pensó - ¡ Cómo no se me había ocurrido antes !
Pero por la diferencia horaria era de madrugada en España. Aguardaría que fuera una hora prudencial para llamarla. Pero tampoco obtuvo respuesta satisfactoria, lo que le alteró aún más. Amanecía cuando volvió a su casa angustiado. Llevaba horas andando por la calle, pensando en todas las rutas que Alba hubiera podido tomar, y sólo le quedaba una: el aeropuerto. Casi con toda seguridad volvería a España.
Preguntó en los mostradores en los que hubiera conexión con España, pero en ninguno quisieron darle alguna noticia. " las normas no nos lo permiten", fue toda la respuesta que obtuvo. Las horas habían pasado. Miraba a todos los pasajeros que se disponían a embarcar, pero entre ellos tampoco vio a su mujer. Por momentos se desesperaba más, y decidió hablar con la productora. No podía acudir al rodaje. No estaba en condiciones ni físicas ni mentales
- Me importa un pito que me demandes. Necesito viajar a España hoy mismo... ahora... si consigo un pasaje. Lo siento, ha ocurrido algo inesperado y es urgente que vaya- le decía al director de la película
Gritaba a través del teléfono, porque el director estaba hecho una furia, y Paul no se daba cuenta de que no estaba en su casa, sino en un taxi en dirección a ella. Haría un pequeño equipaje y saldría inmediatamente para Madrid.
No sabía qué hacer. Daba vueltas por la habitación retorciéndose las manos. No podía seguir allí ni un minuto más, pero ¿ a dónde iría ? No podía acudir a casa de sus padres ni de su abuela. Estarían demasiado involucrados y no serían imparciales. ¡Si al menos tuviera a Mila cerca!
Regresar a España, era una idea que se colaba en su cabeza. Allí contaba con amigos, con Mila... Y lo que más necesitaba en estos momentos, era un abrazo sincero que le infundiese el valor que la faltaba. Estaba claro que Paul no la necesitaba y ella no soportaría ninguna caricia que viniese de él. No recibiría una caricia de sus manos, no después de saber lo que había descubierto. No quería oir las voces que en su interior, la gritaban "escúchale, no tomes una decisión sin hablar con Paul". Pero no tenía fuerzas para mantener una conversación de ese calibre de boca de su marido.
- Tengo que irme, tengo que irme- era su mantra, que repetía una y otra vez..
Tomó del maletero un bolsón, y comenzó a llenarlo con lo más imprescindible para un viaje a Madrid, en primer lugar. Después ya vería si involucraba a Mila ó se daba un tiempo para serenarse.
Escuchaba como muy lejanos, los golpes que Paul daba en la puerta para que le permitiera entrar en la habitación. No quería verle. No quería, siquiera, oír su voz. Su cabeza funcionaba a velocidad de vértigo. Todo había sido inesperado y debía tomar una decisión sobre lo qué hacer. Cualquier cosa, menos permanecer junto a él. Dejó de escuchar su voz reclamándola que abriera la puerta. Sigilosamente la abrió y comenzó a bajar las escaleras que la separaban de la planta baja en donde Paul, paseaba nervioso de un lado a otro de la estancia. Cuando la vio con el bolsón, imaginó inmediatamente lo que se proponía, y demudado acudió a su encuentro
- Pero ... ¿ Qué vas hacer ? No puedo creer lo que imagino. Te dije que debíamos hablar, pero veo que tu ya has tomado una decisión-dijo exasperado
- Creo que está todo muy claro. ¿ Qué vas a decirme, que no es cierto lo que vi? ¿ Esa es tu disculpa?
- ¡ No, Santo Dios ! No tengo que disculparme. No he hecho nada malo. Te lo he repetido mil veces. Ha sido ella la que lo ha provocado. Yo no he tenido nada que ver
- Tenías mucho interés en que viniese a comer con nosotros. Te recuerdo que íbamos a pasar el fin de semana nosotros solos. Pero fue suficiente que ella te llamara, para trastocarlo todo. ¿ Me quieres decir que fue también casualidad? Creo que lo teníais planeado. Lo que no entiendo por qué te casaste conmigo si la querías a ella. Yo tenía asumido que eras un imposible para mi, que te querría desde la distancia. Pero llegaste y me engatusaste con tus bonitas palabras, y ahora ... me has roto el corazón. Tengo que irme. El aire de esta casa se me hace irrespirable
-No la quiero a ella, te quiero a ti ¿ cómo no lo ves ? Ella es una pariente. Nada más. No representa absolutamente nada en mi vida ¿ Por qué haces esto ? ¿ Qué más puedo decirte para hacerte comprender que te he sido fiel, que no ha existido nadie en mi vida desde que te conocí? No puedo creer lo que estás a punto de hacer por tu cabezonería y tozudez. Te quiero con todas mis fuerzas, y te lo he repetido una y otra vez: ha sido una maniobra de ella, no mia. Pero será la última vez que lo digo. No voy a suplicarte más que te quedes, que no huyas de mi lado. Por mucho que me destroce tu decisión, si te vas, estaré siempre aquí, esperándote, pero no iré a buscarte. Habrás de ser tu la que regrese si alguna vez te convences de lo arbitraria que estás siendo. No tengo que pedirte perdón de nada, Si te vas... te vas... que lo sepas.
Por unos instantes, Alba dudó. Pero era orgullosa y se sentía herida. Le miró fijamente y sin pronunciar palabra, salió lentamente de su hogar, dejando atrás a un desconsolado y lívido Paul. Perdía al amor de su vida, pero no correría tras ella. Tendría que ser Alba la que se convenciera de que estaba cometiendo el error más grande que pudiera cometer, pero no le creería mientras no se diera cuenta de su equivocación.
Desesperado, incrédulo, vio como se cerraba la puerta y la querida figura de su mujer, desaparecía. ¿Cómo había terminado así aquel día que se prometía feliz?
Su primera intención era llamar a Meredith, abroncarla por lo que había provocado en su vida, pero en cuestión de segundos, cambiaba de opinión. La angustia que sentía no le permitía pensar con claridad. Daba vueltas por la habitación. No sabía qué hacer. Si correr tras Alba y suplicarle nuevamente que volviera, si permanecer allí sin hacer nada, retorciéndose de preocupación, ir a casa de su abuela buscando consuelo, alivio y consejo. Ella le conocía bien y sabía cómo apaciguar su ánimo. Pero de repente pensaba que no podía hacer partícipe a nadie de su problema. Por otra parte estaba tan angustiado, que no le apetecía relatar a nadie, ni siquiera a su abuela, lo ocurrido.
Las horas pasaron, pero Paul permanecía en el mismo lugar que le dejara Alba, sin reaccionar. Aún no asimilaba lo que en cuestión de minutos, había cambiado su vida.
Como ya era algo tarde, Alba dijo al taxista la llevara a un hotel cercano al aeropuerto. Llamaría a la compañía aérea para reservar un billete en el primer vuelo que saliera para España. Iría primero a su casa, y después ya vería... ¿ Ir en busca de Mila? Estaba indecisa. El problema era suyo. ¿ Cómo explicar lo sucedido? No tenía fuerzas. Sólo lloraba. ¿ Cómo es posible que la vida le jugara esa mala partida? De siempre había renunciado a su amor. Era imposible que él se fijase en ella, y sin embargo estaba casada con él. ¿ Por qué, cómo, cuando... Paul se dio cuenta de que existía?
Reconocía que siempre había estado cerca, y en miles de ocasiones le había recordado que siempre la protegería. Entonces... ¿ cómo había ocurrido aquello? ¿ Debería haber dejado que se explicara? ¿Qué es lo que iba a justificar? Era absurdo pensar que fuera Meredith la causante de todo. Algo tendría que haber hecho Paul para llegar a ese final ¿ Cómo olvidar sus caricias de los últimos días, su sonrisa, su ternura ? ¿ Qué ternura ? Había sido capaz de besar a otra mujer en su propia casa, delante de ella.
- No..., es un sinvergüenza. ¡ Oh Dios mio ! ¿ qué voy hacer ? No volveré sin antes me haya pedido persón. No me rebajaré. Yo, no. No he sido yo la que ha hecho eso
"
Ni siquiera podía pronunciar esa palabra que definía lo que había visto. " Están liados"- se repetía - ¡Cómo, si no, ella iba a hacer algo así. Por muy fresca que fuera...!
Los sollozos sellaban su garganta. Al fin y, al cabo de un rato, se decidió llamar para pedir el pasaje. Partiría al día siguiente rumbo a Madrid.
Rendida por las emociones, se quedó dormida encima de la cama, sin desvestirse. Sólo de madrugada, con el fresco que entraba por la ventana de su habitación, la hizo despabilarse. Desorientada mirada en rededor, sin terminar de ubicarse en el hotel, hasta que la consciencia volvió a su memoria. Se tapó la cara con las manos como para olvidar la enormidad de lo acontecido en su vida. Otra vez sola. Pero cada vez que sufría un dolor, se derrumbaba de nuevo incapaz de creer que podría levantarse y seguir su camino. La enormidad de la frustración por Paul hacía que se hundiera cada vez más. La imagen de él diciéndola: " si te vas... te vas ".
Era un hombre que cuando tomaba una decisión, no daba marcha atrás, por mucho que le costase, y ella sabía que lo dicho iba en serio, y que si volvía con él, habría de ser Alba la que diera el primer paso. Pero ahora se sentía demasiado dolida para hacerlo, y no sólo eso, sino que estaba en posesión de la verdad, y esta vez no cedería. No volvería a su casa con la cabeza baja, por algo que no había sido su culpa. Ella no se había besado con nadie.
Y recordó el día que conoció a su marido al salir en su defensa pensando que estaba en peligro, por su discusión con Alberto, el médico de Miranorte. Recordó que estaba loco por ella, aunque Alba sólo le viera como un buen amigo. Habían terminado su relación amistosa, de mala manera. Tampoco podía recurrir a él. ¿ Qué la ocurría, sería gafe ? ¿ Por qué todo lo que emprendía le salía mal? ¿ Sería culpa de ella ?
Aterida de frio se tapó con la colcha de la cama. Se hizo un ovillo, y trató de olvidar su recuerdo con el médico para no pensar,, de rechazo, en Paul..
Repetidas veces había llamado a su móvil, que permanecía desconectado. Se moría de la inquietud ¿dónde estaba ? Era tarde, muy tarde y se arrepentía de haber sentenciado la partida de Alba: Se había justificado ante ella, ¿ pero era suficiente ? Ella estaba nerviosa y no le creyó. "Es normal que así sea". Se repetía arrepentido de su arrebato. Pero ahora le preocupaba que anduviera sola por ahí, sabe Dios Donde. Llamó a casa de sus padres por comprobar si disimuladamente le daban alguna noticia, pero la conversación fue normal, sin dar a entender que Alba estuviera allí. Y lo mismo ocurrió con su abuela, pero ésta intuyó algo y así se lo hizo notar. Pero él desmintió todo. Tan sólo dijo: " hemos discutido, nada más ". Pero eso no calmó sus ánimos. La imaginaba en cualquier hotel, pero también pudiera ser que haya tenido algún accidente... No, desechó la idea: "de haber sido así, la policía se hubiera comunicado conmigo". Estaba desesperado, y decidió salir a la calle, no sabía muy bien donde ir, pero necesitaba hacer algo. No podía quedarse cruzado de brazos, mientras su mujer andaba perdida y desesperada.
- Seguro que se ha comunicado con Mila - pensó - ¡ Cómo no se me había ocurrido antes !
Pero por la diferencia horaria era de madrugada en España. Aguardaría que fuera una hora prudencial para llamarla. Pero tampoco obtuvo respuesta satisfactoria, lo que le alteró aún más. Amanecía cuando volvió a su casa angustiado. Llevaba horas andando por la calle, pensando en todas las rutas que Alba hubiera podido tomar, y sólo le quedaba una: el aeropuerto. Casi con toda seguridad volvería a España.
Preguntó en los mostradores en los que hubiera conexión con España, pero en ninguno quisieron darle alguna noticia. " las normas no nos lo permiten", fue toda la respuesta que obtuvo. Las horas habían pasado. Miraba a todos los pasajeros que se disponían a embarcar, pero entre ellos tampoco vio a su mujer. Por momentos se desesperaba más, y decidió hablar con la productora. No podía acudir al rodaje. No estaba en condiciones ni físicas ni mentales
- Me importa un pito que me demandes. Necesito viajar a España hoy mismo... ahora... si consigo un pasaje. Lo siento, ha ocurrido algo inesperado y es urgente que vaya- le decía al director de la película
Gritaba a través del teléfono, porque el director estaba hecho una furia, y Paul no se daba cuenta de que no estaba en su casa, sino en un taxi en dirección a ella. Haría un pequeño equipaje y saldría inmediatamente para Madrid.
Miraba por la ventanilla al exterior, sin ver en realidad nada. Hacía poco más de una hora que habían partido. Aún la quedaban muchas horas de vuelo hasta llegar a Madrid. inclinó hacia atrás el asiento y pidió a la azafata una almohada. Trataría de dormir, aunque sabía muy bien que no lo conseguiría. Una vez más las lágrimas pugnaban por salir, pero las reprimía, ahogándolas en su garganta. En la televisión del avión, proyectaban Memorias de Africa. Recordó cuando vio con sus amigas de Miranorte la película. ¡ Qué distinto era todo entonces! Tres jóvenes esperando todo de la vida, sin más preocupaciones que su día a día. Ella había realizado el sueño de su vida, y sin embargo de nada había servido, porque la decepción sufrida anulaba todo lo demás. Había dejado atrás al hombre de sus sueños, de su vida. Ahora tenía un futuro incierto sin saber qué hacer y cómo recuperarse de todo lo ocurrido
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