Desencuentros - Capítulo 7º / Una llamada inoportuna

Mientras regresaba a Madrid, no paraba de recordar todos los acontecimientos vividos en esos dos días. Estaba satisfecha por haber podido localizar a Lolita y haber hablado con su madre. Sentía una profunda tristeza por todo lo que les tocó vivir.

Si llegaba pronto trataría de comunicar con Jeff. La diferencia horaria con Francia era la misma que la nuestra  y aunque fuese tarde le llamaría para decirle que todo estaba solucionado.  En su interior estaba contenta de poder hablar con él,  de escuchar su voz. Creía saber el significado, pero se resistía a creerlo. No podía  ser verdad que de nuevo una ilusión hubiera llegado a su vida.  Pensó en los consejos que Jeff la dio y después de conocer todo lo relacionado con la familia de Lolita, pensaba que tenía razón, que los momentos hay que aprovecharlos cuando se presentan, porque no sabemos si tendremos otra oportunidad..



 
  El tiempo en Madrid era desapacible.  Llovía a ratos con intensidad y estaba deseando llegar a casa. Se sentía cansada, no por el viaje, sino por el cúmulo de  sentimientos.  Antes de subir tomó un café y una tostada en la cafetería cercana a su domicilio. No tendría que preocuparse de preparar cena, le daba mucha pereza.  Sacó la ropa del bolso de viaje y lo dejó sobre una silla
- Mañana me ocuparé de guardar lo que sea. Ahora no tengo ganas. Me ducharé y me pondré cómoda. A la hora conveniente trataré de hablar con Jeff.

Así lo hizo y para hacer tiempo,  vio la televisión aunque no estaba pendiente de ella. Nerviosa miraba el reloj constantemente, deseosa de que fuera la hora de llamar. Recostada sobre la almohada evocaba su rostro, cercano mientras estuvieron bailando en la discoteca. Aspiraba su perfume, discreto pero exquisito. Su marido no usaba perfume, más que una colonia fresca, varonil, para después de la ducha.
El perfume de su amigo era distinguido. Él era muy elegante y sabía vestirse con la ropa adecuada en cada momento. Se le veía un  "hombre de mundo”.

Miró por última vez el reloj y se dispuso a marcar el móvil de Jeff. No esperaría más.  Eran casi las doce de la noche y estaba cansada.  Marcó el número, aguardó unos instantes y una voz femenina la respondió

- Hello , qui c'est?

—Ce Monsieur Spencer s’il vou plait?

-D’acord
Pero oyó su voz risueña que reñía suavemente a la mujer que le acompañaba

-Donnez moi, ma petite

Se quedó confundida sin saber qué decir.

-Who is that?- preguntó,  sin esperar que fuese Perla quién hiciera esa llamada  

No podía articular palabra…

-Perdón Jeff. No creí que estabas ocupado. Lo siento mucho. Siento la interrupción

- ¿Perla? ¿ Te ocurre algo ?
-No, estoy bien. Voy a colgar

-Espera, espera…
- Adiós

Al cabo de unos instantes sonó el teléfono. Perla sabía que era Jeff, pero no tenía ganas de hablar con él.  Sabía perfectamente lo que hacía esa mujer en la habitación. A pesar. de sentir una tristeza inmensa, comprendía que no tenía derecho a reclamarle nada.  Ella misma había puesto de manifiesto que su único amor era Carlos. No esperaba que su vida diera ese giro, pero había ocurrido en contra de su voluntad, sin buscarlo. No contaba que él la viera como a una hermana,  y no con otro sentimiento. Nunca le diría nada, nunca la notaría nada,  aunque se muriera de pena cada vez que le viera.
No respondió al teléfono. Sonó durante varios minutos. Ella se tapaba la cabeza con la almohada para no escuchar su sonido.

No tenía ganas de levantarse. Todo el entusiasmo del día anterior se había esfumado y había tomado una  decisión,  para cuando viniera Jeff : no iría con él a América. Se buscaría un trabajo ya mismo.  Su reputación era conocida en  importantes editoriales y creía no tener impedimento en encontrar un hueco en alguna de ellas. Y en último caso, se tragaría el orgullo y hablaría con su antiguo jefe para que la readmitiese.
Con desgana se vistió y salió a la calle. Compró el periódico y dio una vuelta por el barrio. Desayunó en una cafetería. Pensaba pasear por el parque cercano, pero comenzó a llover y decidió volver a su casa. Definitivamente los días de lluvia la deprimían más de lo que ya estaba.

No tuvo noticias de Jeff ni ese día ni en los tres siguientes.. Al cuarto y ya de noche, muy tarde, sonó su teléfono.  El contestador dijo su párrafo. Al concluir escuchó la voz de Jeff que reclamaba su presencia en el aparato
-Vamos Perla, no seas niña. Somos adultos. De haber sabido que eras tú la que llamabas, hubiera atendido yo. Vamos se que estás ahí, ponte, por favor

-Jeff, estoy avergonzada. No tienes que darme ninguna explicación. Me siento muy incómoda y no deseo hablar contigo
-Pero  qué crees, ¿que soy un santo ? Soy un hombre joven, soltero y me gusta divertirme. Y efectivamente no tengo porqué darte explicaciones, así que si no quieres hablar conmigo, no seré yo quién te incomode. Adiós.

No sabría decir que palabra la dolió más: si el afirmar que estaba con una mujer, o la manera en que la dijo que era libre de hacer lo que quisiera…
- Me está bien empleado. ¿ Quién me manda a mi escuchar buenas palabras de alquien al que apenas conozco ? ¿ Por qué no me dejaste en paz, seguir con mi vida ?, triste o alegre, vacía o plena, pero era la que yo quería vivir. Acaso ¿ es mejor esto? ¿De nuevo volver a sufrir ?

Sabía que esa noche la costaría dormir, así que decidió tomarse un Lexatil. Necesitaba ordenar sus ideas,    de nuevo patas arriba.
No tenía el ánimo para hablar con sus amigas, por tanto no las llamó para anunciarlas que estaba de regreso en casa. Sabía que la harían preguntas y lo que menos necesitaba ahora, era revivir los acontecimientos de Belchite.  Dejó pasar ese día y por la noche las llamó.  Quedaron en verse al salir de trabajar y así lo hicieron. Hasta la hora de la cita buscaría algún empleo, sin muchas ganas de hacerlo, pero era necesario. No encontró nada, o mejor, no vió nada. No estaba preparada para la situación que se le había planteado, no se lo había imaginado

Se reunió con sus amigas en el sitio de siempre. Se saludaron como siempre e hicieron que les relatara todos sus descubrimientos. Estaban ansiosas por saber. . Araceli que era la que mejor la conocía, intuyó que algo la preocupaba y mientras las otras discutían,  en un aparte, ella la preguntó



 

- ¿ Te ocurre algo?   Jeff te gusta ¿verdad?. Bueno eso es estupendo. Es lo que hemos estado esperando durante mucho tiempo  ¡Eureka, al fin ocurrió ¡!

- ¡ Noo ¡ Si me gusta, pero yo a él no. Me ve como a una hermana pequeña. Estoy muy confundida y pesarosa de no haber seguido con mi vida de antes. Al menos ya lo tenía asumido, y sin embargo ahora tengo que volver a empezar de nuevo.

- No puedo creer lo que estoy oyendo ¿ que  no le gustas ? ¿ es ciego ? Pero si eres guapísima, culta, inteligente…. .

- Si pero no he hablado con él más que de Carlos, y claro  ha pensado que no me interesa nadie
- Tonterías. Si se hubiera fijado en ti, hubiera insistido. Pero claro, en los sentimientos no se mandan. A lo mejor él ya tenía novia o pareja. ¡ Os conocéis tan poco… !

- Por favor, Araceli, dejemos esto

Apenada,  la amiga comentó con las otras. Iban a dar su opinión, cuando la mano alzada de Perla, las frenó en seco al tiempo que decía
 
- No quiero hablar más de este tema. Es pasado ¿ de acuerdo ?

Las chicas asintieron,  apenadas,  con la cabeza pero conocían a su amiga y sabían que no quería se tocara el tema Jeff, nunca  más.

Transcurrieron  más de quince días desde que Jeff y ella hablaran por última vez. Fue un domingo por la mañana. Aún conservaba el pijama de la noche anterior y estaba desayunando cuando alguien llamó a la puerta. Se alisó los cabellos y descalza fué a abrir la puerta.  Sería alguna de las chicas, repitió para sus adentros.
- Hola - La voz de Jeff lo llenaba todo. Estaba frente a ella sonriendo



 
- No esperaba encontrarte aún en la cama. Son más de las once y tú acostumbras a madrugar- replicó Jeff

- Hola. Es que … tengo frio. Se ve que algún catarro me está rondando, el caso es que no me apetecía levantarme aún. No tengo prisa; hoy no trabajo

- ¿Estás trabajando ?

- Si, si, claro. Necesito trabajar. No soy rica; tengo ahorros pero éstos se acaban
- Eso quiere decir que no vendrás a América ¿no?

- Exacto. Allí sería como un jarrón chino: valioso pero nadie sabe dónde ponerlo. Mi sitio está aquí. Eso no quiere decir que en algunas vacaciones vuele a Nueva York y nos veamos,  pero para establecerme allí, no, definitivamente.

-Oye, sobre lo ocurrido en Francia…
-¡ No quiero saber nada  no tienes que explicarme nada ! ¿Sabes ? no me he caído de un guindo y sé las necesidades que tenéis los hombres. Recuerda que estuve casada durante tres años. Siento vergüenza de haberte llamado, en un momento tan íntimo, pero ya pasó. No tienes porqué sentirte apenado. Si te parece hablaremos de las gestiones para tu abuelo…

Paso por paso relató todo lo ocurrido, pero le ocultó los sentimientos encontrados que había experimentado al verse frente a la tumba de Lolita. En cierto modo ella era la que había puesto en su camino a Jeff.

La invitó a comer, pero ella rechazó la invitación alegando que no se encontraba bien
- Me duele mucho la cabeza, perdóname en otra ocasión

- Estás enfadada ¿verdad?
Ella le miró fijamente a los ojos: "si lo estoy.Tus últimas palabras fueron bruscas y me recordaron la bronca de la editorial. Has cambiado mi vida a peor porque ahora no puedo luchar contra ti… "-.   Pero no dijo nada. Lo que pensaba se quedaba para ella.

- En fin, si estás enferma no te molesto más

La despedida fue fría por parte de ambos. No se besaron  en  la mejilla como hacían antes. Tan sólo Jeff la miró fijamente y pasando su mano por la cara de ella , se despidió.





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