El otro lado del mundo - Capítulo 12 - Lyan
Aguardaba pacientemente a que de nuevo emprendieran el vuelo. La escala se le hacía interminable. Menos mal que tenía el diario que atenúaba la espera . Nuevamente se acomodó en su asiento y prosiguió la lectura.
"Cuando me hube calmado, Lyan, pacientemente, respondía a la pregunta de cómo me había localizado. Por medio del teléfono que le dejé al separarnos, contactó con mi amiga y ella le había dado la dirección de donde trabajaba.
- Tenía que traerte los documentos del divorcio, pero pensé hacerlo en persona, en lugar de enviártelos por correo. Bendigo al cielo que así pensé y pude evitarte el disgusto de ese canalla. Verás. En todo este tiempo que hemos estado separados, no te has ido de mi cabeza.Yo solo, en el caserón, todo me recordaba a ti; la casa olía a ti. Me dio tiempo a pensar muy bien lo que debía hacer: tenía que buscarte para que volvieras conmigo. No me compensaba el orgullo herido y no tenerte. Nunca debí aceptar nuestra separación. Pasemos página y volvamos a empezar de nuevo, echando al olvido nuestras vidas anteriores. La mia comenzó cuando te vi por primera vez, aunque no me diese cuenta de ello. Vuelve conmigo; se que no es gran cosa lo que te ofrezco. Que viviríamos en un lugar horrible, pero prometo respetarte y con el tiempo quién sabe si llegaremos a querernos. Estarías cuidada y protegida, y a salvo de cuantos aprovechados saldrán a tu paso. Eres una mujer preciosa, y seguro no te faltarían pretendientes, pero tan leales como yo, no creo que los tuvieras.
" Yo me le quedé mirando ¿ me estaba proponiendo regresar a casa y vivir como matrimonio? Yo no le amaba, pero le respetaba, y hasta le había echado de menos , y me preguntaba por qué se retrasaba tanto en enviarme los documentos que disolvieran nuestro casamiento. Ahora ya sabía la respuesta, e imaginé que él se había enamorado de mi, pero que casualmente no lo sabía. ¿ Podría yo corresponder a su amor algún día? Era una buena persona y se merecía ser amado. Le miré fijamente, y por primera vez me di cuenta de su mirada tan azul, tan limpia y tan sincera. Apoyé mi mano sobre las de él y apreté ligeramente mientras le daba mi respuesta.
- Si Lyan, quiero ir contigo, vivir contigo y ser tu esposa. No te amo, pero has sido tan bueno conmigo que creo no me costará tenerte afecto y cuando pase el tiempo, hasta llegue a enamorarme de ti. Sólo te pido paciencia y comprensión. Te respetaré y cumpliré como tu esposa; te atenderé cuando estés enfermo, te ayudaré en las tareas de la granja, y seré tu consejera si es que lo solicitas. Deseo ser tu compañera en el camino por la vida, y te prometo ante el Dios que ahora nos mira, que te seré siempre fiel y te respetaré como lo que eres: un buen hombre y además mi esposo
" Lyan me miró tan profundamente que su mirada se clavó en mi corazón. Era mitad agradecimiento, mitad dulzura, y mitad amor. Todo ello en una sola mirada y una dulce sonrisa. Me besó ligeramente y exclamó:
- Bien, esposa. Pues vamos a buscar alojamento y mañana si te parece partimos hacia nuestro hogar.
" Me llevó a un hotel lujoso y reservó una habitación. Yo no sabía muy bien lo que me estaba ocurriendo en el torbellino que tenía por cabeza. En cuestión de unas horas, había pasado de cocinar, ser sobada por un cretino, a estar en una habitación de hotel con un marido desconocido para mi, que esperaba ansioso su noche de bodas. Pero a pesar de parecer tan rudo, era un alma dulce y tierna. Comprendía mi azoramiento y me dio tiempo para prepararme. Salió de la habitación y me dijo que bajaría al vestíbulo mientras yo me hacía cargo de la situación.
No era lo que yo había soñado años atrás de una noche de boda No tenía siquiera un camisón bonito con el que sorprender a mi marido. Tampoco le conocía bien y no sabía cómo se comportaría él , ni como lo haría yo. Los nervios empezaron a apoderarse de mi, y por unos instantes me arrepentí de haber aceptado ser su esposa, y ahora de verdad. Pensé en darme una ducha; al menos me quitaría el sudor de los nervios. Miré si acaso el hotel ofrecía algún frasquito de colonia, al menos para perfumar mi cuerpo, y si lo había. Me puse un albornoz que había colgado en la puerta del baño, y esperé paciente a que Lyan regresara . Y lo hizo al cabo de un rato.
- Pensé que todo había sido muy improvisado y seguramente no tendrías algo apropiado para una noche como esta. A las mujeres os gusta lucir muy bellas ante el esposo, y aunque yo se que lo eres..., toma, te compré ésto en la tienda del hotel. Yo también me daré un baño; hace mucho calor.
" Y se perdió en el interior del baño, mientras yo desenvolvía el paquete que me había traido. En su interior había un camisón y una bata preciosos de una fina tela de satén primorosamente confeccionados. Eran dignos de una reina, y Lyan, lo había comprado para mi. Rápidamente me quité el albornoz y me puse deprisa el camisón y la bata. No quería que él me sorprendiera en esa tarea.
No tardó mucho en salir. Llevaba una toalla a la cintura y mostraba su pecho fuerte en el que me cobijé mientras le daba las gracias por el detalle tan dulce que había tenido. El me abrazó suavemente y besó mis labios con una sonrisa ya relajada, y al separarse de mi, me dijo:
- Espera, aún falta algo más ¿ De verdad quieres ser mi esposa ?
-De verdad, lo deseo - le respondí
" Extrajo una pequeña caja de su pantalón, y abriéndola pude ver dos anillos de esponsales. Tomó uno y me lo colocó en el dedo anular de la mano izquierda y me ofreció el otro para que yo hiciese lo mismo con su mano. Besó la mia y con toda la ternura del mundo me dijo:
-Ahora si, ya somos marido y mujer
"Volvió a besarme mientras dulcemente, despacio, me despojaba de la ropa que acababa de ponerme, me tendió en la cama y consumamos nuestro matrimonio, entre las dulces palabras de Lyan, sus caricias y sus besos. Era la primera vez que sentía el verdadero amor sobre mi, con este hombre rudo, tosco e inexperto, pero con un corazón tan lleno de amor, que no le cabía en el pecho. No recordé a Guivanni, le borré de mi vida aquella noche, en la que me sentí amada por primera vez, y creo que por primera vez, comencé a enamorarme, del que pasado un pequeño espacio de tiempo, fué el hombre al que más he amado, y juraría que ha sido el amor de mi vida. Lyan, mi amor infinito siempre para ti, amado esposo mio, siempre añorado.
" Y allí, en aquella habitación de hotel, comenzó una luna de miel, de amor, porque no pudimos hacer ni siquiera un corto viaje a la costa. La granja se había quedado sola y habíamos de regresar cuanto antes. Pero no importaba, estábamos juntos, y al parecer, en aquella noche extraña principio de nuestro matrimonio, Lyan había sido completamente feliz y yo también. Absolutamente feliz.
" Y su actitud cambió radicalmente después de nuestra primera noche juntos. me abrazaba y besaba constantemente, sin motivo alguno; yo me sentía contenta al lado de aquel hombre en apariencia rudo y en realidad tierno y romántico. Cuando llegamos a casa cansados y sofocados de calor, comenzamos en el patio de la casa, una pelea con las mangueras de agua. Reíamos como dos chiquillos jugando, empapados en agua y en un amor sincero que, despacio, había comenzado a sentir dentro de mi. Resultó ser que mi marido, era un apasionado hombre, y la ducha fue testigo de su desaforado amor platónico. Era incansable, como un adolescente que recién descubriera su sexualidad. A mi, lejos de molestarme, le acompañaba en nuestros escarceos amorosos incesantes. Nuestras noches eran interminables, lo que hacía que nos levantáramos extenuados de todas las extravagancias cometidas durante la velada.
" Y pronto tuvimos el resultado de nuestro desaforado amor: íbamos a ser padres. Eso nos colmó de alegria. Lyan estaba que no cabía en si de gozo, pero al mismo tiempo de preocupación, al ver mis náuseas matutinas y los demás sintómas del embarazo: Y aunque yo le quitaba importancia, él hacía que me sentará, y me prohibió que le ayudara en el manejo de la granja"
- No quiero que hagas ningún esfuerzo ¿ me oyes ?, ninguno. He de cuidaros a los dos. Sois el mayor tesoro que tengo. No tienes idea de lo que te quiero y de lo que has llegado a representar en mi vida.
" Me decia todas esas palabras con una dulzura y un amor infinitos, que a veces hacía que me emocionara. No se podía ser más feliz, ni más amada que lo era yo, y que a mi vez amara a aquel hombre con todas mis fuerzas. Ya no podría vivir sin él ".
Bella cerró el diario, cuando el avión iba a tomar tierra en Sidney. Allí terminaba prácticamente su viaje. En un día ó poco más estaría en casa, en los brazos amorosos de su madre y con la mirada afectuosa de Maxim, el segundo marido de Florence, y el que en realidad había sido más padre para ella que el suyo biológico, maltratador, del que, su madre, se había divorciado. Imaginaba las preguntas y apenas podría darles respuestas. Obviaría, si pudiera, la relación con Alessandro, y poca cosa más. Su aventura europea acababa en ese mismo instante.
"Cuando me hube calmado, Lyan, pacientemente, respondía a la pregunta de cómo me había localizado. Por medio del teléfono que le dejé al separarnos, contactó con mi amiga y ella le había dado la dirección de donde trabajaba.
- Tenía que traerte los documentos del divorcio, pero pensé hacerlo en persona, en lugar de enviártelos por correo. Bendigo al cielo que así pensé y pude evitarte el disgusto de ese canalla. Verás. En todo este tiempo que hemos estado separados, no te has ido de mi cabeza.Yo solo, en el caserón, todo me recordaba a ti; la casa olía a ti. Me dio tiempo a pensar muy bien lo que debía hacer: tenía que buscarte para que volvieras conmigo. No me compensaba el orgullo herido y no tenerte. Nunca debí aceptar nuestra separación. Pasemos página y volvamos a empezar de nuevo, echando al olvido nuestras vidas anteriores. La mia comenzó cuando te vi por primera vez, aunque no me diese cuenta de ello. Vuelve conmigo; se que no es gran cosa lo que te ofrezco. Que viviríamos en un lugar horrible, pero prometo respetarte y con el tiempo quién sabe si llegaremos a querernos. Estarías cuidada y protegida, y a salvo de cuantos aprovechados saldrán a tu paso. Eres una mujer preciosa, y seguro no te faltarían pretendientes, pero tan leales como yo, no creo que los tuvieras.
" Yo me le quedé mirando ¿ me estaba proponiendo regresar a casa y vivir como matrimonio? Yo no le amaba, pero le respetaba, y hasta le había echado de menos , y me preguntaba por qué se retrasaba tanto en enviarme los documentos que disolvieran nuestro casamiento. Ahora ya sabía la respuesta, e imaginé que él se había enamorado de mi, pero que casualmente no lo sabía. ¿ Podría yo corresponder a su amor algún día? Era una buena persona y se merecía ser amado. Le miré fijamente, y por primera vez me di cuenta de su mirada tan azul, tan limpia y tan sincera. Apoyé mi mano sobre las de él y apreté ligeramente mientras le daba mi respuesta.
- Si Lyan, quiero ir contigo, vivir contigo y ser tu esposa. No te amo, pero has sido tan bueno conmigo que creo no me costará tenerte afecto y cuando pase el tiempo, hasta llegue a enamorarme de ti. Sólo te pido paciencia y comprensión. Te respetaré y cumpliré como tu esposa; te atenderé cuando estés enfermo, te ayudaré en las tareas de la granja, y seré tu consejera si es que lo solicitas. Deseo ser tu compañera en el camino por la vida, y te prometo ante el Dios que ahora nos mira, que te seré siempre fiel y te respetaré como lo que eres: un buen hombre y además mi esposo
" Lyan me miró tan profundamente que su mirada se clavó en mi corazón. Era mitad agradecimiento, mitad dulzura, y mitad amor. Todo ello en una sola mirada y una dulce sonrisa. Me besó ligeramente y exclamó:
- Bien, esposa. Pues vamos a buscar alojamento y mañana si te parece partimos hacia nuestro hogar.
" Me llevó a un hotel lujoso y reservó una habitación. Yo no sabía muy bien lo que me estaba ocurriendo en el torbellino que tenía por cabeza. En cuestión de unas horas, había pasado de cocinar, ser sobada por un cretino, a estar en una habitación de hotel con un marido desconocido para mi, que esperaba ansioso su noche de bodas. Pero a pesar de parecer tan rudo, era un alma dulce y tierna. Comprendía mi azoramiento y me dio tiempo para prepararme. Salió de la habitación y me dijo que bajaría al vestíbulo mientras yo me hacía cargo de la situación.
No era lo que yo había soñado años atrás de una noche de boda No tenía siquiera un camisón bonito con el que sorprender a mi marido. Tampoco le conocía bien y no sabía cómo se comportaría él , ni como lo haría yo. Los nervios empezaron a apoderarse de mi, y por unos instantes me arrepentí de haber aceptado ser su esposa, y ahora de verdad. Pensé en darme una ducha; al menos me quitaría el sudor de los nervios. Miré si acaso el hotel ofrecía algún frasquito de colonia, al menos para perfumar mi cuerpo, y si lo había. Me puse un albornoz que había colgado en la puerta del baño, y esperé paciente a que Lyan regresara . Y lo hizo al cabo de un rato.
- Pensé que todo había sido muy improvisado y seguramente no tendrías algo apropiado para una noche como esta. A las mujeres os gusta lucir muy bellas ante el esposo, y aunque yo se que lo eres..., toma, te compré ésto en la tienda del hotel. Yo también me daré un baño; hace mucho calor.
" Y se perdió en el interior del baño, mientras yo desenvolvía el paquete que me había traido. En su interior había un camisón y una bata preciosos de una fina tela de satén primorosamente confeccionados. Eran dignos de una reina, y Lyan, lo había comprado para mi. Rápidamente me quité el albornoz y me puse deprisa el camisón y la bata. No quería que él me sorprendiera en esa tarea.
No tardó mucho en salir. Llevaba una toalla a la cintura y mostraba su pecho fuerte en el que me cobijé mientras le daba las gracias por el detalle tan dulce que había tenido. El me abrazó suavemente y besó mis labios con una sonrisa ya relajada, y al separarse de mi, me dijo:
- Espera, aún falta algo más ¿ De verdad quieres ser mi esposa ?
-De verdad, lo deseo - le respondí
" Extrajo una pequeña caja de su pantalón, y abriéndola pude ver dos anillos de esponsales. Tomó uno y me lo colocó en el dedo anular de la mano izquierda y me ofreció el otro para que yo hiciese lo mismo con su mano. Besó la mia y con toda la ternura del mundo me dijo:
-Ahora si, ya somos marido y mujer
"Volvió a besarme mientras dulcemente, despacio, me despojaba de la ropa que acababa de ponerme, me tendió en la cama y consumamos nuestro matrimonio, entre las dulces palabras de Lyan, sus caricias y sus besos. Era la primera vez que sentía el verdadero amor sobre mi, con este hombre rudo, tosco e inexperto, pero con un corazón tan lleno de amor, que no le cabía en el pecho. No recordé a Guivanni, le borré de mi vida aquella noche, en la que me sentí amada por primera vez, y creo que por primera vez, comencé a enamorarme, del que pasado un pequeño espacio de tiempo, fué el hombre al que más he amado, y juraría que ha sido el amor de mi vida. Lyan, mi amor infinito siempre para ti, amado esposo mio, siempre añorado.
" Y allí, en aquella habitación de hotel, comenzó una luna de miel, de amor, porque no pudimos hacer ni siquiera un corto viaje a la costa. La granja se había quedado sola y habíamos de regresar cuanto antes. Pero no importaba, estábamos juntos, y al parecer, en aquella noche extraña principio de nuestro matrimonio, Lyan había sido completamente feliz y yo también. Absolutamente feliz.
" Y su actitud cambió radicalmente después de nuestra primera noche juntos. me abrazaba y besaba constantemente, sin motivo alguno; yo me sentía contenta al lado de aquel hombre en apariencia rudo y en realidad tierno y romántico. Cuando llegamos a casa cansados y sofocados de calor, comenzamos en el patio de la casa, una pelea con las mangueras de agua. Reíamos como dos chiquillos jugando, empapados en agua y en un amor sincero que, despacio, había comenzado a sentir dentro de mi. Resultó ser que mi marido, era un apasionado hombre, y la ducha fue testigo de su desaforado amor platónico. Era incansable, como un adolescente que recién descubriera su sexualidad. A mi, lejos de molestarme, le acompañaba en nuestros escarceos amorosos incesantes. Nuestras noches eran interminables, lo que hacía que nos levantáramos extenuados de todas las extravagancias cometidas durante la velada.
" Y pronto tuvimos el resultado de nuestro desaforado amor: íbamos a ser padres. Eso nos colmó de alegria. Lyan estaba que no cabía en si de gozo, pero al mismo tiempo de preocupación, al ver mis náuseas matutinas y los demás sintómas del embarazo: Y aunque yo le quitaba importancia, él hacía que me sentará, y me prohibió que le ayudara en el manejo de la granja"
- No quiero que hagas ningún esfuerzo ¿ me oyes ?, ninguno. He de cuidaros a los dos. Sois el mayor tesoro que tengo. No tienes idea de lo que te quiero y de lo que has llegado a representar en mi vida.
" Me decia todas esas palabras con una dulzura y un amor infinitos, que a veces hacía que me emocionara. No se podía ser más feliz, ni más amada que lo era yo, y que a mi vez amara a aquel hombre con todas mis fuerzas. Ya no podría vivir sin él ".
Bella cerró el diario, cuando el avión iba a tomar tierra en Sidney. Allí terminaba prácticamente su viaje. En un día ó poco más estaría en casa, en los brazos amorosos de su madre y con la mirada afectuosa de Maxim, el segundo marido de Florence, y el que en realidad había sido más padre para ella que el suyo biológico, maltratador, del que, su madre, se había divorciado. Imaginaba las preguntas y apenas podría darles respuestas. Obviaría, si pudiera, la relación con Alessandro, y poca cosa más. Su aventura europea acababa en ese mismo instante.
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