El otro lado del mundo - Capítulo 18 - Su inspiración
El resto del día lo pasó en su habitación, emborronando folios, que luego pasaría al Word en el ordenador. Estaba haciendo los bocetos de lo que sería su primera novela larga. Tendría que adornarla con pasajes de su invención, ya que Bella le esbozó lo más importante, pero había que conectar la historia con el principio y el final. Que todo fuera coherente y fiel al relato, aunque tuviera que agregar algo de su invención.
Salia lo justo para comer y estar un rato con sus padres. Charlaban de algo intrascendente. No tenía la cordialidad de antes, pero les respetaba porque les quería, aunque le hubieran decepcionado. Y transcurrieron los días, y las noches, que las utilizaba para escribir sin descanso lo que durante el día había ideado. Muchas veces, nada de lo escrito, le servia y comenzaba de nuevo. Deseaba fuera perfecta y fiel a la realidad. Al cabo del mes de trabajar más de quince horas diarias, dio por terminado el manuscrito., a falta del nombre, por el que tenía algunas dudas, y por fin se decidió: simplemente Anna Maria.
Salió esa mañana contento, por haber llevado a cabo su proyecto; ahora sólo faltaba que la publicasen. Tenía en mente una idea y si lo escrito,era publicado, sólo pondría una condición: publicarla también en Australia. Pensaba que quizá ella viera algún anuncio de promoción y se personara en la presentación. Sabía que era una idea descabellada, imposible de que pudiera darse esa cincnnstancia; Australia era inmensa y quizá no llegara hasta donde estuviera,, la difusión de la novela.
Le costó una buena pelea con el editor. Le gustaba la novela, pero en el fondo le dijo que era una de tantas novelas de amor, intrascendente, que llegaría a un tipo determinado de público y nada más. Ni siquiera saldría de las fronteras de Sicilia. Aless se quedó descorazonado y vio cómo se esfumaba su proyecto de recuperar algún contacto con Bella. Pero no se desanimó: la editaría por su cuenta.
- Sé que no ganará el Nobel, pero tan mala tampoco es - se repitió buscando algún consuelo para su decepción.
Lo habló con sus padres, pero no les llegó a decir nada sobre el argumento del libro, ni el título del mismo. . Invirtió sus ahorros en editarlo y se buscó un trabajo para ayudarse. Sólo pudo hacerlo con cincuenta ejemplares, y tuvo que distribuirlo él mismo por las librerías. Recorrió tres o cuatro y lo ofreció con la condición de que se lo abonaran una vez que lo hubieran vendido. Él mismo lo colocó en el escaparate, pero le hacía falta una fotografía de Anna que reclamara al lector. No tenía ninguna ni forma de conseguirla.
Su padre le observaba y se daba cuenta de que después de su conversación, su hijo había cambiado respecto a ellos. Loredana había ido con unas amigas, y supo que era el momento oportuno para tener una charla con Alessandro. Fue hasta su habitación, y tras dar unos golpes en la puerta pidicendo autorización para entrar, el mismo Aless, le franqueó la entrada
- Hola, papa. ¡ Qué sorpresa ! ¿ Te encuentras bien ?
- Si hijo, estoy perfectamente. ¿ Puedes dedicarme unos minutos? Quisiera hablar contigo
-¡ Claro ! Siéntate
- ¿ Cómo va tu novela ? - le dijo el padre
- Mal papa, va mal. El libro está terminado, pero no quieren publicarlo. Dicen que es vulgar y muy común. Así que he decidio publñicarlo por mi cuenta. Y ahora estoy más decidido que nunca. Creo que se lo debo, y ahora creo que estoy en lo cierto.
El señor D'Tella, viendo la cara de preocupación de su hijo, le miró fijamente y le dijo:
- Yo lo subencionaré. Es lo menos que puedo hacer por su memoria. Quién lo debe soy yo. Tu no hiciste nada malo.
- Pero hay otra cosa. Deseo localizarla, pero mis ahorros se han esfumado con la publicación, y hasta que no se vendan no recuperaré el dinero. Mi intención era editarla en Australia también, , y quizá con un poco de suerte, ella viera algún anuncio y se ponga en contacto conmigo. No sé qué más puedo hacer.
- ¿ Me dejas que yo intervenga?
- ¿ Tú ? ¿ Y qué puedes hacer tú ?
- Sabes que mi padre durante la guerra tenia comercio poco convencional, pero su don de gentes le permitió establecer amistades influyentes. Conozco a alguien de aquella época, que ahora está en el Ministerio de Asuntos Exteriores; quizá pueda ayudarte a encontrar algún rastro. Pero dime una cosa ¿ hay algo más que disculparte por haber faltado a alguna cita ?
Alessandro se quedó callado. No esperaba esa pregunta, al mismo tiempo reflexionaba por la verdadera causa de su empeño en localizar a Bella. Y la luz se hizo en su cabeza. Posiblemente influenciado por la historia del libro, cuya mitad había sido inventada por él, reflejara lo que verdaderamente sentía por aquella jovencita que apareció un día e igualmente se esfumó. Y contestó rotunda la pregunta del padre:
-No estoy muy seguro, padre. Estoy algo confundido, pero al mismo tiempo, la parte que he escrito y que he narrado, en realidad, es lo que yo siento verdaderamente. Me sentí atraído hacia ella desde el primer instante, y si.. Creo que tengo algo más que interés por ella
- Reconozco esos síntomas, hijo. Yo también tuve veinte años, y también una mujer de esa familia, me dejó atrapado de por vida. Búscala, y cuando la encuentres y la tengas frente a ti, sabrás si estás enamorado o no. Has de contar con que ella te corresponda, y ves pensando en que quizá haya formado pareja con otra persona. Ha pasado tiempo, y, aún pasará más, hasta que la encuentres, si eso sucede. Por nada del mundo quisiera que sufrieras, pero si no lo intentas, nunca lo sabrás. Te ayudaré en lo que pueda para que lo consigas. Yo he pasado toda mi vida pensando en Anna, y ya ves, ahora me gustaría, al menos visitar su tumba.
- Si me ayudas, papa, te prometo que si al fin consigo encontrarla, iré a Australia y tú vendrás conmigo; cumplirás tu deseo.
Y Alessandro, trabajo frenético en otro libro inspirado en el primero sobre Anna Maria, pero esta vez sería totalmente suyo. Una historia continuación de la otra, pero según él deseaba que pasase, aunque estuviese lejos de la realidad.
Salia lo justo para comer y estar un rato con sus padres. Charlaban de algo intrascendente. No tenía la cordialidad de antes, pero les respetaba porque les quería, aunque le hubieran decepcionado. Y transcurrieron los días, y las noches, que las utilizaba para escribir sin descanso lo que durante el día había ideado. Muchas veces, nada de lo escrito, le servia y comenzaba de nuevo. Deseaba fuera perfecta y fiel a la realidad. Al cabo del mes de trabajar más de quince horas diarias, dio por terminado el manuscrito., a falta del nombre, por el que tenía algunas dudas, y por fin se decidió: simplemente Anna Maria.
Salió esa mañana contento, por haber llevado a cabo su proyecto; ahora sólo faltaba que la publicasen. Tenía en mente una idea y si lo escrito,era publicado, sólo pondría una condición: publicarla también en Australia. Pensaba que quizá ella viera algún anuncio de promoción y se personara en la presentación. Sabía que era una idea descabellada, imposible de que pudiera darse esa cincnnstancia; Australia era inmensa y quizá no llegara hasta donde estuviera,, la difusión de la novela.
Le costó una buena pelea con el editor. Le gustaba la novela, pero en el fondo le dijo que era una de tantas novelas de amor, intrascendente, que llegaría a un tipo determinado de público y nada más. Ni siquiera saldría de las fronteras de Sicilia. Aless se quedó descorazonado y vio cómo se esfumaba su proyecto de recuperar algún contacto con Bella. Pero no se desanimó: la editaría por su cuenta.
- Sé que no ganará el Nobel, pero tan mala tampoco es - se repitió buscando algún consuelo para su decepción.
Lo habló con sus padres, pero no les llegó a decir nada sobre el argumento del libro, ni el título del mismo. . Invirtió sus ahorros en editarlo y se buscó un trabajo para ayudarse. Sólo pudo hacerlo con cincuenta ejemplares, y tuvo que distribuirlo él mismo por las librerías. Recorrió tres o cuatro y lo ofreció con la condición de que se lo abonaran una vez que lo hubieran vendido. Él mismo lo colocó en el escaparate, pero le hacía falta una fotografía de Anna que reclamara al lector. No tenía ninguna ni forma de conseguirla.
Su padre le observaba y se daba cuenta de que después de su conversación, su hijo había cambiado respecto a ellos. Loredana había ido con unas amigas, y supo que era el momento oportuno para tener una charla con Alessandro. Fue hasta su habitación, y tras dar unos golpes en la puerta pidicendo autorización para entrar, el mismo Aless, le franqueó la entrada
- Hola, papa. ¡ Qué sorpresa ! ¿ Te encuentras bien ?
- Si hijo, estoy perfectamente. ¿ Puedes dedicarme unos minutos? Quisiera hablar contigo
-¡ Claro ! Siéntate
- ¿ Cómo va tu novela ? - le dijo el padre
- Mal papa, va mal. El libro está terminado, pero no quieren publicarlo. Dicen que es vulgar y muy común. Así que he decidio publñicarlo por mi cuenta. Y ahora estoy más decidido que nunca. Creo que se lo debo, y ahora creo que estoy en lo cierto.
El señor D'Tella, viendo la cara de preocupación de su hijo, le miró fijamente y le dijo:
- Yo lo subencionaré. Es lo menos que puedo hacer por su memoria. Quién lo debe soy yo. Tu no hiciste nada malo.
- Pero hay otra cosa. Deseo localizarla, pero mis ahorros se han esfumado con la publicación, y hasta que no se vendan no recuperaré el dinero. Mi intención era editarla en Australia también, , y quizá con un poco de suerte, ella viera algún anuncio y se ponga en contacto conmigo. No sé qué más puedo hacer.
- ¿ Me dejas que yo intervenga?
- ¿ Tú ? ¿ Y qué puedes hacer tú ?
- Sabes que mi padre durante la guerra tenia comercio poco convencional, pero su don de gentes le permitió establecer amistades influyentes. Conozco a alguien de aquella época, que ahora está en el Ministerio de Asuntos Exteriores; quizá pueda ayudarte a encontrar algún rastro. Pero dime una cosa ¿ hay algo más que disculparte por haber faltado a alguna cita ?
Alessandro se quedó callado. No esperaba esa pregunta, al mismo tiempo reflexionaba por la verdadera causa de su empeño en localizar a Bella. Y la luz se hizo en su cabeza. Posiblemente influenciado por la historia del libro, cuya mitad había sido inventada por él, reflejara lo que verdaderamente sentía por aquella jovencita que apareció un día e igualmente se esfumó. Y contestó rotunda la pregunta del padre:
-No estoy muy seguro, padre. Estoy algo confundido, pero al mismo tiempo, la parte que he escrito y que he narrado, en realidad, es lo que yo siento verdaderamente. Me sentí atraído hacia ella desde el primer instante, y si.. Creo que tengo algo más que interés por ella
- Reconozco esos síntomas, hijo. Yo también tuve veinte años, y también una mujer de esa familia, me dejó atrapado de por vida. Búscala, y cuando la encuentres y la tengas frente a ti, sabrás si estás enamorado o no. Has de contar con que ella te corresponda, y ves pensando en que quizá haya formado pareja con otra persona. Ha pasado tiempo, y, aún pasará más, hasta que la encuentres, si eso sucede. Por nada del mundo quisiera que sufrieras, pero si no lo intentas, nunca lo sabrás. Te ayudaré en lo que pueda para que lo consigas. Yo he pasado toda mi vida pensando en Anna, y ya ves, ahora me gustaría, al menos visitar su tumba.
- Si me ayudas, papa, te prometo que si al fin consigo encontrarla, iré a Australia y tú vendrás conmigo; cumplirás tu deseo.
Y Alessandro, trabajo frenético en otro libro inspirado en el primero sobre Anna Maria, pero esta vez sería totalmente suyo. Una historia continuación de la otra, pero según él deseaba que pasase, aunque estuviese lejos de la realidad.
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