Acción de gracias

Habían ido juntos al Jardín de infancia, a pre escolar... y así sucesivamente a todos los ciclos que hubieron de recorrer. Eran vecinos y sus familias se conocían de toda la vida. Más que vecinos eran casi familia. Pero al llegar a la juventud, ellos decidieron emprender otro viaje por separado.
Ella se hizo azafata de vuelo y constantemente viajaba a lugares remotos del mundo. Vivía en un apartamento junto a una compañera. Él siguió estudiando y se hizo médico. Trasladó su residencia a otra ciudad, y poco a poco fue escalando puestos y afianzándose cada vez más en su prestigio. Nada sabían uno del otro, nada más que lo que las familias se comunicaban a modo de charla.
Ella conoció a un piloto y con él forjó un plan de futuro. El a una enfermera, se enamoró y se casó con ella. Vidas paralelas, pero distantes una de otra. Llegó Acción de Gracias, y por primera vez en muchos años, las familias decidieron reunirse y todos los miembros que estaban desperdigados por el mundo, acudirían a la llamada familiar, para, siquiera por una vez, celebrarlos juntos.
Después de cenar, acordaron reunirse todos y celebrar juntos, la buena vecindad mantenida a lo largo de tantos años. Y fue en ella cuando volvieron a encontrarse el médico y la azafata. Todos habían cambiado y ellos, especialmente más. Iniciaron con alegría la presentación de sus respectivas parejas también presentes, pero pronto se abstrajeron para vivir el momento que a ellos solos pertenecía. Y rememoraron sus tiernos años de infancia, sus peleas por cualquier juguete. Sus primeras salidas a escondidas al cine, y en la oscuridad su primer beso. Y así poco a poco, llegaron hasta el momento de su separación.
Y fue ella la que sacó a colación lo ocurrido para que nunca más volvieran a dirigirse la palabra. Lo contaban con desenfado, como si fuera una broma, pero, a medida que la conversación fluía, se daban cuenta, que no lo habían olvidado y que el recuerdo seguía ahí agazapado en su memoria, deseando un pretexto para salir de nuevo.
Se olvidaron de que tenían otra vida, y otras vidas en las suyas. Buscaron la soledad, y a pesar del frío, salieron a la calle y corrieron por ella como dos chiquillos, hasta llegar a su rincón preferido, en la oscuridad, sin importarles nada, olvidando que pertenecían a otro futuro. Se miraron con intensidad y volvieron a vivir aquellos días de incipiente juventud, y comprendieron que nada era igual, que a pesar de todo, estaban viviendo una vida ficticia porque siempre habían permanecido fieles a aquella relación de infancia, a pesar de compartir sus vidas con otra persona.
Y a una, tomaron una decisión: volver a vivir el pasado sin mirar atrás. Se seguían amando y aún, lamentando el dolor que pudieran causar a otras personas, decidieron que sólo tenían una vida y la vivirían a tope, pero juntos.
Sacó el coche del garaje y sin dar explicaciones, ambos partieron de aquella fiesta familiar para perderse en la oscuridad de la noche. Sin explicaciones, sin justificaciones, porque no las había, simplemente volvían a creer en el amor, en su amor, y no lo dejarían escapar. La noche era fría, heladora...
Un derrape en una desafortunada maniobra. Ya avanzada la mañana, un sargento de policía llamó a la puerta de ambas casas para notificar lo sucedido: " les encontramos con las manos juntas, sonriendo...
#1996rosafermu / Derechos de autor reservados.

Comentarios

Entradas populares