El cuento de papá

Le veía sentado en el sillón, el ocupado por él desde hacía años. ¡ Tantos ! que ya estaba desgastado y roto, pero ni hablar de cambiarlo:  " En él os he sentado a todos, y os mecido para dormiros. Y vuestra madre se quedó dormida para siempre en él, dando una cabezada.  Cuando ya no esté, haced lo que queráis ", decía siempre que intentaba deshacerme de él.

Y ahora, allí, con una manta sobre sus rodillas, tan vulnerable y débil.  Él, que había sido todo energía y autoridad, pero la vida cayó sobre sus hombros de improviso, cuando mamá decidió no vivir más.  Hoy, el calendario nos avisa que es su día. Como si los padres o las madres sólo tuvieran un día al año marcado en el calendario.

A mi memoria acuden los recuerdos, y mi habitación se perfila  como una postal eterna, con su brillo y colorido de siempre.  Pero ya no es así.  Entonces, fiel a la cita, después de cenar, y haber cumplido con el ritual: lavarme los dientes,ponerme el pijama y rezar las cuatro esquinitas... entraba en la cama como un torbellino y a voces llamaba a mi padre para que viniera a leerme un libro.  Primero fueron los de hadas y princesas. A medida que fui creciendo, buscaba en las librerías una adaptación para niños de alguna obra clásica.  Era un apasionado de la lectura, y nos inculcaba el placer de leer introduciendo miles de aventuras en nuestra mente infantil, excitando la sed de aventuras y el esperar al día siguiente para seguir con otra andadura.

Era mi momento preferido del día. En la habitación contigua, se escuchaban las voces de mis hermanos, que casi siempre terminaban en pelea.  Ello hacía que me distrajera de lo que papá leía.  Me extrañaba que siempre sonreía, en lugar de llamarles la atención, incluso a mi, por no estar atenta. Pero con la dulzura que le caracterizaba, me decía:

- Nosotros a lo nuestro.  No pasa nada, son varones y tienen que dar suelta a su vitalidad. Prosigo...

  Y proseguía. Y volvía a engancharme en la aventura del héroe de turno, o de la princesa enamorada de algún aventurero que deseaba matar a algún dragón para casarse con ella.  Pero poco a poco el tiempo fue pasando y ya no eran necesarias las lecturas nocturnas para conciliar el sueño. Probablemente tardaba en dormirme, no porque no me leyera el cuento, sino porque habría algún héroe rondando por mi cabeza, de carne y hueso.

Ahora, él dormita demasiadas horas al día, y se me encoge el corazón al verle tan viejito, pero tan dulce como fuera siempre.  Quisiera ser yo quién, ahora le leyera su cuento, pero sé que es imposible.  Porque él sólo tiene una princesa en su cabeza y en su corazón, con quién habla cuando cree que nadie le escucha.  Y pronuncia su nombre como si se tratara de una plegaria: el de   mi madre.

Se fue hace tiempo, pero él la sigue echando de menos y muchas veces le sorprendo soñando, y creo que vive algún recuerdo perdido en su memoria, pero siempre ella, está en él.  No quiero ni pensar el día que no le tenga, y sin embargo sé que ese día se acerca. Y quiero agarrarme fuerte a su presencia, a que no se me olvide ninguna vivencia tenida con él, con ellos. Dicen que es ley de vida ¿ Por qué ? ¿ Que clase de ley impide que alguien se siga queriendo a lo largo de los años, y ser separados definitivamente cuando más se necesitan ?

M e acerco a él; beso su frente y suavemente para no sobresaltarle le despierto para ir a la cama. Me acaricia la mejilla suavemente con una sonrisa, como agradeciendo el cuidado que le doy.

No papá.  Yo soy la agradecida por haberos tenido a mamá y a tí. Por habernos dado tanto amor.  Espero que el día que tenga hijos, recuerde cada instante de los vividos con vosotros y sepa transmitirles ese amor incondicional que nos dísteis.  Es la mejor herencia que podríamos tener.  Felicidades, papá.  Hoy dicen que es tú día.



Autora:  1996rosafermu
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