La rutina

Siempre iba con prisas y corriendo a todos lados, y esa tarde no era una excepción. Llovía a mares. La circulación infernal como cada día que se celebraba un partido de fútbol del Mundial. Debía cruzar la calle para acceder a la parada del autobús que la llevaría hasta su casa. Decidida lo hizo, no le quedaba otra.
Sentada junto a la ventanilla, observaba distraída el ir y venir de la gente a la salida de sus trabajos. Los coches parados ante el semáforo tocando el claxon ante la impaciencia del color verde. La hora del partido estaba cerca y nadie quería perderse el comienzo que enfrentaría a los finalistas nada menos que del Mundial.
Se imaginó a su marido, sentado en el sofá con una cerveza en la mano y rodeado de los cuatro amigos inseparables de toda la vida. Se habían citado para ver el encuentro, como siempre, y como cada vez, en su casa. Sabía lo que la esperaba. Cervezas en el frigorífico y cajas de pizza. Al menos hoy no tendría que preparar la cena nada más que para los niños,; ella cenaría un triángulo de pizza.
Ese panorama imaginado, pero sabido, no la entusiasmaba. Regresaba cansada de trabajar y aún le quedaba la casa. Su jornada comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las doce de la noche. Entre esas horas, carreras para llegar a todo y siempre se le quedaba algo en el camino. ¡ Menos mal que su marido llevaba al colegio a los niños! ¡ Ah, y también los recogía! Uf... ¡ Qué gran trabajo ! Tenía un pequeño taller mecánico y se podía permitir el lujo de llegar tarde y salir antes, ya que el empleado que tenía desempeñaba su trabajo bien y él era más libre.
Sin embargo ella, doble jornada: oficina y casa. Imaginó lo que encontraría cuando llegase: gritos a un gol, desesperación porque lo habían metido en su portería y comentarios, incluyendo palabras obscenas. Recoger la ropa sucia de los niños que dejaron tirada en el baño después de bañarse. Botellas de cerveza vacías y una voz que la pedía llevase otras.
Ese sería su panorama, así casi a diario, al menos cuando había partido. Su recompensa : los sábados por la noche cena en una hamburguesería como extraordinario y vuelta a casa, era fin de semana y había que cumplir con el rito marital, sin ganas, cansada y fingiendo algo que estaba muy lejos de sentir porque el cansancio acumulado de toda la semana, le había hecho una actriz de primera fila .

Comentarios

  1. ¿ A cuántas mujeres les ocurre lo de esta historia?

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  2. A mi no me ha tovado vivir algo parecido, pero si tengo amigas quee les ha pasado y aun hoy lo siguen viviendo

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