Soñar despierta

Sonreía dulcemente acariciando aquel diario que había encontrado por casualidad en una caja que hacía tiempo dormía en la buhardilla de su casa, de su espléndida casa.  Ni siquiera se acordaba de él. Miro alrededor
 por ver si hubiera alguna silla, o sitio en donde sentarse y abrirlo, descubrir en sus hojas los sueños allí depositados durante su conflictiva adolescencia.  Quería hacerlo en soledad, que nadie la interrumpiera; deseaba volver a aquellos años, que, aunque a ella le parecieron horribles, desde la distancia que marca el tiempo, comprendía que a pesar de todo, fueron ilusionantes, y por qué no: felices, aunque a ella entonces no se lo pareciera.

Y con la imaginación, y los ojos cerrados, volvió a aquellos días, a aquellos dieciséis años tan interminables que a ella le parecieron.  Deseaba hacerse mayor, crecer y ser como su hermana ¡ ya con novio !, y a ella, sin embargo, le estaba prohibido soñar y  mucho menos comentar el enamoramiento surgido de improviso, sin avisos, sólo como una ráfaga de aire fresco en su vida.  Sin embargo, era la niña mimada de la casa, por ser la pequeña, pero a ella no se lo parecía, y constantemente se quejaba de que nadie la comprendía, discurso hartamente escuchado en cada una de nosotras a esa edad. 

- No hay nada nuevo bajo el sol -. Solía decirle su madre, y a continuación la soltaba el discurso de cómo conoció a su padre, se enamoraron, se casaron y eran totalmente felices -. Yo también tuve mis problemas a tu edad, no creas que eres tú sola.  Pero créeme hija, todo llega a su debido tiempo, y encontrarás al chico que de verdad te quiera y tú ames.  Pero aún no ha llegado el momento, así que céntrate en tus estudios y deja que la vida transcurra tranquilamente.

¡ Su madre ! Sabio consejo y acertado  cuando ese amor pronosticado llegó.  Si aún viviese la diría  ¡cuánta razón tenías mamá !  Se paró un momento evocando su rostro amable y una profunda emoción subió a su garganta.  Tragó saliva y poco a poco fue recorriendo las hojas del diario, hasta llegar a...

    Habían hecho novillos, ella y sus tres amigas.  Era la primera vez que lo hacía, y temblaba de miedo tan sólo de pensar que, por algún motivo, el colegio llamase a sus padres para contarles que no había acudido a clase  esa tarde.

- Tengo que pensar en algo, por si acaso - se dijo

   Las tres amigas, excitadas de emoción corrían como alma que lleva el diablo para llegar a tiempo a la entrada del cine en donde proyectaban la película de su actor preferido.  Las tres, habían comprado la fotografía del joven actor, e ilusionadas las portaban en sus respectivas carpetas, con la esperanza de poderle ver a la entrada y con suerte les plantara en ellas su firma. 

Cuando llegaron, las barreras ya estaban ocupadas por los admiradores y admiradoras de los protagonistas de la películas.  Las tres se miraron, y sin decir palabra asintieron con la cabeza: pondrían en funcionamiento su táctica, tantas veces puesta en práctica.

- No separaros - dijo a sus amigas, y las tres, se agarraron fuertemente de la falta para no separarse.

Y a codazos y empujones, tras fuertes discusiones con sus rivales, consiguieron colarse en primera fila.  Ahora sólo quedaba que llegase la hora.  Entablaron una discusión entre las tres elogiando las virtudes físicas más que interpretativas del chico de sus sueños, pero a una de ellas no terminaba de gustarle, lo que provocó la disparidad de opiniones entre las tres.

Llevaban más de una hora , nerviosas, impacientes, cuando unos gritos las alertaron de que comenzaban a llegar los lujosos coches, señal de que se iniciaría el desfile de famosos.  Riendo, nerviosas y excitadas, las tres se cogieron de las manos mirándose  e indicándose mutuamente que el momento había llegado.  Pero aún tardaría, serían los últimos, lo que hacia aumentase más su impaciencia.  Sacaron las postales del actor y un rotulador a mano para la firma; todo tenía que ser muy rápido, pues todos los allí presentes gritaban y mostraban fotos, o cuadernillos para la firma.

El momento había llegado: se les veía sonrientes avanzando por la alfombra roja en su dirección. Cantidad de brazos extendidos hacia el actor y actriz de moda, y ellos que pacientemente sonreían sin apenas levantar la vista de las manos que les tendían para la firma.  No les daba tiempo, siquiera, a preguntar el nombre, sólo hacían un garabato y listo: la siguiente.  ¿ Cómo ocurrió ? Ninguna de las tres lo comprendía, pero sucedió que las tres tendieron la foto y el rotulador, pero sólo recogió la de una de ellas, y por pura casualidad, el actor levantó su vista hasta dejarla posada en la de ella, en su cara casi infantil. Fue una fracción de segundo, lo que en  sus ojos se fijaron.

- ¿ Tu nombre? - la dijo él

-Amelie - respondió ella

< Para Amelie . Georges >

Todo fue rápido, a pesar de que ella deseaba que el tiempo se detuviera, en esa mirada que ambos cruzaron, pero la despertó de su ensoñación el codazo que una de sus amigas la dió enfadada:

- ¿ Por qué a ti ?

- ¿ Qué..? ¿ Qué dices ?- respondió al bajar de esa nube en que estaba subida

- Que por qué te lo ha firmado y a nosotras no. ¡ No hay derecho !

- No lo sé. Lo habéis visto, no hice nada.

- Siempre es igual. Luego te quejas de que eres muy desgraciada,- respondió la otra

Como tres autómatas emprendieron el camino de vuelta.  Dos de ellas comentaban lo ocurrido, la otra ensimismada acariciaba mentalmente aquella mano que firmaba la foto.  Deseaba llegar a casa, encerrarse en su habitación, y contemplar aquél trozo de cartulina.  Repasaba suavemente con su dedo, las líneas de esa breve escritura.  Su mente desbordada comenzó a forjar una fantasía en la que  era la protagonista junto a él...  Y así se quedó dormida

Unos golpes en la puerta la despertaron.

- Amelie, es la hora de cenar, baja rápido, que papá se impacienta.

Hubiera perdonado mil cenas con tal de seguir soñando con él, con Georges. Nunca volvería a verle; jamás se daría una oportunidad semejante y unas ganas tremendas de llorar la invadieron.  Se lavó la cara rápidamente y bajó a reunirse con su familia. Se miró al espejo y se dió cuenta de que tenía los ojos enrojecidos. ¡ Bah ! nada la importaba ya; daría cualquier excusa. Pero nadie reparó en ello ni en el silencio que guardaba mientras cenaban; ella que no callaba nunca. Sólo tenía pensamientos para lo ocurrido aquella tarde frente a la entrada de un cine.

Unos pasos enérgicos la volvieron a la realidad y una voz conocida la buscaba:

- Cariño ¿ dónde estás? -. Era la voz de su marido que acababa de llegar a casa.


- El rodaje se ha prolongado más de la cuenta.  Perdóname. Te prometí que saldríamos a cenar, pero creo que lo tendremos que hacer en casa: es muy tarde ¿ Me perdonas ?

Ella  le miró y con una dulce sonrisa, respondió:

- Georges, donde tú estés yo, también estaré. Prepararé algo rápido ¿ Qué tal ha ido todo ?

- Como siempre ya sabes - la respondió él

Y como siempre guardó silencio. Se lo preguntaba mecánicamente, pero lo cierto es que no quería saberlo. Se moría de celos, aún sabiendo que era la profesión de él, pero el estar rodeado de mujeres espectaculares, no la gustaba nada.  Y guardó silencio, manteniendo aún viva en su memoria las hojas del diario leído en esa tarde, cuando en su adolescencia suspiraba por volverle a ver.
 Mucho camino recorrido desde entonces y muchas jugadas de la vida hasta llegar a donde ahora estaban.

El padre de Amelie era abogado. Ella al terminar su carrera, heredó el bufete del padre. Georges tenía problemas con un contrato y un amigo le recomendó ese despacho de abogados, que ahora regentaba la hija.

- Es buena, muy buena. Acude al despacho; seguro que lo soluciona - le dijo el amigo a nuestro actor

Y acudió. Él no la recordaba, pero ella lo hizo en el momento. La expuso el problema que tenía.  Quedaron citados varias veces para revisar el asunto y el resto... Cupido haciendo de las suyas.
Se convirtieron en marido y mujer.

 Georges observaba, que en la biblioteca había una especie de volumen en el que nunca había reparado. Y mientras ella preparaba la cena, lo extrajo y vió que era un diario de su mujer. Iba a dejarlo en su lugar, cuando de él cayó una fotografía.  Al recogerla del suelo, vió que era él, y que estaba firmada. Había pasado mucho tiempo, pero no tenía ni idea de cuándo era.  No se dió cuenta de que Amelie le observaba desde la puerta.  Avanzó hacia él despejando las dudas:

- Desde entonces te quise. Ya estaba enamorada de tí, de tus películas, pero al verte ese día, cuando me miraste y me preguntaste el nombre, ya no pude escapar de tí.  Durante años lo he guardado sólo para mí, hasta el día en que de nuevo apareciste en el despacho; volvieron a mí aquellos recuerdos y te soñaba cada noche y contigo me dormía.  Hoy he subido a la buhardilla en busca de algo y revisando una caja, lo he visto. Lo he leído en parte, y he vuelto a vivir aquellos felices años de adolescencia,  y los que pasamos juntos desde que volvimos a encontrarnos.  Siempre te he querido.

- ¡ No tenía ni idea ! Pero ahora creo que todo ha sido una sucesión de causalidades las que nos hicieron reunirnos de nuevo.  Lo siento, cielo, yo no me fijé en tí en aquella ocasión.  te descubrí más tarde.  Espero me perdones, porque yo también me enamoré de tí perdidamente, pero en otras circunstancias y a tiempo pasado.

Se besaron se abrazaron y tomados de la cintura, se encaminaron hacia el comedor para cenar.  Y aquella noche no soñó con tiempos pasados, sino que vivió una realidad presente.



Autora:  1996rosafermu
Derechos de autor reservados


Comentarios

Entradas populares